“Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo”.
Así cantaba la queridísima Mercedes Sosa, y yo, desde que conocí a AMLO, le aposté al cambio, no he dudado ni un minuto que el país está en excelentes manos, a diferencia de la desconfianza que me generaban gobiernos anteriores, expresidentes que llevaron a la nación a la decadencia, los conservadores que han insistido en entregar a la nación a los extranjeros, esos que han hecho gala de la impunidad, del poder.
Ellos y ellas que en décadas propiciaron un sistema de derroche, de saqueo de los recursos públicos, esa derecha rancia que en su estrecho pensar es que existimos mexicanas y mexicanos de primera y segunda clase. Los diputados y senadores del PRI, PAN, PRD que anteponen sus intereses particulares a los de la nación, por ejemplo, votando en contra de la reforma eléctrica; los neoliberales “han llegado a una guerra sucia, a partir de estrategias mediáticas protagonizadas por grupos de intereses creados”, como menciona AMLO.
He observado que el virus más resistente al cambio es el status quo, sí, ese sesgo que es una tendencia, parece moda entre los conservadores que quieren que las cosas no cambien y que todo siga igual, es como el refrán de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Esto es un ardid para el crecimiento, para el desarrollo, para la democracia, para los cambios sociales y políticos, parte de la sociedad mexicana ha preferido por décadas tener líderes corruptos que tener que hacer cualquier gestión para cambiar de líder.
¡Veamos! Una cosa es sobrellevar que los conservadores convoquen movilizaciones de FRENA, tener al INE disfrazado de árbitro cuando es bien sabido que es un jugador PRIANISTA, tener a la flamante prensa sicaria, y otra muy distinta es la desigualdad, el hambre, la ignominia, los abusos y la miseria que han sufrido millones de personas en nuestro país en manos de los conservadores, y neoliberales.
La “oposición” quiere mantenerse en el status quo y por ello, hoy por hoy está desierta, y desdibujada. El odio contra el presidente y el clasismo anquilosante del que hacen gala, les ha pasado una factura muy alta que tiene un sabor a desesperación y derrota, por no tener un solo argumento que se le pueda enfrentar a este cambio, a esta transformación.
Ni hablar, aferrarse al status quo los ha llevado a negar la única verdad inherente, esencial en la vida: el cambio.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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