“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases…”
Marx.
La lucha de los pueblos contra la opresión ha sido una constante en el mundo desde que inició el esclavismo. Los nombres del opresor han cambiado: señor feudal, patricio, burgués, etc.; pero no importa como se le llame, sus practicas son las mismas; el sometimiento, el avasallamiento, el despojo; para obtener privilegios individuales, en contraposición a la colectividad.
En ese marasmo histórico, México y America Latina no son la excepción, pues han sido víctimas de poderíos que han ensombrecido la vida pacifica, la economía y la felicidad de los pueblos. Y cada vez que fuerzas antipopulares han actuado, ha habido gente consciente y valiente que se enfrenta a las clases poderosas. En México lo vimos con los grandes próceres de la Independencia, posteriormente con Juarez y su equipo de titanes durante la Guerra de Reforma y la República Restaurada.
A inicios del siglo XX contra el Estado opresor de Porfirio Diaz se alzaron en armas millones de mexicanos cuya sangre regó la semilla de la libertad. Zapata y Villa fueron el ejemplo que otros países del mundo siguieron para liberar a sus pueblos de la opresión. Cada lucha en defensa de los pueblos, ha sido una lucha de clases donde los oprimidos enarbolan la bandera de la igualdad y la justicia.
Hoy la historia se repite, con sus variantes y sus asegunes, pero el incesante deseo de la clase dominante mundial y nacional retornan para desestabilizar los gobiernos emanados del pueblo.
En México podemos observar un grupo de actores otrora favorecidos cuyo ferviente fin es retomar el poder.
De ahí, la intensa guerra sucia mediática; los bloqueos a los procesos legislativos; la cooptación de miembros partidistas sin arraigo ni principios; el terrorismo contra las vías de comunicación en CDMX; los grupos de choque vandalizando las ciudades principales; la burda unificación de los sectores de oposición al gobierno; la súplica de la oposición a los Estados capitalistas para injerir en México, incluso militarmente.
Aconteciendo situaciones similares en los países progresistas de nuestra América, con agravamiento en los declarados socialistas como Cuba, Venezuela y Nicaragua donde el imperialismo yanqui ha impuesto criminales bloqueos que no solo empobrecen los pueblos, sino impide el ingreso de suministros de hospitales y medicamentos.
Al finalizar el 2022 e iniciar enero del año en curso, EU con apoyo de la oposición de cada país, conformada por políticos resentidos y empresarios; todos privilegiados por los anteriores gobiernos; ya había dado un golpe de Estado en Perú y había intentado desestabilizar otros gobiernos populares de América.
Iniciaron en diciembre destituyendo al presidente de Perú, electo por el pueblo: Pedro Castillo, imponiendo a la usurpadora Dina Boluarte, quien dió total impunidad a la policía, que ha asesinado a 64 personas quienes su único pecado fue mostrar su inconformidad ante el reprobable golpe. Un Estado espurio el de Dina, que se enfrenta a un pueblo embravecido dispuesto a no ceder ante la ignominia.
En Bolivia, como respuesta al golpe de Estado al entonces presidente democrático Evo Morales, en 2019; el actual presidente progresista Luis Arce Catacora solicitó una investigación para esclarecimiento de hechos y dar castigo a los responsables. Los resultados revelaron que el empresario Luis Camacho, quien en la actualidad ejercía como gobernador de Santa Cruz, fue el artífice. Luis Arce hizo lo debido y procedió con la detención de Camacho.
Como consecuencia EU exigió a Luis Arce una revisión y una respuesta de su actuar, a lo que el presidente contestó, que Bolivia es soberana y EU no debe intervenir en la política de ese país. La derecha del departamento que Camacho gobierna, intentó desestabilizar, pero sin apoyo del resto del país. Con una huelga de 36 días, barricadas callejeras y más acciones no lograron los golpistas doblar al presidente. El azuzador del golpe del 19 sigue en prisión preventiva y su proceso en curso.
En Brasil, aún festejaban la toma de poder de Lula, cuando la derecha, también apoyada por EU, tomó los edificios principales del poder nacional en Brasilia, capital, gobernada por un bolsonarista; por tal motivo, la policía estatal apoyó a los golpistas. Bolsonaro, antes de retirarse, dejó en puestos claves a gente de su confianza, con el fin de dar un golpe, en cuanto fuera la ascensión del presidente. La derecha exigió al ejercito deponer a Lula. Lo que la derecha no esperaba, era el apoyo total de las instituciones y la comunidad internacional a Lula. Incluso Biden reprobó la acción. El golpe no llegó ni a martillazo. Hoy Lula procede con una amplia investigación de lo acontecido; se han aprehendido mas de 300 personas, se han destituido militares y ministros y las averiguaciones continúan.
Los opresores han regresado al poder debido a los errores que el poder popular comete al gobernar. La desunión, la traición, la omisión, el exceso de tolerancia, han sido unos de las equivocaciones que han provocado el regreso de la derecha opresora.
Dos puntos esenciales surgen de esta vorágine. Primero. Que EU jamas ha sido amigo de los pueblos; demostrándolo con su afán de dominio ante ellos. Segundo. Que los pueblos de América debemos estar alertas porque la serpiente es sigilosa y está siempre lista para lanzar el ataque.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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