Hace unos días, desde el Congreso de Nuevo León se planteó la posibilidad de reformar al poder judicial de Nuevo León, debido a un choque político-jurídico de un asunto.
Resulta que el Tribunal Superior de Justicia suspendió y revocó una decisión del Tribunal Electoral de Nuevo León, lo cual, acorde a diversos análisis jurídicos normativos, está fuera de su competencia, por ser un tema de materia electoral.
Por tanto, ante tal cuestión, acorde a diversos diputados del Congreso de Nuevo León, el Poder Judicial del estado está secuestrado por el Partido Acción Nacional (PAN) ya que el presidente sigue siendo Arturo Salinas.
Ciertamente, se necesita de una reforma estructural de todo el poder judicial, no solo del federal, sino general. Además, dicha reforma debe ser de fondo, no de forma.
Acorde a lo planteado desde el Congreso de Nuevo León, nuevamente, solo preocupa el proceso de selección de jueces. Como si la preparación para la administración de justicia fuese algo dado por la naturaleza.
Peor aún, los motivos para reformar al poder judicial no responden a ciertas inquietudes relevantes, como el funcionamiento de la tutela judicial o la constitucionalidad de los procesos jurídicos, sino que devienen de visiones subjetivas que no proyectan pilares sólidos.
Por ejemplo, el tema de la racionalidad de las decisiones judiciales ha sido un tema constante y relevante para la teoría jurídica desde la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, los políticos ignoran ese tipo de situación.
Para ellos, lo que importa es crear mecanismos que politicen la justicia. Por tanto, el tema de cómo mejorar el poder judicial, de fondo, queda de lado, cuando debería ser lo más importante.
Debe existir justicia para todos, no solo para los políticos, que es lo que realmente se busca cuando se dice que se quiere reformar al poder judicial.
Y no resulta muy difícil darse cuenta de esto. Hace unas semanas, Arturo Salinas fue nuevamente nombrado, por unanimidad, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Nuevo León, pero nadie dijo nada. Esto aun cuando la primera vez hubo mucho ruido tras su nombramiento.
Ahora, se intenta vender el cuento de que el poder judicial en Nuevo León está secuestrado y está en contra de cierto partido político, que no hay justicia o que se atenta a la justicia, etc., etc.
Por todo, si realmente se deseara reformar al poder judicial, en general, no habría por qué tratar aspectos de forma, lo cual seguramente en unos años se vuelva a cambiar. Se necesitan, por lo mismo, aspectos de fondo; una reforma que permita renovar el poder judicial.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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