En México desde hace muchos años, es más importante el periodista que la información, la noticia estridente que la verdad, la improvisación al profesionalismo.
La televisión creó ídolos de barro, con una profunda vocación para la corrupción, a los que bautizó como periodistas, desde luego sin serlo. Los engrandeció el sistema político que es lo menos que podía hacer luego de traerlos como siervos a su servicio, así que del culto a la personalidad que los políticos tenía de sobra, gracias a los medios, le regalaban un poco a los personajes del radio, la prensa y la TV, convirtiéndolos casi en héroes.
Así, surgieron personajes que inmerecidamente la gente admiraba, como si el hecho de dar a conocer mentiras, tergiversar hechos, manipular datos, les hiciera merecedores no sólo de gratitud de la gente sino de aprecio. Los mexicanos no decían, “voy a ver las noticias” sino “Voy a ver a Jacobo”.
Ahora, los periodistas son más importantes que las noticias por importantes que éstas sean. Dejaron de ser parte de los medios hasta convertirse en noticia. Atentados, desfalcos, montajes, activismo partidista, etc. les coloca en el centro del debate cuando, en realidad deben ser medio para conocer la realidad, pero ante su propia imposibilidad de mostrar la realidad como es, invaden el terreno de lo noticioso para acomodarse en el centro de la información. De ahí que se digan los más escuchados, los de mayor rating, con más audiencia, es decir mediciones que tampoco son reales, porque basta con comprar suscriptores, alquilar comentarios y comentaristas para alcanzar las alturas que esos periodistas aseguran tener.
Es decir, en México tenemos periodistas que mienten en varias vertientes, la primer es en tergiversar la realidad y la segunda, en decir que cada día son más escuchados, cuando es todo lo contrario. Conductas premeditadas para seguir medrando como lo hicieron por mucho tiempo y así continuar con la vieja consigna mientras más me leen más caro cobro las inserciones pagadas, con o sin factura.
Los periodistas en México son empresas en sí mismos, las cuales son imposibles de auditar a grado tal que en su nombre y el de sus medios, se lava dinero y no poco. Los reporteros de renombre, también denominados, con el favor y anuencia de los gobiernos anteriores, líderes de opinión, están más cerca del delito que de la información. Pocos de ellos estudiaron la carrera, actividad que vieron como la mejor manera de hacerse millonarios, hay abogados con carrera trunca, economías, y hasta quienes apenas tienen terminada la preparatoria. Pero se entronizaron en el mundo de la información por ser cada día más audaces en sus mentiras y más dóciles con el poder.
Los medios en México arrastran una serie de mentiras que van desde la pureza de personajes como Jacobo Zabludovsky, ejemplo claro del engaño, la manipulación y el tráfico de influencias; sin embargo, fue durante décadas el referente de la peor tradición de la manipulación y ocultamiento de la información del México post revolucionario. Portavoz y agente principal de los intereses sionistas en México y alto miembro de la masonería, lo que lo colocó como pieza clave para ejecutar los planes del Nuevo Orden Mundial y contribuir como pocos, a mantener a México alejado de cualquier oportunidad de desarrollo y progreso.
Ocultó la guerra fría, los asesinatos del gobierno, su autoritarismo, la represión, la tortura, las desapariciones, Vicente Leñero, habla así de este sujeto:
“Obsesionado en allegarse premios y merecimientos luego de haberse dedicado durante casi tres décadas a falsear la realidad político-social de México desde las pantallas de Televisa y en connivencia con el PRI, Jacobo Zabludovsky sigue apostando a la desmemoria histórica, aquella en la que busca desvanecer su papel en el golpe contra el Excélsior de Julio Scherer García”.
Leñero añadía: “Aunque hoy parece olvidarlo todo nuestra sociedad sin memoria, existen testigos que conservan esa imagen de Jacobo Zabludovsky en los televisores. Aparecía con su ensayada sonrisa, traje y corbata impecables y enjaretada su cabeza por un par de audífonos enormes que lo convertían en la caricatura de sí mismo. Se le tenía desconfianza y hasta temor por la manera de tergiversar los hechos haciendo creer a su audiencia que la realidad era así como él —‘objetivo y veraz’— la transmitía a diario”.
En México para llegar a la verdad primero hay que enfrentarse contra el mito de la credibilidad vacua de los periodistas famosos, después precisar el nombre con apellidos, para luego entrar en materia sobre el tema que debe desmentirse. La derecha ha estado siempre del lado de los líderes de opinión, que no fueron otra cosa que manipuladores al servicio de los regímenes más corruptos del mundo.
Al ser notica los periodistas la realidad pasa a segundo término. Se vuelve un entretenimiento que tiene principio y fin, donde la acción de la sociedad está totalmente excluida.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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