Muchos han advertido que la carrera hacia la elección del 2024 la apresuró el presidente Andrés Manuel López Obrador con la famosa pasarela de corcholatas. Sin embargo, considero que la estrategia le funcionó porque logró liberar tensión hacia algunas de las reformas políticas que promovió al momento que se incrementó el ruido pre electoral. Esta aventada al ruedo, provocó que los involucrados en la hipotética sucesión presidencial sacaran la casta y se pusieran a chambear con más ímpetu y en mejor forma de lo que venían haciéndolo. Los cuadros del presidente tienen su encanto pero mis favoritos son dos: Adán y Marcelo.
El secretario de gobernación, Adán Augusto López Hernández, es un político que ha hecho su carrera en el servicio público con responsabilidad y mesura. Siempre se ha conducido con temple y su mano izquierda es magistral. El ejemplo más inmediato que pudimos atestiguar para validar que su manejo político es extraordinario, fue durante su presentación en el Senado de la República para el análisis del IV informe del presidente López Obrador. Por diestra y siniestra se abalanzaron los senadores opositores para interpelarlo, con mucha mala entraña algunos, quisieron meterlo en camisa de once varas pero salió airoso. En esta ocasión más que cuarto bat, lo noté como un pitcher de control. Ese tipo de pitcher que coloca la bola en la zona que más daño le hará al bateador. Emilio Álvarez Icaza, ponchado. Kenia López Rabadán, ponchada. Xóchitl Gálvez, ponchada. Juego perfecto.
Fue tanto divertido como doloroso escuchar la respuesta que dio don Adán a la majadera Gálvez cuando esta última levantó un pizarroncito que decía: “AMLO TRABAJÓ CON ECHEVERRÍA”. Con autoridad, el tabasqueño le actualizó a la senadora su calendario político y argumentó: “…se le olvida que el hoy presidente de la República en 1970, por si no se acuerda que Echeverría fue presidente de México del 70 al 76, cursaba el segundo año de preparatoria, en una preparatoria en Villahermosa que se llama Manuel Sánchez Mármol, entonces…”. Mi mente inmediatamente, para ir acorde a la situación, imaginó a la panista haciendo la conocida voltereta de Condorito: ¡PLOP!
Otro gran elemento en el lineup del presidente Andrés Manuel es Marcelo Luis Ebrard Casaubón. Finísimo diplomático, con aplomo y presencia cosmopolita. Se ha enfrentado a varias crisis globales en este gobierno y ha sabido enfrentarlas con gallardía, como el experimentado político que es. La pandemia del COVID-19 lo obligó a sobrellevar difíciles negociaciones con farmacéuticas y otros países para acceder a la compra de vacunas o donaciones de las mismas. Sin duda el gobierno federal manejó mejor que en muchas otras naciones, que a los mexicanos se nos vacunara y claramente Ebrard fue pieza clave para lograrlo.
A Marcelo lo veo como el tremendo pelotero Rickey Henderson, gran bateador y poseedor de un valioso récord: más bases robadas en una sola temporada profesional. Así es nuestro canciller, su carisma le permite estar atento y adueñarse de los reflectores cada que lo considera pertinente. Porque no son casuales sus éxitos y alguno que otro tropiezo en redes sociales, las maneja a la perfección. Tiene un timing excepcional para colocar su agenda pero siempre respetando la pauta que marca el presidente. Además, posee una ventaja sobre el resto de los prospectos presidenciales, conecta con grupos más allá de las fronteras de MORENA. A muchos, eso no les gusta pero mientras la mayor cantidad de votos sigan determinando el ganador en una elección, este recurso será el más apreciado por cualquier político que intente trascender.
Falta mucho pero por ahora, mis peloteros favoritos son Adán y Marcelo: ¡ambos top!
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