Tenía escasos segundos de darse a conocer el supuesto y condenable atentado a Ciro Gómez Leyva, cuando el habitual coro mediático de la derecha -parapetado en los medios convencionales de comunicación y en la red de Twitter- ya estaban acusando y responsabilizando al presidente Andrés Manuel López Obrador, y en el colmo del delirio, algunas voces irresponsables llegaron al extremo de señalarlo como el autor de tan lamentable suceso.
El presidente ha sido muy claro: solidaridad con todo ser humano que se suponga es víctima de violencia, en este caso Ciro Gómez, e investigación a fondo de los hechos.
Más aún, porque en sus orígenes nuestro movimiento precisamente vivió verdaderas etapas de represión, cerco mediático, persecución y censura, el presidente en su gestión ha sido un férreo defensor de la libertad de expresión, cerrando cualquier intención de buena o mala fe de regular las redes sociales u otros espacios de comunicación.
“Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Esta famosa frase de Voltaire -exalta el valor del respeto y la tolerancia, además del derecho a la libertad de expresión, cimientos todos para una sociedad democrática-, ha sido premisa al pie de la letra en el gobierno de la Transformación.
De los hechos del jueves 15 de diciembre que presuntamente tenían por objetivo al periodista Ciro Gómez, los voceros de la derecha se apresuraron a erigirse en ministerio público, y a centrar sus especulaciones en una sola palabra y expedita conclusión de sus dotes periciales: atentado. No era robo, no era secuestro, no era confusión, en unos cuantos minutos los levantacejas de toda la vida ya tenían resuelto el caso, e incluso deslizaron al culpable, bajo repetir el guion que esto era responsabilidad de las supuestas “agresiones y descalificaciones del presidente a los periodistas en las conferencias mañaneras”. Acto seguido, procedieron a desatar campañas para pedir “el fin de las mañaneras”. Cosa que no ocurrirá porque el Pueblo ya ha hecho suyas las mañaneras precisamente como un espacio de información veraz y defensa del periodismo.
El maestro de los montajes, Carlos Loret de Mola, escribió esta joya de manipulación en The Washington Post: “En un México ya acostumbrado a la violencia y los ataques recurrentes a la libertad de expresión, se ha cruzado un nuevo límite: el jueves 15 por la noche quisieron matar a Ciro Gómez Leyva, uno de los periodistas críticos más destacados del país. Se salvó gracias al blindaje de su camioneta. No fue un intento de robo o secuestro: fue un atentado y así lo aceptaron las autoridades”. “Lo aceptaron las autoridades” afirma Loret, la pregunta es ¿Cuándo’?, pues las investigaciones de la Fiscalía de la Ciudad de México están en curso y todavía no hay conclusiones.
El guion de la derecha en su afán mezquino e inhumano de sacar raja de todo suceso que pueda afectar al gobierno transformador, ha sido difundido ampliamente desde el 15 de diciembre: “esto es un atentado”, “no hay libertad de expresión”, “el presidente ataca a los periodistas” y bla, bla, bla. Han sido estribillos machacados una y otra vez en programas de radio y televisión, columnas, editoriales y redes sociales.
Nada más falso que no haya libertad de expresión en México, por primera vez en la historia hay un espacio donde todos los días cualquier periodista, reportero o columnista puede preguntar de frente al presidente y su gabinete sus inquietudes, dudas, y también puede ejercer críticas, señalamientos, quejas, y cuestionamientos, de cara al pueblo y sin tapujos, mordazas o censuras, como debe ser, y como debió ser durante sexenios que no era así. Tan hay libertad de expresión que el coro de la derecha precisamente ejerce su derecho a decir lo que quiera cuando quiera, y eso será siempre respetable en el ejercicio pleno de sus libertades.
A su vez, cada semana el subsecretario de seguridad federal, informa personalmente en las conferencias matutinas los avances periciales de los siempre condenables ataques contra la vida de periodistas, de los resultados de investigaciones de cada caso que se presenta y de la detención de los responsables conforme a la Ley. Se trata en la mayoría de las veces de hechos que lamentablemente involucran autoridades o poderes fácticos de ámbitos municipales o micro locales.
El gobierno de México ha dispuesto de un entramado de mecanismos para proteger a los periodistas que por su labor informativa están en riesgo. Tras décadas de rezago en una cultura del derecho a la información veraz falta mucho para valorar y cuidar a nuestros periodistas de a pie, a los trabajadores de la información que cumplen con verdadera ética y valores, su labor en función de la comunicación social. Siempre se ha hecho distinción de los trabajadores de todos los medios, incluso los convencionales, de lo que son los dueños de los mismos.
El 7 de junio de 1999, el popular conductor de televisión mexicana Paco Stanley fue asesinado, en ese entonces este hecho triste y condenable fue usado por la reacción en la Ciudad de México para desatar una campaña de odio contra el primer jefe de Gobierno electo democráticamente en la capital, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Toda la tarde y noche de ese día los medios no escatimaron en responsabilizar al Ing. Cárdenas. Después las investigaciones develaron un contexto donde estaban involucrados los nexos del comediante con grupos de la delincuencia organizada. No equiparamos aquel condenable hecho con el caso Ciro, pero el desafortunado manejo que han pretendido dar algunas voces del viejo régimen es muy similar; por ética y responsabilidad deberían de esperar el resultado de las investigaciones correspondientes, antes de lanzar campañas y graves acusaciones sin sustento.
No olvidemos que en la 1era etapa de “ablandamiento” de la receta del golpe blando de Gene Sharp, se plantea: “Promoción de factores de malestar, entre los que destacan: criminalidad, inseguridad, desabasto, manipulación del dólar, paro patronal (lockout) y otros”. Desde nuestro movimiento siempre hay que luchar por la verdad y el contexto de cada hecho.
De comprobarse que el caso de Ciro se trató de un atentado u otra situación, las autoridades deberán investigar con que objetivo se dio este hecho, y quienes fueron los responsables intelectuales y materiales. Con la persona, siempre toda la solidaridad, pero no es menor que se investigue muy a fondo lo sucedido.
La ciudadanía ha despertado y está cada vez más politizada, somos más los que ya no aceptamos tergiversaciones de la realidad con fines políticos, hemos avanzado mucho en la concientización del país desde aquel junio de 1999. Por favor, que los medios y voceros de la derecha no quieran atentar contra nuestra inteligencia. Que las autoridades hagan su trabajo, y que los medios informen con veracidad y con honor a la verdad. Nuestro total apoyo al presidente de México, ante el uso de este hecho -como parte de la embestida de los conservadores de ayer, hoy y siempre-.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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