Después de mas de 50 años del trágico hecho acontecido en Tlatelolco, si algo queda seguro es que el PRI, que por tantos años aprovechó el silencio de la gente, en parte por miedo a un sistema represor impuesto por el revolucionario institucional y en parte por no contar con las herramientas necesarias para hacer escuchar fuerte su voz, ante el silencio cómplice de los medios privados y a su vez por intelectualoides de prepago al servicio del viejo régimen; hoy ya no aguanta ni calla más, los atropellos que pretenden cometer tan pronto llegan al poder los políticos que se unifican en el Frente Amplio por México.
No es gratis que cada vez que su candidata de facto, Xóchitl Gálvez, se acerca a comunidades marginadas por los partidos que representa, es corrida al grito de corrupta, por los integrantes de esas zonas rurales.
La realidad que recibe en nuestros días a la todavía senadora, la sorprende lo mismo que a los dirigentes de los partidos que ella representa y al mandamás don dinero; piensan, con toda la sagacidad que les caracteriza, que las protestas en su contra son producto de gente comprada con los programas sociales, proyectos pensados para disminuir los síntomas de la terrible enfermedad que los partidos de oposición endilgaron a través de generaciones: la pobreza.
No son capaces de pensar que el rechazo que hoy enfrentan es producto de ese pueblo cansado de ellos y sus falsas promesas; es el hartazgo de haber vivido un Tlatelolco, un Atenco, un Nochixtlán, un Iguala.
Ni sus millones de pesos procedentes del sector privado, ni sus alianzas con actores de gobiernos externos, ni sus notas a modo en los medios moribundos que ya pocos ven, ni sus alianzas con los jueces y personas afines en el INE, pueden comprar la paz que le quitaron a la gente o resarcir su dolor, no les alcanza todo el dinero mal habido para mercar la conciencia de los deudos, que ahora sabe que tiene voto, voz y derecho para reclamar aquello con lo que se sienten inconformes y el Frente y sus dirigentes están comenzando a lidiar con otro hartazgo: el de sus donantes.
Sus mecenas se están hartando también de la falta de resultados, de los estrepitosos descalabros convertidos en derrotas electorales, en el acotamiento cada vez más estrecho de sus lugares de acción, de ver que sus millones se los embolsan, como siempre han hecho, unos pocos, mientras el barco se hunde; ese proyecto convertido en naufragio que va en picada hacía el fondo de todo un mar lleno de las promesas incumplidas de Alito, Marko o Zambrano y que ya vislumbra su segundo descalabro consecutivo en elecciones federales, pues ese pueblo que despreciaron durante décadas, ahora les paga con la misma moneda y les desprecia a ellos.
No debe ser fácil trabajar como comunicador al servicio de la oposición, ni dirigente de esta y mucho menos, candidata de ese “Frente”; después de todo, ya están marcados, son reconocidos y repudiados, aunque se vistan con traje y corbata, aunque salgan maquillados y empolvados en las pantallas, aunque truqueen fotos para quitarse peso y edad y aunque vistan huipiles y los acompañen con bolsos de cuero de lujo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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