Ha de ser bastante molesto para López Obrador observar cómo se mancha el proceso de sucesión en la Ciudad de México y la manera en que las tribus morenistas se lanzan de patadas por debajo (y por encima) de la mesa sin una mínima dosis de recato. Y no precisamente porque no tenga inclinación por alguno de los cuatro contendientes, sino porque sabe que las ambiciones personales y/o de grupo, son las que históricamente deterioran a los movimientos como ha sucedido durante décadas en la izquierda partidista de este país.
En este espacio hemos reiterado que cada vez se hace más evidente el desaseo de MORENA en la capital a partir de regresar a las prácticas que llevaron al fracaso al PRD por personajes que hoy se consideran dueños, no sólo del partido sino del movimiento en general como si éste se redujera a un espacio de poder y no como la vía capaz de transformar al país.
No por nada las recientes declaraciones de Paco Ignacio Taibo de sacudir al partido para no cometer los errores del pasado o las opiniones en el mismo sentido del histórico columnista de “La Jornada” Miguel Ángel Velázquez quien advierte desde hace varios meses la operación de las tribus y el manejo sectario de liderazgos de MORENA en la Ciudad de México. Empero, si bien existen coincidencias en el análisis de ambos personajes, también es cierto que les falta agregar un elemento clave que no se puede negar o que quizá poco se atreven a señalar para no dar raspones, nos referimos a la operación de varios funcionarios del gobierno capitalino para crear estructuras alternas disfrazadas de movimientos, destinando recursos públicos para favorecer a algunos y cerrando la puerta para resolver las legítimas demandas de otros.
Esta práctica resulta condenable y no pasa inadvertida por AMLO quien tuvo que salir el martes pasado a enviar un mensaje contundente a los orquestadores de las campañas de desprestigio dentro del movimiento: los cuatro contendientes habrán de someterse a la decisión que establece la regla interna aceptada por todos y, cualquiera que sea el resultado, contará con la aprobación del presidente. Agrega un elemento más: si existe algún indicio de falta de probidad como muchos en MORENA pregonan lanzando la piedra y escondiendo la mano, existen causes suficientes para alejarlos de la contienda.
Por otra parte, también hay otros elementos a analizar con lupa, por ejemplo, la estrategia de registrarse como aspirante a la jefatura de gobierno (a sabiendas de no tener posibilidad alguna) para tratar de imponer condiciones en las alcaldías y diputaciones o garantizar permanencia e inclusión en el gobierno capitalino. Esta práctica es motivo de análisis pues la dirigencia capitalina está completamente rebasada y pareciera que no se entiende que el movimiento está obligado a fortalecerse desde la comunidad y no desde el ejercicio de gobierno. Por lo tanto, las declaraciones de Andrés Manuel debieran tomarse como un llamado de atención, aunque la evidencia muestre que la práctica actual no sólo no se detendrá, sino que se agudizará.
En la Ciudad de México el reto de transitar en un proceso limpio puede verse mayor sin que eso signifique menospreciar a las demás entidades, pero siendo este el principal bastión de la izquierda, se debe cerrar el paso a todo aquel que desprestigie al movimiento y que no sea capaz de comportarse de manera leal a los principios que en el discurso enaltece la Cuarta Transformación. Se debe cerrar el paso a la simulación y al chantaje, pero también a la manipulación desde el ejercicio de gobierno como en los tiempos de la hegemonía priísta pues ahora resulta que el gobierno de la ciudad hace con sus oponentes internos lo que la ex regencia hacía con la oposición de aquel entonces.
Desde hace tiempo hemos hecho hincapié en la necesidad de poner en práctica la autocrítica en MORENA, y, por más lejana que se observe y las consecuencias que acarrea el evidenciarla, al menos existe la posibilidad de que el peso moral de AMLO logre permear en la militancia y en los simpatizantes del movimiento para dejar claro que su destino, no está sujeto a las tribus o las estructuras partidistas, sino que radica en sus propias convicciones.
P.D. En algunas alcaldías (muy pocas, por cierto) destacan esfuerzos que llevan un largo camino de trabajo cercano con la comunidad, ya sea con los núcleos agrarios, con temas de seguridad o con reivindicación de sectores vulnerables como sucede en Milpa Alta, Álvaro Obregón o la Gustavo A. Madero respectivamente. En estos territorios, sería lamentable que se repitan las designaciones por cuotas (o cuates) y no se considere a personajes que han marcado la diferencia en sus alcaldías con acciones significativas que se apegan a lo que se supone representa la 4T.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios