“Los años develarían otros secretos del poder inmenso de García Luna: el primero de diciembre de 2006 tomó el mando absoluto de un operativo especial para tomar por asalto el Congreso de la Unión, que sesionaba aquel día en la Cámara de Diputados, para que Calderón se impusiera la banda presidencial y se juramentara él mismo como sucesor de Vicente Fox.
Como nunca había pasado en la historia del país, aquel día el Estado Mayor Presidencia (EMP) cedió su mando a la Marina Armada de México para que coordinara la toma de posesión de Calderón… Después de ese día, Calderón no regresaría jamás al Congreso de la Unión. Llegó por la puerta de atrás y se fue con las manos manchadas de sangre”
GARCÍA LUNA, EL SEÑOR DE LA MUERTE
FRANCISCO CRUZ
Editorial Planeta
Páginas 23, 24
Amaneció con mucho frío pero eso no importó, al fin y al cabo que en unos minutos entraría en calor. Íbamos mi esposo y yo, él a trabajar y yo a acudir a una de las citas más bonitas con la historia de nuestro México.
Y cómo no sería una cita bonita si me había enterado, apenas un día antes de la invitación que sacó la entonces Jefa de Gobierno, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo para todas las personas que quisieran asistir y sobre todo llevar su bicicleta para visitar el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), recorrer sus pistas y andar por todos los recovecos de las instalaciones que, aunque aún no estaban concluidas, sí tenían todo para empezar o continuar con las actividades adyacentes a un aeropuerto.
Pues, como decía, enterándome un día antes, ahí voy a que checaran mi bici, sólo por precaución ya que en esos días solía andar en bici para llegar al trabajo al que acudía todos los días.
Y llegó el domingo 13 de marzo del 2022, una semana antes de que acudiera el presidente López Obrador para la inauguración de esas instalaciones, programada para el 20 de marzo de ese mismo año.
Salí, salimos a transitar por una de las avenidas más hermosas de nuestra ciudad, Reforma, donde domingo a domingo el gobierno local cierra una parte de la circulación a los automóviles para el Paseo Dominical en Reforma junto con el programa de Muévete en Bici para que todos aquellos ciclistas se paseen y recorran toda esa hermosa avenida de la Ciudad de México que los habitantes tenemos la dicha de disfrutar.
Y ahí vamos, llegamos al punto donde él toma su camino para el trabajo y yo el mío, hacia la avenida Juárez. Llego al lugar de la cita, hay una fila enorme de personas con sus bicicletas, y otra fila de los camiones de la RTP (Red de Transporte de Pasajeros), sí, esos camiones verdes, grandes, bonitos que ya nos están esperando. Nos registramos, subimos y emprendemos el viaje hacia la carretera.
Fue un viaje largo, con muchas expectativas, por momentos, cansado y otras ya con la emoción. Algunos van solos, otros acompañados de familia, muchos más son grupos de ciclistas profesionales, hombres, mujeres, niños, niñas, familias enteras, en fin, van de todo y de todos lados. Y llegamos y lo primero que vemos es el enorme letrero de la entrada, imponente. Vemos el gran avión museo que está en la entrada y el grandioso letrero que enmarca e indica a dónde llegamos. Pasamos también por el Museo de Mamut, sólo de pasada, si quieres visitarlo, con la bici puedes regresar, pero ya no nos dio tiempo. Recorremos toda la avenida que es larga, larga, larguísima y por fin arribamos al área de estacionamiento donde todos empezamos a bajar de los camiones; vemos a la Guardia Nacional y al Ejército que están por todos lados cuidando todo y cuidándonos a todos. Se siente bonito, nos sentimos cuidados. Todos amables y muy atentos.
Ahora, ya con bici en mano, a escoger para dónde ir, a las pistas, a las instalaciones, a conocer los famosos baños con diferentes temáticas todas relacionadas con nuestra cultura, a ver a la orquesta del ejército que está amenizando a los visitantes, hay mucho para escoger, el aeropuerto es inmenso, ¿A dónde?
Me encuentro con un conocido de bici que anda solo, amable, respetuoso y atento, congeniamos y nos ponemos de acuerdo para hacer el recorrido juntos y emprendemos el recorrido, escogemos ir a pasear, a recorrer las pistas, y sí, afirmo porque así será, que fuimos de los únicos que tuvimos la suerte de recorrer lo más que pudimos esas pistas del aeropuerto, fueron para nosotros, todos los ciclistas que se animaron a andar por ellas, por esas inmensas pistas una experiencia inolvidable, y fuimos pocos los que nos aventuramos a recorrerlas todas y fue la única y última vez que esas inmensas pistas fueron abiertas para recorrerlas en bici y puedo decirlo, fui una de las afortunadas en recorrerlas a mis anchas.
Ahí íbamos, pedaleando a todo lo que daba el cuerpo, queriendo abarcar toda la pista con la sensación de la libertad y con la mirada puesta en el infinito pues no se lograba ver el final de las pistas. Con una sensación de verdadero agradecimiento, volteo hacia arriba y el cielo está de un impresionante azul, el sol pega directo, de frente con todo lo inclemente que es pero eso no importa, lo verdaderamente importante es seguir recorriendo, seguir disfrutando, seguir pedaleando por todos esos rincones pues será la única vez que los tendremos a nuestra disposición. Y también buscando los cerros que estorbaban (como no se cansaron de decirlos los medios convencionales) y nunca los encontramos.
Llegamos hasta donde está la Torre de Control, totalmente chueca, casi casi como la Torre de Pisa, toda inclinada (sarcasmo). Una torre imponente, impresionante, majestuosa; por cierto, estaba derecha, hermosa en su diseño. Nos detuvimos, a tomar las fotos y a verificar que, efectivamente sí está derecha, aunque ahora, años después, igual y la oposición la seguirá viendo chueca, el chiste es encontrarle defectos a todo lo que huela a la 4T, aunque no los tenga. Los “comunicadores” corporativos se seguirán regodeando en el fango de la mentira, pues en ese entonces trajeron un día sí y otro también, que si la torre chueca, que si el cerro, que si las pistas, que si los gastos, que si la central avionera, en fin.
Y ahí vamos de regreso, cruzando todas esas vías, esas pistas interminables, subimos una rampa, ahora ya conocida por donde se sube para la entrada, un buen desafío. Llegamos y vemos que siguen arribando al aeropuerto camiones con gente con sus bicis, nosotros ya bañados de sudor y en punto de la deshidratación nos detenemos en un puesto de control que manejan los soldados, nos dan agua de jamaica y una fruta, nos refresca y nos sabe a gloria esa agua. Lo dicho, ahora con nuestras Fuerzas Armadas nos sentimos cuidados, cobijados.
Seguimos nuestro camino, ahora para entrar a las instalaciones del aeropuerto. Se ve inmenso. La oficial de guardia nos dice dónde dejar nuestras bicis, las acomodamos y nos encaminamos a la entrada. Nos encontramos al gran Epigmenio Ibarra con su cámara grandota al hombro, se nota pesada, está grabando y me emociono y me acerco para saludarlo, nos atiende a todos con su seriedad pero amable. Ya adentro todo se ve impecable, corremos para ver los baños, los famosos baños con sus diferentes temáticas, de luchadores, de calaveras, de nuestras culturas, de nuestro cine nacional, en fin, unas verdaderas hermosuras. Salimos para alcanzar a escuchar a la gran orquesta del Ejército que está tocando, amenizando a todos los visitantes.
Termina nuestro recorrido, vamos de regreso al RTP que nos trae de regreso. Como un dejavú, desandamos nuestros pasos para regresar a la ciudad. Vamos cansados de tanto pedalear, con hambre con sed pero contentos. Todos ya en plan de camaradas pero ya sin ganas de platicar. La experiencia fue exhaustiva y nos dejó agotados, totalmente agotados.
Entramos a la ciudad y el camión agarra de nuevo por Reforma y llega cerca del Metro Hidalgo, se estaciona y vamos bajando, cuidando que nos entreguen nuestra bici, nuestra preciada bici que fue la que nos dio el pretexto para acudir a esa hermosa cita, a esa hermosa invitación por parte de la entonces Jefa de Gobierno.
No puedo bajar, estoy atorada por todas las bicis que están frente a mí, me desespero que todos están bajando sus bicis, le digo al compañero de aventura desde la ventana que no descuide nuestras bicis, que las cuide que las reciba y que no les quite el ojo; por fin logro bajar, y para mi sorpresa ahí está él, mi querido amigo y esposo ya con mi bici, cuidándola y nada más viéndome que estoy con un ojo a mi bici y con otro tratando de bajar. No me había dado cuenta que él, ya de regreso a la casa, nos había divisado y se adelantó también en su bici, viendo para dónde agarraba el camión. La sorpresa es más que agradable y me recibe con un gran abrazo, con un gran beso. Qué felicidad haber tenido ese paseo y llegar y ser recibida de esa forma.
Hemos estado en un aeropuerto que estaba, en ese momento, a una semana de su inauguración. Fue un recorrido lleno de emoción, de alegría, de compañerismo. Pudimos experimentar la grandiosidad de conocer el trabajo bien hecho de soldados, de civiles, de mexicanos orgullosos de su trabajo pues se ve en el resultado final que se hizo con amor, pasión, con dedicación.
Todo esto, a propósito de la mención del premio Prix de Versailles sobre el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles que está dentro de los seis más hermosos del mundo. El tiempo pasó y el AIFA siguió con su curso normal y ahora, con esas menciones que nos hacen sentirnos orgullosos.
Disgregando
1
Nunca se deben olvidar las muertes llenas de “sospechosismo” que se dieron en los sexenios de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Muertes de perfiles de muy muy alto nivel que nunca fueron aclaradas y que a la distancia, ahí están.
En el sexenio de Fox, la muerte de su Secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín Huerta, el 21 de septiembre del 2005 cuando se estrelló el helicóptero en el que viajaba. En el calderonato se tuvo la muerte de dos de sus Secretarios de Gobernación, el primero Juan Camilo Mouriño Terrazo, el 4 de noviembre del 2008 en el tristemente famoso avionazo que cayó en Reforma y Periférico en plena zona esmeralda como se le conoce, de la ciudad de México, en el mismo accidente murió el que en ese entonces se conocía como el Zar Antidrogas, José Luis Santiago Vasconcelos. El segundo Secretario de Gobernación del sexenio de Calderón que murió en otro helicopterazo fue Francisco Blake Mora. Murió el 11 de noviembre del 2011, cuando el helicóptero en que iba se estrelló en Chalco.
Tampoco debemos olvidar cómo fue que la hermana de Felipe Calderón, la señora conocida como Cocoa, Luisa María Calderón, que quería ser gobernadora de Michoacán, acudió al crimen organizado para que le financiara su campaña. El video ahí está, las evidencias ahí están, las declaraciones para deslindarse… pues también.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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