Inicia una nueva era en la vida interna de nuestro movimiento. Un paso adelante en la manera en que pensamos al México por el que hemos trabajado desde hace años, y que hoy se consolida como la Cuarta Transformación. Cierto, que no ha sido fácil porque es un movimiento revolucionario, pacífico y humanista, que ha cambiado de manos a quien detenta el poder: el pueblo. Es el momento en que se hace real el postulado constitucional que nos da el poder de cambiar el gobierno de nuestra nación, y que nos entrega la obligación de proteger la independencia y soberanía, ante intereses de particulares o extranjeros que quieran hacer retrogradar las conquistas del pueblo en materia de derechos.
Antes de revisar cuáles son las tareas que se nos asignan como mujeres y hombres que estamos comprometidos con la transformación, quiero hacer algunas precisiones.
Quiero que podamos entender que el movimiento es diverso, amplio, incluyente y progresista, pero también, que venimos de movimientos y formas más o menos democráticas, con personas con vocación y oficio político; con trayectorias de servicio, activistas o como funcionarios en administraciones, incluso, de otras fuerzas políticas y que en todos los casos, quienes se apuntaron a convertirse en quien llevara las tareas de coordinar la defensa de la Cuarta Transformación, lo hicieron confiando en sus habilidades y biografías, y que, con la llegada de Andrés Manuel a la presidencia, cada paso y cada encargo realizado, acreditó la oportunidad de sucederlo en el encargo más importante en la vida de un político.
Así que, obvio es que cada uno, desde el primer día de su labor como diputados, senadores, secretarios o funcionarios, apunten a ir sumando acciones que los respalden como personas capaces y políticos hábiles que puedan desarrollar esa tarea. Decir que alguien “solo” quiere participar tres años en una legislatura e irse a su casa a disfrutar sus memorias como político, es una mentira que no pega ni con chicle. Siempre, la aspiración es ir a más.
Lo malo no es, entonces, la pretensión, sino la forma en que se quiere acceder a ese momento estelar. También hemos visto como, a lo largo de este propio sexenio, la ambición ha roto la bota de más de uno que había creído tener una especie de “derecho divino” para llegar, sin obstáculos, al puesto que supone merecer. En otros tiempos, los chantajes eran el medio idóneo para obtener una curul, una gubernatura; o también, mediante dedazo y destape. Pero dimos vuelta a la página y ahora, debemos entender que los procesos dependen de la orden que damos como ciudadanos, a través del voto y la participación activa en procesos de consulta.
Con esto en mente, tengo que señalar, ahora que ya no tenemos el límite del respeto a la equidad en la contienda, ni necesito mesurarme, en tanto comunicadora, puedo hacer un balance del desarrollo de este proceso de giras y encuesta que culminaron con una preferencia rotunda hacia la hoy coordinadora, Claudia Sheinbaum y que demuestra la madera de la que están hechos quienes se encargan del relevo en la conducción de la transformación.
El mismo Andrés Manuel, en la conferencia del viernes 8 de septiembre profundizó en la forma que él, como líder moral de este movimiento, accedió a dos de las -imagino-, muchísimas exigencias que el excanciller le hizo, como condiciones que exigía para presentarse a una contienda que demostró que es tiempo de cambios profundos y de gran trascendencia. Primero, hizo cumplir a los aspirantes, que presentaran su renuncia a los encargos públicos que les habían sido asignados, bajo el pretexto de que ello proveería “piso parejo” entre personajes con perfiles totalmente disparejos, en términos de influencia. Porque para nadie es un misterio que los alcances de cada ex~aspirante, estaban limitados por su propia labor y que los méritos de sus tareas, implican también lustre a sus currículos. Entonces, de suyo, los legisladores (3) que participaron, no podrían hablar de logros monumentales, por la simple razón de que lidiaron con opositores cobardes (PRIANRDMC) que se han valido del lawfare para demeritar el trabajo de nuestros representantes; y entonces, la mitad, ya no tenía piso parejo.
En segundo lugar, …
Y a pesar de todo, las reglas que estableció AMLO fueron parejas y claras, o eso creíamos, hasta que el más quejumbroso decidió patear el pesebre para despotricar e inventar ataques que no fueron, con tal de tener pretexto para mandar todo al diablo y justificar así, la búsqueda de otra piel política que lo ponga en una boleta presidencial, aunque ello no implique que triunfará en el ánimo de la gente que, desde el lado correcto de la historia, entendemos que no mentir, no robar, no traicionar al pueblo, es mucho más que tres premisas básicas. Es un nuevo modo de pensar en México. La invitación a desandar los pasos de ruptura, fue hecha por el Presidente, refrendada por Claudia, Mario y demás compañeros, pero como bien decía mi abuela, la ambición rompe el saco, y en este caso, el ser abanderado presidencial es una meta personal, y no la consecuencia de un liderazgo bien trabajado.
Ahora sí, pasando a lo que sigue, una vez se ha entregado el bastón de mando y la constancia que acredita a Claudia como la coordinadora de la defensa de la Cuarta Transformación, se convierte en un compromiso que ya se hayan establecido cinco ejes principales, de los que se irán desprendiendo diferentes encomiendas, pero para empezar, son las siguientes:
- Conformar comités de defensa de la Cuarta Transformación para fortalecer la organización del movimiento transformador. Eso significa que la ciudadanía, gobernadores, diputados, presidentes municipales, senadores, regidores, todos, estaremos articulando una protección robusta alrededor de nuestro Proyecto de Nación.
- Consolidar el programa de la continuidad con cambio, es necesario entender que la transformación nos obliga a no estancarnos y que el relevo de tareas es una exigencia que requiere de nuestra mejor preparación, como ciudadanos politizados.
- La difusión de los logros de la Cuarta Transformación. Hemos tenido, hasta ahora, cinco años de resultados, como nunca habíamos visto. Primero, porque los 100 compromisos hechos por AMLO, en su toma de posesión, fueron totalmente consolidados, a excepción de la descentralización de las secretarías, que se frenó por cuestiones de logística durante la pandemia, y el esclarecimiento de los hechos de Ayotzinapa, que no obedecen a una negativa del gobierno, sino a lo causado por agentes del gobierno de Peña Nieto. Sin embargo, a esos compromisos se sumaron muchos otros que surgieron en el momento de coyuntura y que demandaron atención absoluta como los de salud, recaudación, seguridad, educación, y por ende, todos los demás de la administración pública. Los logros más relevantes son, sin duda, en materia de derechos humanos conseguidos mediante reformas constitucionales, y los de infraestructura y hay que explicarlos a profundidad.
- Asumir la unidad para la consolidación del movimiento. “Divide y vencerás”, una máxima atribuida a Julio César, que, aplicada a la guerra es, en sí misma, una estrategia infalible. En política hace un daño irreparable la facción y el enfrentamiento; la descalificación, la injuria, el denuesto y la mentira; desde luego, no se desea el encubrimiento, cuando se tiene evidencia de hechos que dañen la democracia, pero mentir para tergiversar la realidad, es mala leche.
- Consolidar la alianza con el Partido Verde y el partido del Trabajo, así como abrir espacios para la participación de la sociedad civil en la 4T. Porque es más que evidente la necesidad de constituir un legislativo fuerte e impenetrable a las mañas se conservadores que legislan por interpósitos representantes, que no obedecen a las órdenes de sus votantes. La misión es conjunta: un legislativo con mayoría calificada y una ciudadanía bien politizada que no abra espacios por diferencias personales o de opinión.
La patria es primero, se lee en letras de oro en la Cámara de Diputados, porque ningún esfuerzo sobra al construir un país de libertades que se aseguran a todos, pero principalmente y, primero, a los pobres.
Hasta la tarde de este lunes, la intención del excanciller de bloquear a Claudia Sheinbaum y la legitimidad de este hecho inédito en la vida intrapartidaria, se consolida en dos fases: la primera, interponer un recurso ante la Comisión de Honestidad y Justicia, exigiendo la reposición del procedimiento que, desde su punto de vista, está completamente viciado y es ilegal. Y, en segunda, formalizar la creación de un partido político con el que pretende demostrar que él, y no el pueblo, tiene derecho de decidir quién debe ser presidente en 2024, con la premisa de que no va a permitir que “otros” dañen al partido que tanto costó levantar (o sea, sólo puede dañarlo él, porque además, el partido estaba “levantado” cuando el llegó, con la mesa puesta). El ultimátum es hasta el 18 de septiembre, para que se decida la reposición del procedimiento entero donde tiene que ganar sí o sí, o se hace presidente su partido, candidato y, si se puede, el director del universo, porque los “puestos de consolación en el gobierno de Claudia”, no son lo que él merece, y según sus propias palabras: “Tengo el mayor de los respetos por la representación popular, pero no es mi objetivo llegar a una senaduría o a un cargo, mi objetivo es que esto se resuelva” (siempre y cuando sea a su favor).
En fin, a ver como le hacemos sin él…
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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