Pudimos salir de ahí después de casi 6 horas, ella llevaba ya más de 18 horas en ayunas y el estudio no se había realizado porque no había el medio de contraste para la imagen que se necesitaba y no era la única que había pasado por la larga espera.
Mientras tanto, la actitud de los ocupantes del lugar seguía siendo la misma; la indolencia e insensibilidad ante la justificada angustia de cuantos permanecían en la abarrotada sala de espera en la que el aíre acondicionado no representaba consuelo porque era insuficiente, nos sofocábamos sin poder salir para conservar el lugar en el turno de atención, que nunca ocurrió.
Cansados, frustrados, hambrientos y enojados, salimos de ahí. Ahora la salida resultó refrescante, a pesar del tráfico, el calor, la radiación solar calcinante, la polvareda que ahora se levantaba con el paso de los autos sobre los restos del pútrido charco de aguas negras frente a la puerta del estacionamiento. Caminamos en silencio hasta el coche, pagamos los más de 100 pesos por el estacionamiento y nos integramos al montón de autos y nos dirigimos a casa.
Al día siguiente salí temprano de casa, justo después de que ella se fuera a su trabajo, todavía se veía cansada. Me presenté a la clínica para intentar conseguir una nueva cita para el estudio en el hospital y para la ver al ginecólogo. Además, yo mismo necesitaba una cita para dar seguimiento a mi trombocitopenia. Cuando presenté mi carnet, me dijeron que no estaba actualizado, que no podían darme atención si no lo actualizaba, aunque mi carnet tiene la clave de pensionado y andar en esos trotes es muy incómodo para alguien cuyas rodillas ya no funcionan bien y duelen permanentemente.
Después de verme obligado a tomarme fotos, obtener otro “original” de mi CURP e imprimir el recibo del teléfono que pude guardar en el celular, me presenté en la ventanilla respectiva con la consabida y eterna fila en un sitio estrecho y saturado de gente, este si con ventilación porque las puertas permanecen abiertas. La compañera del otro lado me atendió solícita y muy amable y me dijo “qué bueno que pudo traer sus documentos hoy mismo, porque si no la jefa iba a suspender su pensión”. Indignado y enojado pregunté con mucha calma “¿con qué derecho? ni ella ni nadie pueden cancelar lo que es mi derecho por los más de 46 años de semanas de cotización, no se preocupe, no podría, aunque lo intentara”. Ella sonrió y dijo “tiene usted razón, solo agregaría otro error en su gestión”.
Atrás de mi estaba formada una mujer que debe rondar los 40 años, venía acompañada de una niña de unos 10 años. Al retirarme de la fila para ir a sellar la foto en el carnet a la oficina del director de la clínica, le sonreí y la niña le dijo a su mamá, “mira, sonríe como maestro”, miré a la madre y le dije “bueno, he sido maestro por muchos años, le atinó”. Forzada la mujer sonrió mirando a su hija,
Tuve que esperar en aquel pasillo unos minutos para que me atendiera el director y pude ver cómo, la mujer que había pretendido cancelar mi pensión, se negaba a registrar a la niña porque su acta de nacimiento tenía más de un año de expedida, que necesitaba ir al Registro Civil por una nueva. Usando la voz de maestro de aula con cincuenta alumnos de secundaria, dije desde mi lugar mirando con dureza a aquella supuesta servidora pública, “las actas de nacimiento no vencen nunca, son permanentes, debe aceptarla y registrar a la niña”. El silencio fue instantáneo y todas las miradas se dirigieron a aquella pobre mujer tras el mostrador, que palideció primero y luego enrojeció cuando atrás de mi apareció el director de la clínica y dirigiéndose a la madre de la niña junto al mostrador, le preguntó si tenía algún problema, ella le mostró el acta de nacimiento y le dijo “no me la quieren registrar porque el acta tiene un año”. Él miró a la asustada servidora pública y le dijo, “por favor, regístrela”, caminó hacia mí y me dijo “pase maestro, en qué le ayudo”. No pensé que me recordara.
La intervención del director fue muy rápida y eficaz, ya tenemos las citas que necesitamos y esperamos que todo funcione bien. Yo me pregunto por qué es imprescindible que haya alguna autoridad formal que actúe para que los servidores públicos sean mejores y no se “empoderen” con actitudes autoritarias y prepotentes. Ahí hace falta una nueva cultura de servicio y aumentos salariales, porque es el salario la motivación más importante del trabajador.
El IMSS en Tabasco necesita una intervención de “cirugía mayor” y una gigantesca inversión para multiplicar los hospitales, mejorar el abasto de medicamentos e insumos de todo tipo para los hospitales y las clínicas. Todo el Instituto necesita tener un solo servidor para que desde todos los consultorios en todo el país se puedan localizar los expedientes completos de cada paciente y no se haga necesario ir a pedirlo a la clínica para que el especialista pueda verlo en su pantalla, lo mismo que los resultados de cada estudio de cualquier tipo, explico por qué, el cirujano que tomaría la decisión sobre una posible cirugía de vesícula en mi persona, no tenía información de mi trombocitopenia ni de mis problemas de rodillas ni de piel. La ginecóloga de mi esposa, no sabía de su hipertensión ni de su artritis reumatoide. Si al paciente le da pena o se le olvida mencionarlo, el médico podría cometer un error letal.
En Villahermosa, estar enfermo y no tener dinero para atención con médicos particulares nos hace padecer doblemente, una vez por la enfermedad y la otra por tener que ir al IMSS, al ISSSTE o al ISSET, ya no digamos a los hospitales del Sector Salud. Quiero hacer notar que la medicina privada, además de muy cara, no siempre es efectiva ni de calidad. ¿Qué pensarían de un médico internista y hematólogo cuyo consultorio tiene restos de sangre en el suelo y no tiene ninguna cubierta o sábana sobre la mesa de exploración que también está sucia de sangre seca y está en un hospital privado donde la consulta no baja de mil quinientos pesos por paciente, que además no toma ninguna nota ni realiza un interrogatorio para conocer la historia clínica de su paciente? A mí me generó desconfianza y repulsión.
Así quedó la atención hospitalaria y médica en Tabasco después del neoliberalismo corrupto, pero todavía no se ve la mano de la Cuarta Transformación y ya nos urge.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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