Tras casi 30 años de lucha, los productores de jitomate de Florida lograron que el gobierno de Donald Trump reactivara un arancel del 17.09% sobre las exportaciones mexicanas de este vegetal, alegando que se vende en EE.UU. “por debajo de su valor justo”.
De acuerdo con una investigación de Milenio realizada por Diego Salcedo, este impuesto deriva de un fallo de 1996, pausado durante casi tres décadas gracias a acuerdos bilaterales que establecieron un precio mínimo por libra para el jitomate mexicano. Con la nueva medida, el mercado estadounidense, valuado en más de 3 mil millones de dólares, enfrenta tensiones comerciales renovadas.
A pesar de las restricciones, las exportaciones mexicanas han crecido significativamente, pasando de 400 millones de dólares en 1996 a cerca de 2,700 millones en 2023. México abastece siete de cada diez jitomates frescos que se consumen en EE.UU., destacando por su sabor y calidad frente al jitomate floridano.

Sin embargo, la imposición del arancel ha generado rechazo incluso dentro de EE.UU., incluyendo a políticos republicanos y demócratas, así como a la Asociación Nacional de Restaurantes y la Cámara de Comercio estadounidense, que advierten sobre el impacto económico negativo para varias industrias y el aumento de precios hasta en un 10%.
Analistas señalan que el arancel podría obligar a EE.UU. a aumentar su superficie agrícola en un 25% para compensar la reducción de jitomate mexicano, afectando a más de 400 mil familias vinculadas a esta cadena productiva. Este conflicto se suma a otras disputas comerciales prolongadas entre México y Estados Unidos, como las relacionadas con transporte transfronterizo y pesca de atún, en las que México ha salido victorioso tras largos procesos ante la OMC.
La batalla del jitomate en el mercado estadounidense continúa siendo un reflejo de las complejas relaciones comerciales entre ambos países y sus implicaciones para productores y consumidores.
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