El relato hegemónico desde los medios convencionales es que Rusia invadió Ucrania, y que ésta se defiende heróicamente en una especie de proeza a la David y Goliat, la cual solo recibe “cierta ayuda” entre armamento y miles de millones de dólares, pero no. El llamado bloque occidental representado por Europa, Japón, Canadá y liderado por Estados Unidos está en guerra financiera, económica y mediática, y afortunadamente para la humanidad, lo militar no ha escalado más allá de Ucrania, aunque podría hacerlo.
El origen de la guerra no son los pronazis ucranianos, e incluso queda en un segundo término la cuestionada expansión de la OTAN, la cual se había acordado que no ocurriría desde los años 90. El principal problema radica en la hegemonía del dólar como única divisa para transacciones internacionales comerciales, de reserva y de energéticos, y cuyo origen son los acuerdos de Bretton Woods de 1944. En dichos acuerdos, se estableció el orden mundial impuesto hasta la actualidad, el cual ha sido explotado y usado por Estados Unidos para su beneficio y para abuso de otros.
Ejemplos de ello son los bloqueos económicos criminales hacia Cuba o Venezuela, los cuales han sido condenados cada año por más del 98% por ciento de naciones en el mundo, pero que al final del día es irrelevante porque Estados Unidos dice quién sí y quién no puede hacer transacciones comerciales con estos dos países, y en caso de desobediencia sufren grandes castigos económicos al que ningún líder político quiere enfrentarse. Luego entonces, Estados Unidos se rige como juez y parte en el concierto de las naciones.
Sin embargo, el punto de inflexión para Estados Unidos fue el año 2000 cuando ocurrieron dos eventos importantes: Putin llega a la presidencia de Rusia y China experimenta niveles de crecimiento y desarrollo nunca antes vistos en la humanidad, y se vuelve super potencia en tan solo 20 años, entonces, el dominio planetario logrado por los estadounidenses en 1991 a partir de la desaparición de la Unión Soviética empieza a peligrar.
Entonces, el contexto completo de la guerra solo se entiende si se analiza como la lucha por el poder hegemónico entre las grandes superpotencias, y ahora mismo hay dos bandos: los pro occidentales que son el G7 anteriormente mencionado más sus aliados europeos, y el bloque liderado militarmente por Rusia; pero económica, financiera y tecnológicamente comandado por China. A este bando “se le han unido” la India -el ahora ya país más poblado del mundo y potencia económica emergente-, Irán -potencia energética- y otros países aliados en Oriente Medio.
Para Estados Unidos el terrorismo ya no es el reto a vencer, sino que el resto de países estén alineados a su política económica, que es la que está siendo atacada en esta guerra, ¿cómo?, pues fomentando la no utilización del dólar en transacciones comerciales y usando divisas propias, lo que eventualmente impedirá que fabrique billetes a capricho y controle la economía global. Marx decía que el oro circula porque tiene valor, ergo, el papel moneda denominado dólar tiene valor porque circula, y el objetivo del bloque antioccidental es justamente ese: dejar de usar y depender del dólar, por ello Estados Unidos irá a las guerras que hagan falta y arrastrará a sus aliados como ahora lo está haciendo sin importar las vidas que cueste, la destrucción que signifique y las consecuencias para los más débiles y pobres.
México no ha tomado partido por ningún bando, pero de facto pertenece al grupo occidental, el cual puede resultar no vencedor si el dólar pierde importancia geo financiera y se deja de transaccionar con él como ya está ocurriendo entre potencias de Oriente y Medio Oriente. Ojalá se llegue a un acuerdo para el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania, pero ahí no acabará la disputa mayor por la hegemonía global, la cual pudiera tener como siguiente escenario de batalla a Taiwán y la posible unificación de China.
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