A través de una cápsula, la Presidenta Claudia Sheinbaum ilustró la red de corrupción que escondió el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), y que significó un gran golpe a la economía de los mexicanos.
El Fobaproa surgió en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, en 1990, con la intención de dar liquidez a los bancos recién privatizados, en caso de crisis y devaluaciones y así otorgarles capital. Pero desde 1983, con el Fideicomiso para la Cobertura de Riesgos Cambiarios (FICORCA), dirigido por el entonces economista, Ernesto Zedillo, se tiene un precedente de que estos fideicomisos fueron un jugoso beneficio para empresarios que invirtieron en campañas del PRI.
Con la llegada de Zedillo a la presidencia, llegó una devaluación del peso donde los únicos preparados, fueron un grupo selecto de empresarios nacionales e internacionales, lo que desembocó en una crisis económica de empresas y ciudadanos ahogados en deudas con los bancos y llevando así a un aumento de 17 millones de la personas en pobreza, entre 1994 y 1996, dando así una población total de 64 millones en esta condición.
Fue así que la moneda mexicana pasó de valer 3.4 a 9.4 pesos por dólar, perdiendo más de la mitad de su valor y llevando a Zedillo a endeudarse con el gobierno de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional con 50 mil millones de dólares y aumentando, a su vez, la deuda externa a 164 mil millones de dólares. De esta manera surge lo que se conoció como “Efecto Tequila”, tras la recesión que miles de familias mexicanas en quiebra vivieron entonces y siendo el antecedente para que bancos extranjeros se quedaran con la banca mexicana.
El Fobaproa se convirtió en el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), beneficiando a bandos como Bancomer, Banamex, Inverlat, Serfin, Santander, entre otros. Para finales del año 2000, la deuda, ahora pública, pasó de 552 mil millones de pesos a 705 mil millones, que para el año 2023 ascendió exponencialmente a 1 billón 96 mil 877.7 millones de pesos.
Este hecho representa uno de los más grandes actos de corrupción, apoyado por legisladores del PRI y del PAN y beneficiando sus bolsillos, entre ellos, el expresidente Vicente Fox y Ricardo Salinas Pliego.
Finalmente, cabe mencionar que el Fobaproa no es el último recurso de rescate discrecional, pues han surgido otros como el Carretero y el Azucarero. La Comisión Investigadora del Senado de la República consideró al Fobaproa como un despojo y se presentaron denuncias por defraudación fiscal, tráfico de influencias, uso indebido de atribuciones, fraude corporativo, engaño y perjuicio a la nación, entre otros.
Un hecho que está en nuestra historia, que aún recae en el presente de todos los mexicanos y nuestra economía, y que deja ver las estrategias del neoliberalismo para llenar sus bolsillos a costa del bienestar de la población.
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