Tanto he escuchado la frase: “hay niveles” que la he ido dejando de usar en mis conversaciones. Pero creo que hoy, valdría mucho la pena rescatarla para, con justa razón, separar la grasa de lo magro. Vayámoslo dejando claro desde el inicio, en este caso la adiposidad, la mugre, el sebo pues, que intenta obstruir las arterias del debate político en México, lleva por nombre: Claudio X. González Guajardo.
Recalco que intenta, porque en eso ha quedado toda algarada para hacerle mella a la Cuarta transformación, liderada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. X. ha heredado una causa que su padre inició en el 2006 cuando, siendo presidente del Consejo Coordinador Empresarial, declaró que si AMLO ganaba posiblemente actuarían dando un golpe de Estado. Ternurita.
Este añejo conflicto, que debiera quedar en lo “profesional”, X. lo ha convertido en una misión personal. Una actitud revanchista lo motiva absolutamente. Y miren que varios se quejan de que el presidente guarda rencores y los cobra con muchísimos intereses, pues ahora para responderles a aquellos, me permito hacer uso de mi referencia de apertura: ¡“hay niveles” mi gente! López Obrador tiene un finísimo manejo de mano izquierda y su quehacer político permanece en el plano de lo público. El presidente utiliza el poder para gobernar con sentido social en favor de la mayoría. X. extraña el poder que su nicho acumulaba en favor del propio claustro.
Pero no todo es culpa de X. también los bueyes que cargan la yunta y hasta la lamen, son responsables. Fue sumamente patético atestiguar la rueda de prensa de este señoritingo, previo a la votación en el Senado de la Reforma Electoral, supuestamente respaldado por su barrio comprado: Julen Rementería del Puerto, Claudia Ruiz Massieu Salinas, Kenia López Rabadán, Emilio Álvarez Icaza (muy escondidito hasta atrás) y otros tantos dones y doñitas que demostraron lo poco que estiman sus investiduras.
Un senador de la República tiene el peso suficiente, o debe tenerlo, para no permitir que un comerciante pendenciero vaya a su casa a marcarle agenda. Un senador no debe permitir que un junior buleador le exija a otro senador compañero, que se decida a ser nuez y haga mucho ruido. No me extrañaría que la orden para que Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz hiciera tremendo ridículo vestida de dinosaurio, la diera Claudito.
A X. todo lo que persevera no le alcanza. Quiso controlar la narrativa nacional con su panfleto Mexicanos Contra la Corrupción y no le dio el entendimiento para razonar que no hay mejor estrategia para manejo de agenda política que La Mañanera. Guste o no, es efectiva. Salió a marchar para defender al INE y cuando le reviraron con una caminata en favor de AMLO y su gobierno, lloró porque no vale cuando es un acto de Estado, según él (le faltó rezongar como Quico: ¡Uy, así qué chiste!). Y llevarse su pelotota. Se desagarró las vestiduras en el Senado y al final, se aprobó el Plan B. Sin duda, un liderazgo muy, muy X.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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