Anunciaron, como si fuera algo que debería anunciarse sin pena alguna, la venta del avión presidencial al Gobierno de Tayikistán. Un república pro rusa, con un producto interno bruto inferior al de Ruanda o al de Nicaragua y una extensión territorial muy pero muy inferior a la de México. Por si esto fuera poco, por si el hecho de contribuir a que un país pobre, con una dictadura autoritaria que lleva más de 30 año en el poder, se vista de gloria gracias a nuestra austeridad republicana, la venta del avión tuvo una diferencia de más de ciento veintiséis millones de dólares entre su precio de compra en 2012 y su precio de venta en 2023. Por favor, no me vayan a decir que la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta es normal. No estamos hablando del coche que compraron a crédito en la agencia y que se deprecia en cuanto sale de esta. No. No. No.
El avión presidencial José María Morelos y Pavón, fue utilizado a lo largo de 2 años 9 meses por Don Enrique Peña Nieto, ese prócer de la patria que supo conciliar como pocos el espíritu democrático, el estilo, las buenas formas y la generación de memes, 2 años 9 meses durante los cuales realizó más de 130 vuelos en los que viajó con su mujer, artistas, familiares y amigos, a países como Francia, Turquía, Italia, Rusia y China ¿De verdad van a argumentar que un avión con tanta historia y en cuyos democráticamente palaciegos excesos y espacios sucedieron cosas tan importantes, que solo podrían encontrar lugar entre las páginas de TVyNovelas, se podía depreciar? ¡Por el contrario! Un espacio histórico como ese, no podía más que aumentar su valor día con día.
Frente a ello ─como era de esperarse entre los grandes y austeros demócratas del despilfarro que abundan en la oposición─ no han faltado quienes insistan en la apremiante necesidad que tendrá el próximo gobierno, de comprar un nuevo avión presidencial. Un avión que permita al próxime presidente contar con “una oficina volante para un presidente que suele viajar por el mundo.” Y es que, por un minuto, pónganse en sus zapatos ¿Quién en su sano juicio quiere habitar la misma tierra que habita la gente que gobierna? ¿Qué presidente, que no sea el dictador comunista macuspánico, quiere estar en México durante la mayor parte de sus seis años de gobierno? ¡Nadie! ¿De verdad les parece poco tener que gobernar a los mexicanos como para además pedirle que lo haga desde México?
Todo presidente debería tener el derecho y la capacidad de despegar los pies de este cúmulo de problemas que llamamos México y hacerlo con estilo y comodidad. Derecho de elevarse por los aires y olvidar que es el presidente de un país donde hay gente que vive en la miseria, donde hay gente que no puede acceder a la canasta básica, gente que sigue usando “cash” para pagar por lo poco que pueden pagar. Es más, un avión presidencial no es suficiente, nuestro próximo representante y líder supremo deberá tener ─cuando menos─ un avión en los principales aeropuertos del país, a la espera de que él, ella o sus seres cercanos, necesiten escapar de la insoportable levedad que significa gobernar a los mexicanos.
Pero no sólo por eso es importante el que nuestro próxime presidente tenga un avión presidencial que supere los modestos lujos y faraónicamente humildes despilfarros del José María Morelos y Pavón. No. El avión presidencial permite que el presidente se enfoque en la principal responsabilidad que como presidente tiene, representar los intereses de México en el extranjero, los intereses de la clase privilegiada para atraer capitales que estén dispuestos a invertir en nuestro territorio, dispuestos a saquear nuestro territorio. Gobernar México no es la tarea principal del presidente de México ¿Quién les dijo eso? Sólo Andrés Manuel y su pléyade de nacionalistas han malentendido las funciones del Poder Ejecutivo y se han concentrado en los asuntos internos ¡Que horror! No. La obligación del representante del Poder Ejecutivo es evitar que los representantes de las grandes trasnacionales tengan que viajar a México para explotar nuestros recursos, mano de obra, leyes permisivas, etc.
Las reglas no escritas del buen gusto y el arte de ponerse de tapete del entreguista latinoamericano, indican que es obligación del representante del país, cuya clase privilegiada sobrevive gracias a los convenios, contratos y gestiones administrativas que hacen en la entrega de los recursos de su nación a los intereses extranjeros, visitar a los poderes coloniales en aras de buscar que se interesen en saquearnos ¿Acaso la comisión conservadora espero que Maximiliano viniera a México para ofrecerle la Corona Mexicana? No. Desde luego que no. Viajaron a Trieste para ofrecerle la corona imperial de México, para pedirle que la aceptara. El avión presidencial es una herramienta fundamental para que los futuros vendepatrias puedan hacer bien su trabajo y viajar por el mundo ofreciendo ─si bien no la Corona Mexicana, esos tiempos, lamentablemente, han desaparecido─ recursos, territorios, concesiones, permisos, negocios, etc. a empresas y países que son expertos en cuidar sus propios recursos, mientras explotan los recursos ajenos.
Entrados en gastos
Como bien señala ese remedo de precandidato presidencial y ejemplo ejemplar de la oposición mexicana, haciendo eco de quienes hacen eco de las presuntas preocupaciones del gobierno de EE.UU., Gabriel Ricardo Quadri de la Torre, es terriblemente sospechoso que la venta del avión presidencial se hiciera a la República de Tayikistán, una dictadura pro rusa. Sin duda y sin evidencia alguna, el otrora avión presidencial José Maria Morelos y Pavón será utilizado como mula para transportar armamento secreto y de alto poder destructor que desde Tayikistán se enviará a Rusia para que Putin pueda terminar ─de una vez por todas─ con la heroica, y carente de intereses internacionales, resistencia de Volodímir Zelenski, representante ejemplar de la democracia fascista del siglo XXI y el modelaje militar.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
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