Cuando a los periodistas se les daban balas y mucho presupuesto público

Opinión de Juan Rosales

El audio dado a conocer por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, en el que claramente se escucha la voz de Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente del PRI nacional, afirmando sin ningún pudor que “a los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”, si bien muestra la muy lamentable concepción que dicho personaje tiene de la labor periodística, expone en pocas palabras las prácticas que, de larga data, han caracterizado al poder en México para mantener a su servicio a comunicadores y medios corporativos.

Por supuesto que a los periodistas honestos cuya labor era un problema para las élites económica y política, el sistema les ofreció no precisamente la inanición y hoy, familiares y amigos que les sobreviven mantienen sus exigencias de justicia, luego de que para esos informadores la única opción de los poderosos fueron los balazos.

A propósito de la “máxima” del líder del tricolor, al que por cierto deben quedarle en esa posición como cinco minutos, o menos, de “no matar de hambre” a los periodistas, conviene traer a nuestra memoria los multimillonarios gastos presupuestales que gobiernos del prianismo destinaban a medios, voceros y opinólogos gracias a los cuales se “aceitaba” la relación, el vínculo pernicioso, entre poder y medios de comunicación. Tanto añoran esos tiempos idos que diariamente lo evidencian a través del odio y la frustración contra la 4T expresados en un sinfín de mentiras, calumnias y manipulación.

Seguramente recordarán, estimados lectores, aquella campaña del sexenio peñista la cual disfrutó de gran difusión mediática, sobre todo durante el periodo de 2013 al 2016, basada en la frase Contar lo bueno. Bien pues en un estudio publicado por la organización Fundar, de la autoría de Paulina Castaño, bajo el título de: Contar “lo bueno”, cuesta mucho, se demuestra que la distribución del gasto oficial en esos años resultó en un ejercicio de 36 mil 261 millones de pesos. En ese lapso el gasto se incrementó anualmente en un 31.21% al pasar de 8 mil 154 mdp a 10 mil 699 mdp. En promedio 9.065 mil millones por año.

La concentración en pocas manos explica muchas cosas. La publicidad oficial se dirigía básicamente a algunos grupos mediáticos a pesar de que más de mil medios se disputaban los ingresos gubernamentales. Televisa, TV Azteca y Grupo Imagen acaparaban los recursos destinados a la televisión; Radio Fórmula, Radio Centro, Imagen, MVS y ACIR estaban entre las radiodifusoras con grandes pautas publicitarias y entre los medios impresos los principales beneficiarios eran El Universal, Milenio, Excélsior, la cadena del Sol de México y La Crónica de hoy.

Claro que también hubo recursos para los creadores de imagen y promotores de figuras públicas a quienes se les otorgaban millonarios contratos ya sea de manera directa o a través de empresas creadas ex profeso por ellos mismos. Entre estos encontramos los casos por todos conocidos de Joaquín López Dóriga y Enrique Krauze, pero a la lista habría que agregar a algunos más como Beatriz Pagés, Oscar Mario Beteta, Ricardo Alemán, Salvador García Soto, Luis Soto, Adela Micha, Raymundo Riva Palacio, Pablo Hiriart, Jorge Fernández Meléndez, Paola Rojas, Rafael Cardona, Martha Debayle, José Cárdenas, Marco Antonio Mares, Ricardo Rocha, Francisco Cárdenas, Raúl Sánchez Carrillo y el sitio Animal Político, por citar solamente a algunos.

Ya en una de sus conferencias matutinas, me refiero a la del 25 de septiembre del 2020, López Obrador presentó un análisis de contenido en ocho medios impresos en el que puso en evidencia la revisión del sentido de las opiniones (positiva, negativa o neutral) que columnistas y articulistas expresan en torno al gobierno de la 4T. El análisis incluyó a los diarios El Financiero, El Universal, El Economista, La Jornada, Excelsior, El Heraldo de México, Milenio, Reforma. Se revisaron 148 textos, 95 de los cuales se refieren a la actual administración o sea el 64. 2%, de ese subtotal 63 son opiniones negativas, 21 neutrales y 11 positivas. En porcentajes corresponde el 66.3 por ciento a opiniones negativas, 23.1 neutrales y 10.6 son positivas.

De lo antes expuesto podemos sacar algunas conclusiones. La razón central del vínculo entre medios y la élite gobernante se basa esencialmente en los beneficios generados a partir de recursos públicos de los cuales prácticamente sostienen sus fructíferos negocios corporaciones mediáticas y sus voceros, situación que ha cambiado radicalmente con la 4T; esa relación perversa deformó totalmente la responsabilidad ética que los medios masivos le deben a la sociedad, ya que en lugar de la independencia necesaria entre comunicadores y poder, se creó una dependencia basada en beneficios económicos y chantaje.

Un efecto destacado de toda esta situación prevaleciente por décadas en México es la monopolización de los medios electrónicos e impresos en unos cuantos grupos, entre 11 y 15, con vínculos incluso familiares, éstos son quienes hoy a través de sus espacios tejen una trama que cotidianamente se encarga de construir una percepción totalmente deformada del gobierno de la 4T y que impacta principalmente en sectores sociales que no cuentan con espacios informativos alternativos, pero también en aquellos que se beneficiaron de relaciones de amistad y compadrazgo con los grupos privilegiados.

No quiero parecer simplista y circunscribir a una cuestión de pesos y centavos la confrontación entre dos proyectos de país. Efectivamente el tema de los beneficios económicos es importante pero el tema central estriba en las radicales posturas ideológico-políticas de las dos visiones predominantes en el acontecer nacional.

Cierro agradeciendo el contar con estos espacios en los que participamos exponiendo nuestras posturas sobre temas tan vigentes y diversos en los tiempos de transformación que nos tocó, por fortuna, vivir. En esa dualidad de perspectivas seguir del lado correcto de la historia es nuestro compromiso.

Les recomiendo estas fuentes consultadas.

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