El cártel de Sinaloa extiende sus tentáculos en el mundo, llegando hasta España. Fue noticia que el pasado 17 de noviembre se detuvo a 14 miembros de esta organización, acusados del secuestro y asesinato de una víctima en Cataluña.
A esta organización se le conoce en todo el mundo y se ha hecho apología de sus integrantes, especialmente de Joaquín Guzmán Loera. Gracias a series tipo Netflix y canciones de artistas famosos, su popularidad aumenta, así como, aparentemente, sus negocios y beneficios.
Parece ser que no ha habido una organización criminal tan fuerte e internacional como esta, excepto el Estado Islámico, en medio Oriente.
¿Cómo es posible que una organización de estas características, lejos de debilitarse, parece crecer día con día a pesar de que, en teoría, la persiguen autoridades de México, Estados Unidos y otras partes del mundo?
Igual que el Estado Islámico, el cartel de Sinaloa parece siempre salirse con la suya. Aparentemente, desafían a los gobiernos y aterrorizan a la población. Tienen una estructura jerárquica tipo empresarial y mucho poder de fuego. Para el ejército mexicano, el cártel de Sinaloa no es rival en términos de presupuesto, tamaño y armamento; no son comparables y definitivamente no vale la pena intentar hacer el mismo ejercicio con el ejército más poderoso del mundo. La diferencia es tan grande como un elefante aplastando a una hormiga, pero, aun así, el cártel de Sinaloa es imbatible a través de los años en ambos lados de la frontera.
Supuestamente se les persigue no solo en México, sino también en Estados Unidos, el país que tiene los mejores satélites y radares del mundo, aquel que ha descubierto otras galaxias, que ha puesto un pie en la luna, que sabe lo que hace cada humano cada minuto del día y con drones capaces de destruir milimétricamente blancos tan fuertes como un tanque o tan grandes como una empresa, ese país que presume de control y vigilancia internacional de cada punto del planeta, no ha logrado desarticular ni debilitar a esta organización criminal.
En la sospecha puede encontrarse la respuesta más absurda o más obvia: el cártel de Sinaloa puede ser colaborador y aliado del gobierno estadounidense, al igual que el Estado Islámico. Ambos, supuestos enemigos de Occidente, del progreso, de la democracia, de la paz y del bien común; realmente se comportan (y de hecho son) como brazos armados para cumplir los objetivos de Washington.
El Estado Islámico ha cometido actos terroristas en todos los países europeos y del medio oriente que intentaron rebelarse o no siguieron los mandatos de Washington en algún momento, pero nunca ha intentado nada con Israel o con los mismos Estados Unidos; el cártel de Sinaloa es capaz de desestabilizar a México con una masacre para poner en cintura al gobierno y pedirle que endurezca sus políticas migratorias, pero sus productos se venden perfectamente en Estados Unidos, desde Wall Street hasta el barrio más pobre de Filadelfia; el Estado Islámico es el pretexto perfecto para hacer todas las invasiones militares que se le den la gana a Estados Unidos: Irak, Libia, Afganistán, por mencionar las más recientes; y el Cártel de Sinaloa puede ser el pretexto perfecto para que Trump cumpla su promesa de campaña: declarar organizaciones terroristas a los cárteles para intervenir México en detrimento de nuestra soberanía.
Fox les tenía miedo y no intentó absolutamente nada, Calderón fue el tonto que intentó aliarse con ellos para disminuir el resto de cárteles en México, y López Obrador intuía sobre la alianza Cártel de Sinaloa-Estados Unidos, o al menos no le parecía una locura improbable, por ello su apuesta fue a no enfrentarlos y atender las causas para tener gobernabilidad.
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