Cuando morir es un alivio…

“El sentimiento de marginación, sumado a su problema de adicción a las drogas y la falta de un propósito general de vida, hace que valoren poco sus vidas y que la muerte, en cambio, sea vista como un alivio”. Explica Karina García Reyes, profesora de la Escuela de Sociología Política y Relaciones Internacionales y del Departamento de Estudios Latinoamericanos, University of Bristol, cuya tesis doctoral la enfocó en el estudio de la violencia del narcotráfico a través del análisis de las historias de vida de 33 biografías de narcotraficantes.

La clave para atacar la violencia es entenderla: ¿de dónde viene?¿cómo se produce? ¿cómo lidiar con ella?. Y un nuevo enfoque para conseguirlo señala la profesora Karina es ubicar el contexto y preguntar a quienes la protagonizan.

Por lo que se dio a la tarea de entrevistar a 33 hombres que trabajaron en el narco. Abordó temas como su niñez y adolescencia, alcoholismo, drogas, vandalismo, su incursión y papel en el narco. En términos académicos el estudio pone sobre la mesa una perspectiva que ha sido ignorada por funcionarios públicos y políticos: la de los perpetradores. En ese sentido de acuerdo a la académica Karina García, el análisis de la narración de esas vidas arroja luz sobre las posibles causas de su entrada en el narco y explica la lógica con la que entienden el mundo.

La guerra del narco promovida por el expresidente Calderón entre 2008 y 2012 no estudio las causas, sino que atacó a grupos con lo que se vivió una de las épocas más inciertas y violentas en la historia del narcotráfico de México. Se incrementaron las balaceras, enfrentamientos entre cárteles y militares que empezaron como acontecimientos esporádicos y terminaron siendo eventos frecuentes sobre todo en el norte del país, lugar de donde es oriunda la profesora García Reyes y que recuerda como la creciente violencia se fue apoderando de muchos territorios, y se empezó a extorsionar a los negocios locales. “Si no pagaban su “derecho de piso” atacaban su negocio o les secuestraban a algún familiar. Poco a poco los negocios fueron cerrando y la paranoia aumentó debido a los mensajes que los narcos mandaban por redes sociales: “esta noche no salgan porque va a haber balazos”. Algunas veces estas amenazas resultaban ciertas.

De acuerdo a lo que señala la doctora en sociología es necesario atacar las causas estructurales del narcotráfico en México. Y no solo declararles la guerra a los participantes. Desde una óptica de ustedes y nosotros. “Los buenos ciudadanos y los malos” óptica por demás ramplona, fácil y a todas luces limitada.

De ahí la importancia de atacar las causas, de diferente manera. No a través de la violencia…Acabaríamos en otra guerra como la ya mencionada y llevada a cabo por Calderón. En la que: con cada aparente golpe a la cabeza, las bandas se escindían en facciones más pequeñas que se extendían  por todo el país. Cada cual en busca de su negocio. Los grandes cárteles del Norte, violentos y concentrados en el trasiego de drogas hacia E.U, se convirtieron en una hidra de mil cabezas: un enorme árbol genealógico de padres, hermanos y socios que fueron haciéndose con cada territorio. Dice Eduardo Guerrero Consultor de Seguridad, experto en narcotráfico y Director de Lantia Intelligence. Quien señala que en algunas regiones  el narco se ha adueñado del negocio  de la construcción, el cemento, los ladrillos y de sectores de la alimentación. La falsificación y venta de toda clase de productos de marca, desde relojes a colchones.

En este sentido señala  Luis Astorga, doctor en sociología y uno de los grandes expertos en redes criminales en México. Habría que comprar una caña de pescar y sentarse pacientemente a la orilla del mar para tener la seguridad de que lo que uno se lleva a la boca no ha engordado las arcas del crimen. Decir narco ya es decir poco, o quizá decir todo. A principios de siglo, la cocaína era la división más poderosa del negocio, y aún hoy, llámese fentanilo o como quiera, la droga sigue siendo la gran fuente de rentabilidad. Lo que se llama cobro de piso, es decir, extorsión a todo aquel que monta una tienda, instala un puesto callejero o va en sillas de ruedas vendiendo cigarrillos…Antes El narco siempre anduvo por sierras y montañas, eran sus lugares de cultivo y sendas de paso, ya no. Poco a poco y por las enormes carencias de los pobladores, no solo han ido amasando comunidades rurales para que les cuidaran las rutas de trasiego de la droga y las casas donde guardaban las armas, dinero e incluso personas secuestradas. Se han extendido a las ciudades.

El narco señala la periodista Carmen Morán Breña, corresponsal española, especializada en crimen organizado, ha convertido México en un agujero de arenas movedizas, desde hace tres  sexenios, con un poder criminal que ha diversificado el negocio hacia cualquier esfera donde suenen las monedas, de norte a sur, de este a oeste. Tiene un gran músculo social entre las comunidades rurales y barrios de las ciudades más pobres… y dice Breña. El narco no solo ha multiplicado sus negocios, del aguacate a la industria pesquera y maderera, el turismo, los taxis, los mercados de productos falsificados, las pollerías, la cerveza o el reparto del agua; también ensaya nuevos armamentos, desde bombas a drones y su penetración en el ámbito político, no se conforma ya con presionar a los gobernantes electos si no que coloca a su propia gente.

El narco y su crecimiento exponencial, y correspondiente evolución de acuerdo a los expositores que sobre el tema elegimos para hablarlo: pone en la palestra su enorme crecimiento y hace imposible no verlo. Es una tarea indispensable el estudio serio que permita comprenderlo y derivar políticas públicas en consecuencia.

En este sentido de acuerdo a la doctora en sociología Karina García Reyes. El discurso del narco tiene un componente clave: el machismo aprendido en los barrios y pueblos más pobres de nuestro país. Los 33 narcotráficantes estudiados y entrevistados…Le dan vuelta a un discurso. “Un hombre de verdad tiene que ser agresivo, violento y mujeriego”. Refiriéndose a la vida en su comunidad, como a una “jungla” haciendo alusión a la ley de la selva o más fuerte … “Cuando era niño, los niños más grandes, me pegaban, se aprovechaban de mí. Yo no era violento…pero tuve que volverme violento, más violento que ellos. Lo tienes que hacer si quieres sobrevivir en las calles. Siempre pensé que mi destino era morir, ya sea de una sobredosis o por una bala”

Dice otro de los entrevistados por Karina García. Quien afirma. Los hombres no nacen violentos, los hacen y se hacen violentos para poder sobrevivir en ambientes hostiles. Los 33 jóvenes entrevistados, tienen como hilo conductor no haber tenido una figura paterna estable, sino de abandono  la mayor parte del tiempo y además de esa violencia (abandono)  cuando el progenitor estaba, había otra violencia la de los golpes y el alcohol. Este es uno de los factores estructurales que es urgente ser atendidos de manera estructural.

Las experiencias de vida diaria de aquellos que viven en pobreza son el caldo de cultivo para todo tipo de violencia, dice García Reyes la (doméstica, de género, de pandillas) todo esto enmarcado por un tipo de violencia invisible (micromachismo, racismo, clasismo) y otra pocas veces reconocida la violencia estructural del estado con toda su indiferencia para hacerse de la vista gorda y muchas veces cómplice  ante un asunto al que  llaman  “problema tan complejo” mientras reciben jugosas ganancias.  Por eso es indispensable insistir en los programas sociales: educativos (nueva construcción de las masculinidades a fin de no incentivar y justificar la violencia) así como económicos (apoyos a madres solas, o jefas de familia y apoyos para que estudien los hijos).

La clave es el cambio de paradigma: que los militares regresen a los cuarteles, que los problemas complejos se empiecen a resolver localmente. Hacer comunidad, tejer redes de apoyo y dejar a un lado el discurso binario que justifica la muerte de “ellos”, el cual solo alimenta hacia “nosotros”. Un discurso hueco.

Y diseñar políticas públicas de mano de las mismas comunidades. Es decir con una línea política desde el gobierno central: que vea y sienta el problema del narcotráfico. Es decir lo comprenda a profundidad y que de manera conjunta con los gobernadores, regidores, alcaldes, no miren hacia otro lado, ni soslayen. Si no que trabajen en conjunto con los poblados y barrios más pobres, preguntarles, qué necesitan de la mano de trabajadores sociales, sociólogos y psicólogos, para entender el problema de cada comunidad y atenderla. Ese creo es uno de los grandes retos políticos, sacar a los jóvenes de la jungla (selva) como ellos mismos perciben sus inestables y violentas comunidades… “Cuando ves tantos de tus compañeros morir en peleas, de una sobredosis, baleados por la policía, tú piensas que ese también es tu futuro. Solo le preguntaba a Dios. ¿Por qué yo?, dice otro de los entrevistados por la sociología García Reyes para su tesis de doctorado. La pobreza se naturaliza, se entiende como una condición inevitable sin señalar responsables. Se da por sentado que alguien tiene que ser pobre y que no puedes hacer nada para evitarlo. De esta manera, se asume  que el destino de los jóvenes pobres es fatal… y que su muerte es para ellos un alivio.

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