En un evento público, Cristian Galarza, activista y defensor de derechos humanos, cuestionó al nuevo dirigente nacional del PAN, Jorge Romero, sobre la percepción del partido como anti-derechos en temas como el aborto y los derechos de las comunidades LGBT. La respuesta de Romero, que buscaba proyectar un enfoque inclusivo, generó controversia debido a su contraste con las acciones legislativas recientes de su partido.
Romero afirmó que el PAN “nunca jamás ha sido considerado como un partido anti-derechos” y aseguró que la doctrina humanista del partido respalda la dignidad de todas las personas, así como la pluralidad en las familias. Sin embargo, reiteró la oposición del PAN al aborto en etapas avanzadas del embarazo, mencionando como ejemplo supuestos intentos de “legalizar” la interrupción del embarazo hasta los nueve meses, un argumento que desinforma totalmente la iniciativa presentada ante el congreso de la CDMX.
La discusión sobre el aborto y las posturas legislativas del PAN
El cuestionamiento a Romero cobra mayor relevancia en el contexto de la discusión en el Congreso de la Ciudad de México sobre la despenalización total del aborto. La iniciativa, liderada por la diputada de Morena Yuriri Ayala y respaldada por el PRI, PT, PRD y PVEM, busca eliminar artículos del Código Penal que criminalizan a las mujeres y personas gestantes por interrumpir su embarazo, incluso en casos de violencia sexual.
La diputada panista América Rangel, conocida por su oposición frontal a los derechos reproductivos, calificó la propuesta como una “monstruosidad” e insistió en que legalizaría el aborto sin restricciones. Estas declaraciones han sido desmentidas por legisladores que aclaran que la iniciativa busca únicamente despenalizar, no legalizar, el procedimiento.
Por su parte, la Comisión de Doctrina del PAN emitió un comunicado respaldando la postura de Rangel y reafirmando el voto en contra de la reforma. La posición del partido ha sido criticada por organizaciones civiles y legisladores, quienes señalan que esta postura contradice el discurso de inclusión que el propio Jorge Romero buscó proyectar.
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