Salvo Aguascalientes, que de acuerdo con las últimas mediciones se encuentran en un empate técnico con una ligera ventaja de la candidata de la “Coalición va por Aguascalientes” sobre Nora Ruvalcaba de MORENA, todo parece indicar que ese partido se alzará con el triunfo en los Estados de Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Quizá Durango también se encuentre entre el consuelo de la derecha con posibilidades reales de alcanzar el triunfo pues nada esta escrito. Pero a diferencia de las otras cuatro entidades donde MORENA lleva amplia ventaja, poco les queda por hacer a las y los contendientes de la oposición.
La derrota es inevitable al menos en la percepción y en la inevitable reconfiguración política, por lo que la oposición ha emprendido acciones desesperadas en aras de no perder en Aguascalientes y Durango, recurriendo a viejas y nuevas prácticas de coacción del voto, pero, además, han recurrido a grupos de choque que con toda seguridad llevarán a cabo actos violentos para tratar de inhibir la participación del electorado. Aunado a la posibilidad real de perder las seis contiendas electorales, el PRI y el PAN saben que de esta derrota podrían quedar completamente disminuidos al tratarse de los últimos bastiones que poseen.
Esto significaría para el blanquiazul quedarse sólo gobernando tres Estados de extracción panista: Guanajuato, Querétaro y Yucatán. El PRI por su parte, la tiene aún más complicada, pues perderá Oaxaca e Hidalgo, aunque en este último Estado se empeñan en construir la narrativa de que “Caballo que alcanza, gana” sin embargo, no es así. La entidad ha dado claras muestras del repudio generalizado al tricolor pero, por encima de todo, es una de las entidades donde la ciudadanía pareciera estar “lópezobradorizada”.
Aunque el PRI y el PAN con perder estas entidades verán disminuidos de manera significativa sus los recursos públicos, y, por ende, su capacidad de operación electoral, lo cierto es que, quién más pierde es el PAN pues se hace ver ante los partidos de la Coalición como el instituto político que posee mayores condiciones para hacer frente a MORENA y López Obrador. Sin embargo, esta elección está marcada como la antesala de la derrota en el 2024 para la coalición en conjunto y para el decimonónico Movimiento Ciudadano.
Obviamente esto ha provocado la desesperación de las cúpulas panistas y priístas, del PRD no se puede hacer referencia pues lastimosamente terminó siendo satélite de ambos partidos y no representa un aliado de respeto, sino un relleno para maquillar la supuesta pluralidad de la coalición. Una pena la inminente extinción del perredismo, ese muerto, que decían las cúpulas matábamos los que asumíamos una postura crítica, no gozaba de cabal salud como se empeñaban en demostrar. Las corrientes mayoritarias terminaron por matarlo.
Por como está el escenario actual y la derrota por venir para la oposición, que por cierto, si está moralmente derrotada, desde la semana pasada se han incrementado los mensajes de desinformación y futuristas de la oposición por la única vía que posee para llegar al electorado: el tuíter. Baste ver las declaraciones de personajes tan reprobables como la panista Mariana Gómez del Campo que le ruega en redes sociales a Movimiento Ciudadano declinar por el abanderado de la Coalición Va por Tamaulipas. Por si eso fuera poco, muestra sus dotes para ver el futuro que ¡ni Mhoni vidente!, pues publica mensajes en la red social pidiéndole al electorado que se prepare para lo que viene pasando el proceso electoral. Según ella, los precios de la gasolina se van a ir al cielo. Una de dos: o puede predecir el futuro o de plano acepta desde ya la derrota y reconoce que MORENA puede llevarse las seis elecciones.
El caso es que tanto el PRI como el PAN traen de cabeza a sus asesores exigiéndoles una estrategia clara que aminore la percepción de la derrota. Apostaría a que en algunas entidades van a denunciar que hubo operación de Estado y participación del crimen organizado al que terminarán atribuyéndole el triunfo. Discurso que repetirán miles de veces hasta el hartazgo y que, a pesar de basarse en la mentira y en la diatriba, lo mantendrán vigente por la eternidad.
El plan B está en marcha, violentar la elección del 5 de junio por distintos medios, generar confusión, inhibir al electorado y construir un discurso de derrota anticipada. Aunado a eso, con toda seguridad, preparan una estrategia que incluye a los tribunales electorales. Salvo un ingenuo no se percataría de que, al menos en las entidades donde la contienda es cerrada, ya se pasean en los pasillos de los tribunales para ver de qué tamaño es la conciencia que quieren comprar.
En fin, la derecha no logra entender que de poco les ha servido anteponer discursos de odio sobre propuestas, pero, como a cada guajolote le llega su navidad, así le llegó la elección a la oposición.
Para acabarla de amolar
Mariana Gómez del Campo miente un día sí y el otro también. Pero el problema no radica en la ola de mentiras que desata en redes sociales, tampoco en su nula presencia en la Ciudad de México o su poca trascendencia en el país. El problema está en que absolutamente nada aporta a la vida política. En su paso por la anterior ALDF, el Senado de la República y la Cámara de Diputados, de poco o nada trasciende su trayectoria legislativa, visto de manera objetiva. Gómez del Campo, que sólo ha ganado una elección, es una de las principales opositoras (por consigna) a la Reforma Electoral. Con razón se queja, pues uno de los objetivos de dicha reforma es obligar a todo contendiente a hacer campaña en el territorio. ¿Cómo le iría a la panista pedir el voto en las calles?
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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