Yo tendría unos cuatro años cuando conocí el mar, viajamos en una excursión a Acapulco, recuerdo que la reunión fue en el Centro, cerca de la Catedral Metropolitana, ahí estaban los compañeros de trabajo de mi mamá, ellos organizaron el viaje: eran cuatro días y tres noches.
Yo iba muy contenta, llevaba mi traje de baño, un salvavidas que me encantaba con los Picapiedra y mi cubeta con pala para jugar en la arena. Viajamos toda la noche y en Chilpancingo hicimos una parada para desayunar, dos horas después estábamos llegando a nuestro destino: el Puerto de Acapulco.
Mire por la ventana del autobús y miré la playa, las palmeras y los hoteles de lujo que se levantaban majestuosos en la Costera Miguel Alemán, pasamos junto al famoso Hotel Ritz y yo quería hospedarme ahí, pero en esa ocasión, el lugar donde nos hospedamos era más modesto: era el Hotel San Francisco y estaba en el Acapulco viejo, cerca de la Quebrada.
La alberca del hotel me pareció gigante, yo nadaba y me sentía sirena, los desayunos eran deliciosos, esos Hot Cakes con maple me sabían a gloria, conocí las playas de Caleta, comí mangos con chile y limón, probé por primera vez el agua de coco y los tamarindos, mi mamá me compró una bata de toalla color lila, comí pescado empalizado y agua de horchata en la playa, también me dormía en la hamaca.
Nos subimos en una lancha de fondo de cristal, que por cierto estaba toda opaca y yo no recuerdo haber visto peces o la misteriosa silueta de la Virgen que estaba camino a la Isla Roqueta, pero sí disfrutamos mucho aquel viaje en donde me subí al Yate Fiesta y que me asustó un Pirata que llegó sorpresivamente, mi mamá se asoleó y se veía muy guapa, la recuerdo bailando música trópical en el yate, también las casas de los artistas y haber visto a los clavadistas de la Quebrada lanzarse al mar con unas antorchas encendidas.
El último día fuimos a Coyuca de Benítez, a nadar a la Laguna y al mar que me impresionó por las olas grandísimas, ahí vimos el atardecer y al Sol ocultarse bajo las olas en un atardecer anaranjado que aún tengo presente, volaron pelícanos y gaviotas, las palmeras se mecían bajo una brisa maravillosa.
En mi juventud también viajamos a Acapulco, pero ya nos íbamos en Avión o en automóvil, llegamos a otra zona turística cerca del Hotel Calinda, El Cano, el Malibú, íbamos a bailar y a comer a los restaurantes de la Costera, caminábamos mucho, nos gustaba ir a tomar cervezas, bailar y ver a los valientes que se tiraban del Bungee.
Gozábamos el Hard Rock Café, tengo unas fotos junto a la guitarra gigante que estaba frente al restaurante, era muy divertido y era un museo de la música, yo coleccionaba playeras, sudaderas y relojes, era muy fan.
La playa, el sol, la arena y la música eran imprescindibles, la diversión era diferente, recuerdo que me subí a la “Banana” en Puerto Márquez y que nos caímos al agua a medio mar, he de confesar que no soy tan temeraria pero los recuerdos están frescos en la memoria.
Antes y después de la Pandemia volvimos a Acapulco, estuvimos mi esposo Donagh y yo en el Hotel Hotsson, lo llevé a conocer los lugares del puerto en donde fui feliz durante diferentes etapas de mi vida, él cumplió su sueño de ver a los clavadistas de la Quebrada, de ver ballenas y de disfrutar del océano.
Estuvimos recibiendo el Año Nuevo y vi un Acapulco hermoso, radiante y luminoso, el espectáculo fue “Guerrero vuelve a brillar” y recibimos el año con luces de globos de Cantoya, júbilo y pirotecnia, recibimos la llegada del 2023 con gran esperanza sin saber que era un año muy complicado, pero ahí la llevamos.
El 26 de Octubre del 2023 estoy mirando las noticias en las redes sociales y la televisión, estoy intentando no llorar porque la bahía de Acapulco quedó devastada por el paso de un huracán feroz, ayer el panorama en la perla del Pacífico cambió, el huracán de magnitud 5 y la destrucción es en todos los lugares, desde el Aeropuerto, Barra Vieja, Puerto Marquez, el Acapulco Diamante, el fabuloso Hotel Princess y el Imperial Riviera, Las Brisas, la Condesa, los hoteles de La Costera Miguel Alemán, los bares y restaurantes, la estructura del Bungee se cayó, las antenas de telefonía, los centros comerciales como Galerías la Diana, el Hotel El Presidente perdió sus paredes, el Emporio todos sus cristales y sus albercas parecen lodazales, las palmeras pelonas, las calles están llenas de escombros y de objetos inverosímiles como colchones, fundas, chancletas, ropa, fragmentos de madera, animales muertos y estructuras colapsadas, el Acapulco tradicional, el área de la Quebrada, el Hotel El Mirador, las casas, las calles, todo se lo llevó el viento, nadie se salvó, este huracán no discriminó, perdieron por igual pobres y ricos, ahora solamente les resta sobrevivir y volver a comenzar.
Desde el huracán Paulina no habíamos visto semejante panorama, desde El Tintero Rebelde los convocamos a ayudar para que este bello lugar vuelva a recuperar su esplendor, el Presidente López Obrador fue ayer a ver lo sucedido y el Ejército Mexicano ha puesto en marcha el Plan DN-III, los invitamos a donar lo que puedan, México es siempre solidario y nuestra gente en Guerrero nos necesita, ayudemos todos para que nuestro magnífico Puerto de Acapulco vuelva a brillar…
FuerzaAcapulco #Animo #NuestroCorazonConGuerrero
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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