En el marco de la Cumbre de Líderes del G20, el presidente de Argentina, Javier Milei, sostuvo su primer encuentro bilateral con el mandatario chino Xi Jinping. Esta reunión ha generado burlas debido a que durante su campaña presidencial, el libertario prometió no negociar con gobiernos comunistas y calificó a China como un régimen incompatible con sus “principios”.
Sin embargo, ahora Milei reconoció la relevancia del gigante asiático como socio comercial, destacando que “China no exige nada, solo que no los molesten”, y subrayando el potencial beneficio mutuo en las relaciones bilaterales. Estas declaraciones sugieren una flexibilización de su postura, reflejo de las presiones económicas que enfrenta Argentina.
En su intervención en la cumbre, Milei no dudó en asegurar que el capitalismo es el sistema para erradicar la pobreza, criticando los apoyos sociales. No obstante, estas afirmaciones han generado fuertes reacciones en Argentina, donde más de la mitad de la población vive en pobreza, una crisis que muchos consideran resultado de políticas desarticuladas y ajustes desmedidos.
El contraste entre las palabras de Milei en foros internacionales y la realidad doméstica plantea dudas sobre su capacidad para articular una estrategia coherente que enfrente los desafíos estructurales de su país. Mientras impulsa alianzas comerciales basadas en pragmatismo, persiste la percepción de que su discurso ideológico carece de conexión con las urgencias sociales de Argentina.
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