Casi a finales de la semana pasada una de las tantas periodistas mexicanas que se autoerigen como defensoras de la libertad de expresión y que a diario manchan la labor periodística, comenzó a darse vuelo en redes sociales cuando anunció su salida de Milenio noticias con una expresión sin argumento sólido de lo que realmente desea expresar. Acto seguido, se desencadenaron una serie de comentarios argumentando que su hoy ya famoso dicho “dadas las circunstancias actuales” no era otra cosa que una acusación directa a López Obrador de haber solicitado la salida de la comunicadora por su posición en contra del gobierno. Por supuesto que los comentarios no podrían tener otro remitente que las personas identificadas con el bloque opositor. ¡Haga usted el favor, hasta Felipe Calderón, flamante represor de periodistas salió a expresar su respaldo a la periodista! Por ese tipo de cosas de esta clase política es que a esta columna la denominamos tiempo de híbridos.
Y bueno, ya encarrerados, para el lunes de esta semana, nuevamente apareció Uresti en un espacio televisivo (concretamente radio fórmula) haciendo expresiones que dicen mucho pero que explican nada, siempre tratando de dejar espacio a la interpretación de que se trató de un acto de censura similar a los que se presentaban en aquellos días en los que el régimen decidía qué, cómo y quiénes informaban y, sobre todo, en qué espacios. Pues si no, ¿cómo se creó la imagen negativa de Televisa o de Tv azteca en una segunda etapa?
Sin embargo, el caso de Azucena Uresti no puede observarse como una simple acusación que parte de su desempeño como periodista o de su postura anti-AMLO, pues para nadie es un secreto que la larga lista de periodistas en contra de la Cuarta Transformación, no actúan conforme a la objetividad de ese noble oficio, sino que de una u otra forma se han convertido en uno de los principales aliados del PAN y compañía para transmitir mentiras y calumnias de manera sistemática. Así que sería ingenuo, por decirlo de manera decente, creer que la victimización es a partir de un acto de censura con muestras de solidaridad de algunos cuando en realidad se trata de una trama de la inescrupulosa autora.
Por eso es necesario insistir en que la expresión de la periodista no es un “simple dicho” cargado de inocencia dado que, aparentemente (uno no está dentro de sus pensamientos para saberlo a ciencia cierta) todo indica que calculó perfectamente la consecuencia y el impacto que generaría entre sus seguidores para que, a partir de publicarlo, se desatara toda la letanía que acusa de autoritario a López Obrador como si realmente alguien pensara que Andrés Manuel se comunicaría con los directivos para exigir su salida. ¿En qué cabeza cabe?
Pero por lo visto, el bloque opositor ya no haya que inventar, no hay propuestas, no marcan agenda, no debaten, bueno, hasta parece que la imaginación para inventar mentiras los abandona cada semana dejándolos sin un solo atino en sus intentos por debilitar tanto al gobierno de Andrés como a quién hoy camina con el bordón al frente del movimiento.
Probablemente por esa razón y parafraseando a la propia Azucena Uresti “dadas las circunstancias actuales” solo les quede como única alternativa apostarle a la movilización anunciada para el próximo mes y desde ahora, echar a andar otra estrategia que se base en dos vertientes pero que lejos está de generarles frutos. Nos referimos a la publicación de encuestas que buscarán generar la percepción de un incremento en las preferencias hacia Xóchitl Gálvez bajo la lógica aquella de que “caballo que alcanza gana” y, la otra vertiente será la intensa campaña de desprestigio contra Claudia Sheinbaum a quien, por más que le busquen, no hallarán algún elemento que pueda señalarla de actos de corrupción o de incapacidad para gobernar.
Pero ya no resta mucho, la suerte está echada y de poco o nada servirá cualquier estrategia, incluso por más calumnias que se quieran inventar a la doctora, pues llevan un sexenio sin comprender que su verdadero adversario no es ni Sheinbaum ni López Obrador, sino una inmensa parte de la ciudadanía que se fastidió la clase política, muchos de ellos incluso, dentro de sus propias filas.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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