Gran parte de mi primer libro, La primavera digital mexicana, estuvo dedicada a la historia de cómo Televisa jugó un papel esencial en la historia reciente de México al cumplir una función de aleccionamiento de las masas, contando la versión de la realidad que le convenía al régimen imperante y que llegó a su fin en 2018, al menos en lo que al gobierno federal se refiere. Traté de dar cuenta de cómo un grupúsculo oligárquico tuvo épocas de bonanza y excesos con base en crear todo un imaginario popular a partir del cual la población mexicana interpretaba la realidad. Televisa nos decía en qué creer, a qué tenerle miedo, a quién admirar, qué comer, qué beber, por qué apasionarnos, pero principalmente por quién votar.
Sinceramente, nunca me imaginé que asistiría junto con ustedes, queridos lectores asiduos, a la decadencia de un imperio anti ideológico que parecía tan sólido, pero que, gracias a que las audiencias cayeron en cuenta de que son pueblo y al mismo tiempo ciudadanía, con las connotaciones que estos términos implican, pudimos llegar al punto en que los otrora “artistas” y comunicadores venerados, paulatinamente van perdiendo notoriedad, credibilidad, y en consecuencia, oportunidades de trabajo, toda vez que literalmente cobraban por mentir, aleccionar o simplemente entretener con base en parámetros irresponsables como el machismo, el clasismo o el racismo, para el caso de actores y comediantes. Toda esa caterva de personajes televisivos busca ahora espacios en las redes sociales, ya sea para pretender, con pobres resultados, hacer lo mismo que hacían en televisión, o bien, para despotricar en contra del gobierno de AMLO, a quien consideran el causante de su desgracia.
A la par de la época dorada de Televisa, que sin duda fue el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), florecía tímidamente Televisión Azteca, fundada en agosto de 1993 gracias a las buenas relaciones entre el poder priista y el empresario Ricardo Salinas Pliego, heredero de la cadena de almacenes Salinas y Rocha, así como de las tiendas Elektra. Ya en el pasado, sus pecados fueron invisibilizados por el establishment, pues de inicio compró la privatizada Imevisión por 45 millones de dólares, de los cuales, Raúl Salinas de Gortari pagó 29 a manera de préstamo.
Los contenidos de la nueva televisora resultaban propositivos y frescos en medio de una tradición puritana de Televisa que se empezaba a volver monótona. Figuras como Héctor Suárez, José Ramón Fernández, Roberto Gómez Junco, Héctor Lechuga, Ausencio Cruz, Andrés Bustamante e incluso el propio Víctor Trujillo (muy distinto a aquello en lo que se ha convertido) ofrecieron contenidos frescos, con un cierto aire contestatario y siempre en contraposición al excesivo apego de Televisa a lo políticamente correcto, que en ese tiempo no significaba otra cosa sino el discurso emanado de la “familia revolucionaria”. Los contenidos de deportes transpiraban anti americanismo que a su vez implicaba el visibilizar los manejos truculentos de Televisa dentro de la liga mexicana de fútbol. El humor de Trujillo y Bustamante iba más allá del pastelazo y el albur facilón; apostaba más por un estilo a lo Benny Hill o Monty Python con énfasis en el disfraz y la caracterización. Se llegaron a ver cosas tan propositivas como una miniserie de misterio donde, en un capítulo sobre vampiros, aparecía al final la canción La Ixhuateca, interpretada por Óscar Chávez, vetado irremisiblemente de Televisa.
Fue también en esa época que Epigmenio Ibarra pudo formar su productora Argos y realizar la telenovela Nada Personal en 1996. Estaba reciente el asesinato de Luis Donaldo Colosio, acaecido en marzo de 1994, y esta telenovela se atrevía a iniciar con una alusión muy directa a dicho suceso, para luego desarrollar una trama de narcotráfico y corrupción que Televisa igualmente jamás se hubiera atrevido siquiera a concebir. Lastimosamente, también había contenidos que tendían a la manipulación, probablemente motivada por la naturaleza manipuladora de Salinas Pliego. En 1995, Javier Alatorre, en su noticiero Hechos, tuvo la osadía de mostrar un rudimentario mapa que trazaba la ruta del “chupacabras” desde el sur de Estados Unidos y cómo se acercaba peligrosamente a la Ciudad de México. Evidentemente se trataba de una burda cortina de humo para tapar los escándalos de corrupción de Carlos Salinas y su hermano, de ahí que la figura del padre de la desigualdad moderna y la del hematófago fantástico quedaran fundidas en el imaginario colectivo para siempre.
En diciembre de 2002, pasando por encima de la ley y presumiblemente con la venia del gobierno de Vicente Fox, Salinas Pliego resolvió por sus pistolas (literalmente) su conflicto con Javier Moreno Valle, empresario que igualmente padece de deudas fiscales, quien era entonces dueño de la concesión de CNI Canal 40, pero que cargaba con el pecado de deberle dinero a Salinas Pliego, por lo que éste tomó por la fuerza la repetidora ubicada en el Cerro del Chiquihuite para impedir la salida de la señal de dicho canal (que hasta entonces había sido otra bocanada de aire fresco) para sustituirla con algo llamado Proyecto 40. La gente, sabedora del conflicto esperó la reanudación de las transmisiones solo para encontrarse con un Sergio Sarmiento que salió a cuadro para justificar el despojo con la misma palabrería que actualmente utiliza para defender a ultranza el neoliberalismo. Cuando a Vicente Fox se le cuestionó sobre si intervendría en aquel despojo para hacer valer la ley, sobrevino como respuesta el mítico «¿Y yo por qué?»
Cuando en las siguientes décadas Televisa incursionó en la mina de oro que supusieron los talk y reality shows, TV Azteca abandonó el enfoque propositivo y fue abrazando poco a poco un enfoque conservador que tendía a reducir la edad mental de las audiencias. Venga la alegría, Cosas de la vida, La vida es una canción, La academia, así como los distintos espacios de noticias, comenzaron a imprimir un sello de apego a “las buenas costumbres” y crear un sentimiento reaccionario en las audiencias. Asimismo, las infancias fueron sistemáticamente ignoradas por la televisora, pues desde 1997 fue abandonado el proyecto Caritele, pese a su éxito y al carisma de su entrañable conductora Adriana de Castro.
Durante la campaña de 2018, Andrés Manuel López Obrador necesitaba ganar para implementar su proyecto de nación en lo que parecía ser su última oportunidad, por lo que Grupo Salinas y su dueño se postraron ante el prócer ofreciéndole su lealtad y evitar el golpeteo. Una de las prebendas inmediatas fue colocar a Esteban Moctezuma, presidente de Fundación Azteca, como secretario de educación pública, es decir; al frente de algo tan delicado como la educación básica gratuita. La otra prebenda, probablemente no verbalizada en su momento, pero dada por hecho por parte de Salinas, era la condonación de impuestos a la que estaba acostumbrado. Afortunadamente, ese error pudo ser reparado. Con Moctezuma en la SEP simplemente jamás se hubiera podido implementar la Nueva Escuela Mexicana. Ésta se vio plasmada poco después de la salida de Moctezuma.
La tóxica combinación entre la mentalidad conservadora y su mala costumbre de no pagar impuestos han hecho que Salinas Pliego lance frontalmente a sus comunicadores en contra del gobierno de AMLO. En 2021 salió Javier Alatorre a decir con toda desfachatez que no se le creyera a Hugo López Gatell, subsecretario de salud que daba los partes oficiales sobre la pandemia; solo porque el empresario se empecinó en mantener activos a sus trabajadores pese a las recomendaciones de distanciamiento social. En 2023, igualmente Alatorre y Alejandro Villalvazo cargaron contra la SEP y el gobierno acusando el resurgimiento del “virus comunista”, bajo mentiras viles como la imposición de lo que llaman ideología de género, la eliminación de las matemáticas y la normalización de formas “incorrectas” de usar el español. No se trataba sino de una vendetta descarada debido a que el gobierno no renovó el contrato con una de las empresas de Salinas Pliego, que se encargaba de imprimir y distribuir los libros en ediciones anteriores.
Actualmente Salinas Pliego está en lucha frontal contra el gobierno y sus simpatizantes, cada vez de una manera más cínica y prepotente, insultando, amenazando, burlándose y amedrentando a periodistas, funcionarios y ciudadanos en general. Sus contenidos han dado un viraje hacia pintar un escenario de caos en el cual el gobierno, según su versión, “atenta contra los ciudadanos”. Incluso, ante la toma por parte de la Guardia Nacional de un terreno em Huatulco, Oaxaca, que Salinas Pliego había destinado a ser campo de golf, y cuyo contrato de arrendamiento venció en 2022, ya que se le había otorgado de manera muy ventajosa por parte de los gobiernos anteriores; Salinas Pliego movilizó a sus corifeos para acusar despojo y atropello. Sin embargo, la toma del terreno por parte del gobierno fue totalmente legítima, más aún si tomamos en cuenta que las reiteradas notificaciones sobre dicho evento fueron públicas.
Salinas Pliego, deudor de 25 mil millones de pesos en impuestos al SAT, está en franca campaña en favor de Xóchitl Gálvez como candidata a la presidencia en este 2024, asimismo, promueve el no pago de impuestos, la legalización de las armas, la homofobia, el racismo, clasismo, gordofobia, entre otros flagelos sociales. Todo ello a través de la red social X, así como de sus señales televisivas, que actualmente son tres. La esperpéntica transformación de visionario a reaccionario ha sido imperceptible para algunos, gracias a que mantiene un auditorio cautivo, aunque ciertamente va en decrecimiento.
Por todo lo anterior, va mi llamado. A sus tías, tíos, suegras, suegros, abuelas, abuelos y sobre todo jóvenes, háblenles de la manipulación y mentiras de Salinas Pliego; háblenles sobre el menosprecio que realmente les tienen él y sus comunicadores y de que se ocultan bajo una máscara de genuina preocupación por la sociedad y de defensa de los valores de la familia mexicana. Concienticemos a nuestras familias para dejar desierto este medio golpista y descarado que sigue la línea editorial dictada por la subcriatura más mezquina de los últimos tiempos. Apaguen TV Azteca. ¡Apaguemos TV Azteca!
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Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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