Para nadie resulta extraña mi postura crítica hacia MORENA como partido político o al propio gobierno de López Obrador. Pero he insistido en que no puede ser de otra forma, la crítica y la autocrítica, aunque dejan muchos adversarios que terminan convirtiéndose en enemigos, son dos ejercicios fundamentales que debieran aplicarse de manera permanente cuando se trata de defender un proyecto en el que coincidimos plenamente.
Mi crítica a MORENA por ejemplo, es porque posee una serie de liderazgos nada genuinos que en mi opinión han alcanzado espacios importantes en la toma de decisiones, sin más mérito que perpetuarse en las estructuras de poder y afianzados en la burocracia partidista. Muchos de ellos carecen de una trayectoria limpia o de un verdadero liderazgo, la evidencia demuestra que sólo pertenecen y corresponden a proyectos personales o intereses de grupo que poco les interesa un proyecto de nación. Nombrarlos sería una verdadera pérdida de tiempo, aunque en honor a la verdad, también existen contrapesos dignos que van contra corriente y que buscan mantener cercanía con la militancia. Al menos en el CEN de MORENA (esperando no lastimar con la omisión algún liderazgo leal al proyecto) Citlali Hernández ha atinado a la construcción del partido dando voz a muchos colectivos. De ahí en fuera, si tomamos como referencia a personajes como Gibrán Ramírez o el propio Mario Delgado, el panorama para la militancia luce desolador.
En el caso del gobierno federal ocurre algo similar, sostengo que hay funcionarios honestos, capaces, entregados a su labor, pero también existen una gran cantidad de corruptos que han saltado de administración en administración con cargos importantes sin dejar una huella positiva. Alguna ocasión en una reunión de trabajo, un funcionario atendía con desdén las demandas de una organización campesina. El vocero de los campiranos decía: da gusto ver a un funcionario emanado de la izquierda… al final tuve que contrariarlo en privado porque efectivamente se trataba de un funcionario que en sus inicios militó en la izquierda, pero al menos desde 1997, ha brincado de cargo en cargo con resultados pobres y sumamente cuestionables. De hecho, al igual que muchos viejos militantes de la izquierda de aquel 88 o desde el nacimiento del PRD en el 89, no han hecho más que perpetuarse en la administración pública. No pretendo señalar que es mala la continuidad en los espacios de gobierno, pero la continuidad debe enfatizar más al proyecto que a las personas. Yo creo que un cargo público jamás debe dejar de ser visto como un frente de lucha.
El caso es que, tanto en MORENA como en el gobierno federal, existen personajes que con singular habilidad están al frente de responsabilidades clave a pesar de su trayectoria cuestionable. Para qué citar los casos de Lilly Téllez o Germán Martínez si el propio AMLO reconoce su error al invitarlos y ahí si, como dijera el clásico: A confesión de parte, relevo de pruebas. Pero se trata de un par de la larga lista, hay unos que destacan como el mismo Gribrán o el ya demente Muñoz Ledo, pero destacan por lo mediáticos, hay otros que poco aparecen, pero hacen el mismo daño. Entre esos personajes dañinos está el Senador Guadiana, a quien me ha tocado ver en diferentes ocasiones recorriendo los pasillos del senado con Xóchitl Gálvez, Germán Martínez, y etc. despotricando contra el gobierno. Por supuesto que tiene el derecho de platicar con quien le venga en gana pues Dios los hace y ellos se juntan, lo que se cuestiona no es su libertad, sino que sus acciones y dichos abandonen la crítica para sumarse a la descalificación hacia el proyecto del que se supone forma parte.
Hoy que aparecen los resultados de la encuesta realizada por MORENA, me pregunto si estas son el mecanismo más viable para definir a un candidato. No las cuestionaría si la metodología se sometiera al rigor científico, pero en casos como este, al menos en lo personal, dejan un amplio espacio a la suspicacia. No tengo duda en que el senador Guadiana pueda ser ampliamente conocido en Coahuila, pero ¿por qué se le conoce? ¿por su trabajo legislativo en beneficio de los Coahuilenses o por los negocios turbios al amparo del poder? Creo que más por lo segundo, por lo tanto, sostengo que el hecho de ser el personaje más conocido no precisamente significa que sea el más aceptado o que cuente con la preferencia electoral.
El PRI de los Moreira y su eterna beneficiada económica desde hace varios años (Mary Telma Guajardo) no pudieron haber encontrado mejor candidato dentro de MORENA, efectivamente se trata de un candidato a modo para ellos y para otros como Ricardo Monreal. Difiero de la opinión de Andrés Manuel respecto al resultado de la encuesta y la determinación de acatarlo, efectivamente habrán de aceptarla quiénes la toman como referencia y participan de ella, pues es la regla interna, y claro está, de mantenerse la postulación, habrá de ganar Guadiana, pero a la postre perderá el movimiento.
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