El confinamiento en México, conocido como la Jornada Nacional de Sana Distancia, comenzó el 23 de marzo de 2020. Las autoridades sanitarias y educativas ordenaron el cierre de las escuelas y el cese de actividades presenciales. Muchos jóvenes pasaron de la secundaria a la preparatoria o la universidad sin haber visto sus escuelas durante mucho tiempo. La pandemia obligó a todos a usar plataformas digitales para seguir con sus estudios, lo que cambió la forma en que socializamos en muchos casos, sobre todo en las comunidades más distantes de las capitales del país, donde el acceso a internet y a dispositivos electrónicos para estudiar complicó el uso de las nuevas tecnologías.
Las escuelas en México permanecieron cerradas por más de 250 días debido a la pandemia de COVID-19. Los profesores y planes de estudio se adaptaron para continuar la educación a distancia. México fue el país que más tiempo mantuvo las escuelas cerradas, según la OCDE. El 13 de agosto de 2021, el Presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la reapertura de las escuelas públicas, reconociendo que las relaciones sociales son esenciales para el desarrollo emocional de los jóvenes.
Con el fin de las restricciones sanitarias, los jóvenes volvieron a sus actividades en escuelas y lugares de esparcimiento. Sin embargo, el impacto psicológico del confinamiento sigue presente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 50% de los adolescentes experimentaron problemas emocionales como ansiedad y problemas de sueño; el Dr. Hugo López Gatell, durante la presentación de los resultados del estudio realizado por Population Council de México (11 octubre 2021), señaló la necesidad de construir consenso para el diseño, implementación y análisis de políticas públicas con sensibilidad social en torno a la juventud, pues el estudio arrojó el incremento de los niveles de ansiedad y depresión en las juventudes: tres de cada cinco jóvenes mostraron síntomas de depresión y el 57% experimentaron ansiedad; 43% estuvo expuesto a algún tipo de violencia física, económica o social, siendo las mujeres las más afectadas. De ellos, 28% reportó un aumento en actos violentos, sobre todo en poblaciones indígenas, afro-mexicanas y de nivel socioeconómico bajo.
La pandemia no solo afectó la salud mental de los jóvenes, sino también sus relaciones sociales. El confinamiento causó aislamiento social, afectando la comunicación y el bienestar emocional. Muchos jóvenes se acostumbraron a interactuar virtualmente, lo que dificultó el regreso a las interacciones cara a cara. Además, hubo un aumento en la violencia intrafamiliar, lo que perjudicó las relaciones familiares; las restricciones de movimiento dificultaron que las víctimas buscaran ayuda. Según datos del INEGI, se registró un aumento en los casos de violencia sexual en jóvenes: el 10% de las adolescentes reportaron haber experimentado violencia sexual durante el aislamiento. Un informe de la UNFPA en México indicó que el confinamiento provocó que aproximadamente el 20% de las adolescentes no pudiera acceder a métodos anticonceptivos, lo que resultó en un incremento en los embarazos no planificados.
Hay que reconocer también el incremento en casos de suicidio en los últimos años entre adolescentes de 15 a 19 años, que ha sido del 20%, atribuido a factores como la falta de apoyo emocional y las exigencias académicas o sociales. Entre otros factores, el aislamiento social también trajo consigo el incremento del uso de sustancias psicotrópicas en jóvenes, la afectación en las habilidades de comunicación y en el bienestar emocional en las juventudes, y sentimientos de inseguridad.
Pero no todo está perdido; en medio de los desafíos, hemos visto surgir la fortaleza, la resiliencia y la capacidad de nuestros jóvenes para adaptarse y prosperar. Para ayudar a los jóvenes a superar estos desafíos, es importante implementar estrategias efectivas, por ejemplo:
- Facilitar el acceso a servicios de salud mental para manejar la ansiedad y la depresión.
- Desarrollar programas que aborden las adicciones y problemas emocionales.
- Fomentar las actividades deportivas, culturales y educativas para promover un ambiente saludable.
- Crear espacios seguros y de apoyo para que los jóvenes expresen sus preocupaciones y reciban ayuda.
Todas estas actividades deben contar con un enfoque que permita profesionalizar a los jóvenes en la medida de sus gustos y aspiraciones, con la apertura de espacios dedicados a la integración social, al desarrollo físico y emocional, reforzado por la cultura y el deporte, y no solo como un elemento complementario educativo sino como un elemento esencial del crecimiento emocional y profesional de los jóvenes.
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, anunció la estrategia “Vida Plena, Corazón Contento” para atender la salud emocional y mental de los jóvenes en escuelas públicas. Esta iniciativa incluye jornadas escolares de actividades dirigidas a estudiantes, docentes y cuidadores, y la presencia de personal especializado en salud mental para realizar sesiones individuales y grupales. Además, se brindará atención universal a alumnos de primarias, secundarias y preparatorias públicas, y se complementará con una campaña de prevención del suicidio. Se presentó la línea telefónica para atención emocional llamando al número 911 y *0311 de Locatel. Se crearán 100 centros de cuidado de las emociones y brindarán, sin costo, orientación psicológica, acompañamiento y herramientas para fortalecer este ámbito. Además, en cada UTOPIA de las 100 que se construirán en la Ciudad, se contará con un cuenco de las emociones para la atención primaria a problemas relacionados con la salud emocional.
También señaló la construcción de la Clínica de Emergencias en Salud Mental, que brindará servicio inmediato. Y especificó: “Este será un espacio amplio, grande, fuerte; me refiero a que tendrá todo el equipo necesario y trabajará las 24 horas.”
La política pública dirigida a la salud emocional de las juventudes debe ser transversal e interinstitucional, con la participación de las escuelas públicas y sus clubs de aprendizaje, con el Instituto de la Juventud, sus brigadas de intervención comunitaria, el hospital de las emociones y sus actividades para el desarrollo de las juventudes, las UTOPIAS de la Ciudad de México, los PILARES, los centros de salud y demás instituciones enfocadas en la salud, las emociones, el desarrollo físico, mental y espiritual, y la reconstrucción del tejido social.
La pandemia del COVID-19 fue un desafío sin precedentes, pero también una oportunidad para reevaluar y fortalecer los recursos disponibles para la juventud. Con un enfoque en la salud mental y el bienestar, podemos construir una comunidad más fuerte y preparada para enfrentar futuros desafíos. Nos dirigimos hacia un año venidero con esperanza y optimismo, confiando en que juntos, podemos crear un futuro donde cada joven tenga la oportunidad de ser feliz, crecer y prosperar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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