Al parecer la semana de arranque de los aspirantes a la silla presidencial generó más expectativas de las que realmente alcanzó. Unos encomendándose al santo patrono, otros placeándose (literal) y uno que otro apenas pensando que estrategia seguir. Lo cierto es que, al menos para los efectos de lo que se pretende y que derivan en la encuesta, no se ve por donde la estrategia les funcione a algunos, más allá de mostrar músculo en cada una de las entidades. Lo que para nada pasó inadvertido estos días fueron un par de sucesos que por más que uno trata de descifrarlos, nomás no se entienden. Uno de ellos es la invitación de Marcelo Ebrard dirigida a Andrés López Beltrán para ocupar un espacio en el gabinete en una secretaría que parece más concebida en la demagogia que en algún proyecto con eficiencia y trascendencia administrativa. El otro suceso parece estar peor, Claudia Sheinbaum destacando la adhesión de un diputado capitalino panista de poca monta al proyecto (según) de la Cuarta Transformación.
En el primer caso las reacciones no se hicieron esperar, desde el señalamiento del propio Andrés Manuel hasta la necesaria y prudente carta de López Beltrán agradeciendo la invitación, pero rechazando el ofrecimiento en aras de mantener la sensatez que exige el proceso de sucesión. El historiador Pedro Salmerón lanzó una pregunta en una red social “Lo de Ebrard sobre Andrés López Beltrán ¿fue tontería, necedad o provocación?” Dudo mucho que se trate de una tontería, tampoco de necedad, estamos hablando de Marcelo Ebrard cuya trayectoria política y, sobre todo su origen, hacen evidente que calculó perfectamente la trascendencia de su propuesta para poner sobre la palestra la reacción del principal aludido que, por supuesto, no fue el hijo del presidente sino el presidente mismo, o sea, fue una verdadera provocación. Cuantimás cuando los seguidores del Excanciller sostienen una y otra vez la idea de que las exigencias de Marcelo han ido marcando la agenda del “corcholataje” y del mismo partido en esta etapa.
El segundo caso, el anuncio de Claudia, bien puede considerarse como una pifia pues una de las principales quejas del morenismo es la inclusión de externos que gracias al olímpico chapulineo terminan restando la posibilidad de muchos compañeros para acceder a los cargos de representación aún y cuando cuentan con el trabajo territorial que en buena medida construye a ese partido. Así que, no pareciera que en estos pocos días haya mucho que analizar sobre los principales protagonistas del proceso interno de MORENA y como habrá de beneficiar a cada quien en la encuesta, sino más bien hasta donde están dispuestos a cometer errores ya sea por ingenuidad o por provocación con tal de verse favorecidos en el ejercicio.
El caso de Adán Augusto pareciera ser el más destacable y no lo expresamos aquí a partir de las muestras de apoyo que algunos sectores hemos expresado, sino porque en realidad lo que se busca de este proceso es identificar quien realmente reúne las cualidades para dirigir al país desde la óptica de la Cuarta Transformación y no quien es más hermano de López Obrador. Es decir, lo que se espera es que los aspirantes se abstengan o caigan en la tentación de dos elementos clave: la idea de emular al presidente en las acciones que le han significado tal grado de popularidad, así como en el uso de su imagen para tratar de allegarse adeptos. Adán Augusto ha optado por dar voz a distintos sectores en lugares clave que hoy son víctimas de políticas fallidas como el caso de Jalisco o Guanajuato, incluso como es el caso de Zacatecas donde el hermano de otro aspirante (Monreal) no ha sido bien evaluado por la ciudadanía. Adán Augusto ha sido enfático en señalar lo que para una buena parte de la población es una realidad: el movimiento está bajo el acecho de la derecha recalcitrante y de los poderes fácticos de las televisoras que mantendrán la campaña de desinformación para afectar a la Cuarta Transformación y en eso ha centrado su discurso el tabasqueño.
En fin, todavía resta mucho tiempo para saber el desenlace de este proceso y la moneda está en el aire, absolutamente nadie puede sentirse seguro o decirse el favorito de Andrés Manuel, nadie puede sentirse el más hermano (o favorito), así que cualquiera de los principales actores pudiera ser elegido sin que nadie resulte sorprendido, pero en el camino ojalá que, por el bien del movimiento, opten por las propuestas que realmente conquisten al pueblo que habrá de ser encuestado y en el que recaerá la decisión final.
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