El nuevo paquete de aranceles universales impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha comenzado a generar inquietud en los sectores más leales a su base política: los agricultores del medio oeste. A pesar de haberle otorgado más del 78 por ciento del voto en las pasadas elecciones, hoy enfrentan un escenario de incertidumbre y posibles pérdidas económicas similares a las sufridas durante la primera guerra comercial con China en 2018.
Desde su granja en Illinois, Jim Martin, productor de soja y maíz, reconoció que los temores del sector no son nuevos. “Sabíamos que esto llegaría. Nos preocupa cómo se va a resolver”, declaró. Su preocupación se replica en cientos de condados agrícolas que dependen en gran medida de las exportaciones hacia el mercado internacional, particularmente hacia China.

El nuevo esquema arancelario, anunciado por Trump, establece un impuesto del 10 por ciento sobre todas las importaciones hacia Estados Unidos, al que se sumarán recargos adicionales del 34 por ciento para países como China a partir del próximo jueves. Como respuesta, el gobierno chino anunció medidas recíprocas, afectando directamente a productos clave del sector agropecuario estadounidense.
Tan solo en el último año, los agricultores estadounidenses exportaron productos a China por 24 mil 600 millones de dólares, siendo este país su tercer socio comercial, solo por detrás de México y Canadá. De ese total, la soja representó el 52 por ciento, muy por encima de la carne vacuna o el algodón.
El temor no es infundado. En 2018, durante el primer mandato de Trump, China impuso un arancel del 25 por ciento a la soja como represalia por políticas proteccionistas de Washington. Aquella vez, las exportaciones del grano se desplomaron un 75 por ciento, provocando pérdidas cercanas a los 27 mil millones de dólares. Para mitigar el daño, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) inyectó 23 mil millones de dólares en apoyos durante 2018 y 2019.
A pesar del golpe, los votantes de los 444 condados agrícolas del país respaldaron a Trump aún más en las elecciones presidenciales de 2024, con un porcentaje de apoyo mayor que el registrado en 2016. “El presidente dijo que a largo plazo mejoraría. Así que tenemos que decidir hasta qué punto estamos dispuestos a esperar”, comentó Martin, en un tono que mezcla fe con resignación.
El nuevo conflicto comercial se agudiza en un momento complicado: los precios de la soja ya se encontraban en sus niveles más bajos desde 2020, empujados por un exceso de oferta y por el dominio de Brasil en el mercado internacional, beneficiado por la depreciación del real.
Con información de: El Economista
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