La Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) desató una ola de violencia al tomar por asalto el edificio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Este acto de vandalismo no solo es un ataque a la infraestructura, sino también un desprecio por el diálogo y la negociación.

Los maestros de la CETEG irrumpieron en el edificio tras romper las rejas con marros y otros objetos. Además, amenazaron a los medios de comunicación presentes, advirtiéndoles que les quitarían cámaras y teléfonos si los grababan. Esta actitud agresiva refleja una falta de respeto hacia la libertad de prensa y el derecho a informar.

Una vez dentro, los manifestantes encendieron fogatas con playeras y chalecos oficiales del SNTE. Al grafitear las paredes, expresaron su descontento contra la sección 22 de Oaxaca y el secretario de Educación Pública, Mario Delgado. Los mensajes de odio solo alimentan la división y el conflicto entre los mismos trabajadores de la educación.

La CETEG también exige la destitución de Alfonso Cepeda, líder del SNTE, y critica el cobro de cuotas sindicales. Sin embargo, su forma de expresar desacuerdo resulta destructiva y perjudicial para la comunidad educativa. La violencia no es el camino para lograr cambios.

Los bomberos tuvieron que intervenir para sofocar el incendio que resultó de estas acciones. Esta intervención resalta la irresponsabilidad de los integrantes de la CETEG, quienes, en su afán de manifestarse, pusieron en riesgo la seguridad de otros.
Las acciones de la CETEG no solo dañan la credibilidad de su movimiento, sino que también deslegitiman las demandas de los trabajadores de la educación. La violencia y el vandalismo no deben ser aceptados en un país que busca avanzar hacia una democracia más sólida. La comunidad educativa merece un diálogo constructivo, no ataques violentos que solo perpetúan el caos.

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