viernes, mayo 23, 2025
  • Contacto
  • Política de privacidad
  • Titulares
  • Opinión
  • Exclusivas
  • El Mejor Cartón del Día
  • El Perro Tuitazo
  • Investigaciones Especiales
No Result
View All Result
  • Titulares
  • Opinión
  • Exclusivas
  • El Mejor Cartón del Día
  • El Perro Tuitazo
  • Investigaciones Especiales
No Result
View All Result
Los Reporteros MX
No Result
View All Result

Inicio » David Lerma y la Bostik. Abran esa puerta

David Lerma y la Bostik. Abran esa puerta

mayo 23, 2025
COMPARTECOMPARTECOMPARTE

Busco una grabadora portátil china perdida en el sopor del tiempo ido, con un reproductor de cintas y una pequeña bocina, que era nuestra asidua compañera en las tardes de desazón, o de alegría espumosa, cuando nos juntábamos en el tronco arrumbado en la banqueta -que servía de salita de estar- con vista a la Secundaria Diurna, No 40 “Don Melchor Ocampo”; entonces sonaba una y otra vez un casetito que compré en los puestos de San Juan de Letrán, de lo estricto personal, con una portada que parecía hecha en una hoja de cuadro chico arrancada de un cuaderno, al que dicen que Fausto Arrellín -cuando el ex músico de la banda de Rockfrigo González trabajaba en discos Pentagrama- le plasmó un logo sin duda ochentero, que advertía: Bostik. “Abran esa puerta”.

Dicen que después del Mundial de México 86, allá por los rumbos de Tlanepantla, unos dicen que, en una bodega de impermeabilizantes que llevaba ese nombre, otros que, en una fábrica de engrapadoras, y otros más que en una azotea llena de botes gigantes, ensayaba un grupo de verdadero rock urbano, esencia de la mismísima y rota banda, y que por la referencia del lugar -donde brotaba como en manantial la música hacia las calles aledañas-, les comenzaron a llamar: “los de la Bostik”.

Estoy en Monterrey, a mil kilómetros de la Catedral del rock urbano en México, la célebre Arena Tlalnepantla, dónde son famosos e icónicos los conciertos de cada primero de mayo, el día de los trabajadores, cuando la banda tiene un día de descanso oficial y obligatorio, y existe la dicha de un domingo entre semana, además hay dinero para el flan y la cerveza en bolsa, pues se reparten utilidades en las fábricas y es quincena. 

Veo en las redes sociales, en tiempo real con melancolía y un profundo sentimiento de tristeza, pero a la vez contagiado de esos anhelos que produce la colectividad moviéndose hacia un mismo destino, decenas de personas del barrio que hacen fila para brindar la tarde del 19 de mayo un hasta siempre al Jefe de Jefes del rock urbano, David Lerma “el Guadaña”. Cómo quisiera estar ahí. Busco a mi lado pero no hay nadie con quien compartir la oleada de recuerdos que nos dejaron todos las tocadas con la Bostik, ni un alma con quien brindar o quien llorar. Chale. El Jefe Apache cabalga apacible a la eternidad con su gran penacho que se refleja y deslumbra, o más bien incendia la puerta celestial. La música vuelve a sonar treinta años después en aquel tronco banquetero que ahora es leña, y la canción es la misma: “Abran esa puerta”.

Busco a más de 40 grados una señal, una canción. A los funerales de David Lerma llegan Luis Álvarez “el Haragán”; el maestro del blues Juan Hernández; y por supuesto no faltan los originales de la banda: Eduardo Cruz Martínez “Lalo Blues” y Carlos Godínez “Chalie Bostik”, (alejado de los escenarios del rock urbano pero vigente en el rock cristiano, a quien seguramente “el Guadaña” mira alegre por su compañía entrañable en la hora final). La banda corea los clásicos: “Viajero”, Voy recorriendo todo un camino de experiencia/ De hambres y desolación/ Mas no me importa esta vida la vivo como venga/ Esa es mi determinación/ Voy exponiendo mi vida con tanta frecuencia/ En caminos de perdición/ Trampeando el tren me encuentro/ hoy ponchando un cigarro/ Burlando voy la migración… en el ataúd de Lerma sobresale una Biblia y decenas de flores. La mezclilla y el cuero negro, las playeras de la Bostik Band y de otras bandas citadinas uniforman -un ambiente más bien festivo, nostálgico pero muy sincero-. Se ha ido no un ser extraño sino un carnal de la familia; hay abuelas, tías, madres, niños, y chavos, todos valedores de la voz que se apaga, una voz potente, sencilla, humilde, reventada e irreverente -pero cariñosa siempre con los suyos-, desde el barrio para el barrio. 

No encuentro la respuesta a las preguntas de la vida sin respuesta, visito una revista de los noventas: David Lerma “el Guadaña” en una fotografía, debe ser un sábado por “el Chopo”, el gran Jefe mira a la cámara, no está posando, solía vérsele en las esquinas de callejones y calles del barrio tal cual, la mirada es desafiante al porvenir, la pared está tapizada de carteles de lucha libre y del próximo concierto de la Bostik. Al lado del “Guadaña” un hombre sentado en la banqueta también mira la cámara, un paria, un desterrado, un vendaval sin rumbo, quizá un poeta callejero con las botas sucias y una bolsita de hules con sus pertenencias, un ángel caído del cielo… El personaje que acompaña al gran Jefe y que quizá lo acompañó en las postrimerías de esa noche parece musitar la frase de Bob Dylan: “Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder”.

David Lerma le cantó sin mediaciones a los expulsados de los paraísos, a los hijos de nadie, a los otros. Sus rolas son himnos, le cantó a los migrantes muy antes que la globalización también los convirtiera en tema; también a los prófugos, las hijas descarriadas, las madres que sufren por el chavo que nunca regresó, los ladrones del barrio, los estudiantes caídos en la masacre de Tlatelolco, al Cristo del barrio, a la falsa sociedad. Decía también Bob Dylan que “las canciones me llegan cuanto más aislado estoy en el espacio y en el tiempo”, no puedo tomar el Metro o la pecera y llegar al “Lienzo Charro de Pantitlán”, al Centro Cívico de Ecatepec, o a Zapotitlán, ni hundirme en la borrascosa tarde sin fin de siempre en domingo de las maratónicas tocadas donde Lerma siempre arengaba “Viva México cabrones”; ni siquiera puedo recibir una palmada en el hombro por la partida de un carnal muy próximo para ovejas descarriladas… pero, ¿Quién nos podrá alejar de los latidos del corazón del blues que ha retumbado acompañándonos en buenas y malas bajo el cantico de: “¡abran esa pinche puerta y déjenlos pasar!”

Los Reporteros Mx

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Tags: columnaDavid LermaopiniónRené González
SendShareTweet

Publicaciones relacionadas

2025: la esperanza y la cloaca
Germán Castro

Trastornados

mayo 23, 2025
Menos mañaneras y más cuarto poder
Carlos Bortoni

Por una izquierda ambidiestra que sea más de derecha

mayo 23, 2025
El caso Ciro Gómez Leyva
Luis Tovar

Justicia para Ximena y José

mayo 22, 2025
La falacia de la estadística
Diana Espejel

Campo de exterminio sin límites 

mayo 22, 2025
Siguiente
Primeros resultados de elección judicial, serán dados el 2 de junio

Primeros resultados de elección judicial, serán dados el 2 de junio

Comentarios

EDICIÓN IMPRESA

Los Reporteros Mx

Los Reporteros Mx © 2022 / Todos los derechos reservados.

  • Contacto
  • Política de privacidad
No Result
View All Result
  • Titulares
  • Opinión
  • Exclusivas
  • El Mejor Cartón del Día
  • El Perro Tuitazo
  • Investigaciones Especiales

Los Reporteros Mx © 2022 / Todos los derechos reservados.