Hace 10,000 años nuestras culturas prehispánicas domesticaron al tatarabuelo del maíz como hoy lo conocemos para el beneficio de los mexicas y del mundo. El Dios Centéotl, el maíz, nos ha alimentado por muchas generaciones. Somos tortilla y el maicito está en nuestra carne y nuestra sangre. Las amamos, decoramos, sacralizamos, consumimos todos los días y de muchas formas.
En una realidad paralela a la citadina, al centro de la mesa de doña Erika, está la pila de tortillas calientitas que ella tortea dos veces al día. Su marido y sus siete hijos esperan con mucho respeto sentados alrededor, para iniciar un ritual de sumo agradecimiento por esta bendición que les permite vivir saludables y con energía.
Estas tortillas recién hechas huelen a tierra, a campo a planta recién cortada. Saben a cielo, a flores, a sol, a dulce. Son naturales, ellos mismos siembran la semilla, la seleccionan, la cuidan, la riegan. Más adelante deshierban, desgranan, muelen. Es un proceso largo, de mucho trabajo y poca certeza y que justo empieza este mes de abril. Para una buena cosecha y lluvias abundantes se requiere la ayuda durante casi todo el año, de santos como San Andrés, San José, San Isidro, San Juan y por supuesto de la Madre Tierra. Es una cosmovisión sagrada, un culto ancestral.
Esto es ya casi un privilegio que sólo ocurre en las comunidades y pueblos que a pesar de todo, se han aferrado a sus costumbres y siguen trabajando la tierra. Sin embargo, en muchas ciudades del país, esa mística del México profundo se ha reducido a la triste realidad que representa una tortilla sintética, modificada, insípida. Tortillas pirata manufacturadas por Maseca y Minsa, dos empresas que cotizan en la bolsa de valores y que nacieron con la privatización de la paraestatal Miconsa en 1993. Sí, en el periodo de Salinas de Gortari.
Con esta visión de la harina de maíz como un mega millonario negocio global y sustentable (tramposos términos neoliberales) la calidad de la tortilla se ha deteriorado a tal grado, que ahora francamente ya no se sabe qué es en realidad lo que uno está comiendo. En 2019 la Asociación de Consumidores Orgánicos hizo un análisis de estas harinas y encontró la presencia de maíz transgénico, así como altos niveles de glifosato, químico herbicida probablemente cancerígeno.
Por ello, es fundamental para la salud de los mexicanos, que se apruebe la norma oficial NOM 187 que se ha tratado de impulsar en estas semanas. Esta propuesta busca defender a la tortilla tradicional frente a la masa de harina de maíz industrializada. Contempla clasificar a las tortillas en tres tipos: 100% maíz, de harina de maíz y combinada. Dichas clasificaciones deben estar visibles en etiquetados, anuncios y en las tortillerías para una compra informada. Además, se prohíbe el uso de colorantes, blanqueadores o cualquier otro aditivo adulterado o dañino para la salud y se pretende especificar cuando se trate de Maíz Nativo.
Sin embargo, el problema es complejo. Homero López García, líder del Consejo Nacional de la Tortilla integrado por alrededor de 180 mil tortillerías en todo el país, fijó su postura en contra de la NOM 187. El dirigente en realidad se ha dedicado a criticar y a ir a contra corriente. Al inicio de la administración del gobierno actual, el jefe del Consejo pedía a gritos una norma para la tortilla. Incluso insultaba al Procurador Federal del Consumidor Ricardo Sheffield llamándolo cobarde y metiche. Ahora rechaza la iniciativa con la excusa de que va a encarecer aún más el precio del producto como si de eso dependiera.
El debate y la información de esta norma fundamental, ha pasado de noche por los medios conservadores y los contados comentaristas que se han ocupado de ella, se han unido a la postura en contra, de Homero López García. ¿Coincidencia? No lo creo.
Al margen de si se aprueba o no la NOM 187 lo que va a evitar que sigamos consumiendo veneno, es la labor que está realizando el presidente Andrés Manuel López Obrador quien en el 2020 aprobó un decreto con el cual se eliminará en el territorio azteca el uso del glifosato y del maíz transgénico. Así mismo, también expidió la Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo.
El presidente de México es nuestro mejor aliado. Hace algunos días en La Mañanera dijo categórico que “No se va a hacer negocio con la salud del pueblo” y que es fundamental impulsar la siembra del maíz para garantizar la soberanía y la salud alimentaria.
A nosotros como sociedad civil organizada nos toca exigir al poder legislativo que proteja al Maicito tan apreciado por los mexicanos y a las empresas de alimentos ultra procesados, demandarles el cumplimiento de sus responsabilidades en lo concerniente a respetar uno de nuestros más básicos derechos humanos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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