El año termina y ha sido muy intenso, se ha llenado de cambios y eventos que han calado profundamente en el ánimo colectivo de la mayoría de los mexicanos y de muchos latinoamericanos. Es un tiempo en el que se ha anunciado la existencia de una corriente de pensamiento cuyo nombre no llama al siglo XIV o al XV, de donde viene el nombre, y menos al S XIX, en que inician los años de vida independiente y de creación de lo que parece la identidad de México y de toda Nuestra América.
Es ahí cuando se inicia la diferenciación cultural mestiza, originaria y de postura criolla en la mayoría de los países al sur de Río Bravo. Pero es en el curso de la primera y segunda década del S XXI, en que nos ha tocado ver renacer la esperanza y la luz al final del túnel con el estrépito que empieza a resonar con la caída del neoliberalismo. En ésta coyuntura histórica la ultraderecha fascista, nacida en las últimas décadas del S XIX y consolidada en las primeras del S XX, intenta tomar los espacios que, solo en apariencia, perdió al final de la “Segunda Guerra Mundial”, pero que se enquistaron en los regímenes de Franco en España, de Churchill en Inglaterra y posteriormente, a través de golpes de estado, en Sudamérica.
El descaro y el cinismo de sus personeros, no tiene límites, pero el auténtico humanismo, el que pone en primer lugar a la persona humana y no al dios dinero, que es el único al que siguen los fascistas y lo disfrazan de cristiano, este Humanismo Mexicano puede empezar a ver sus primeros frutos sencillos en el grito de la gente que encuentra eco, aún débil, en sus autoridades y que va a convertirse en grito ensordecedor para consolidar la libertad verdadera, el ascenso al poder de la verdadera razón del Estado, que es la felicidad de todos.
Estamos transitando por una etapa de nuevos liderazgos que cimbran al mundo y lo hacen avanzar hacia una sociedad justa y libre, son pasos muy pequeños y lentos y la verdadera democracia, que nace de la participación concreta y cotidiana de la gente; desde sus comunidades más pequeñas, transitando en sus razones y sus verdades de manera inversa a lo que el viejo modelo manipulador que ya analizaba Erick Fromm desde la afirmación verdadera de la despersonalización propiciada por el capitalismo, hacia el compromiso real y posible de la solidaridad humana.
Los renuevos de los gobiernos en América Latina, restauran el vínculo que habían desarticulado los grandes capitales financieros, desde sus centros de operaciones en Washington y Nueva York y podemos observar con alegría y esperanza, que ese renuevo es júbilo naciente entre los pueblos. Solo hace unos días, se nos hizo llegar un fragmento del discurso de Pedro Castillo Terrones, Presidente Constitucional de la República del Perú, en el que anunciaba la aceptación y visita de Andrés Manuel López Obrador, Presidente Constitucional de la República Mexicana a aquel país hermano. Gritos de alegría, vítores y aplausos fueron la respuesta popular en Lima, Perú.
La posibilidad de estrechar los lazos, las convicciones y las líneas de acción con todos los pueblos de América Latina, hoy se ven más cercanos gracias a la acción decidida, solidaria y con convicción democrática del Presidente López Obrador. Se van sumando posibilidades y conjunciones en la coyuntura actual, los pueblos están alerta y preparados para detener cualquier intento de asalto de la rancia derecha fascista que, necesariamente, será derrotada con la convicción pacifista pero decidida de los pueblos.
El avance de la democracia en el mundo, fincó su esperanza en Nuestra América a los mediados de la década de 1970, y esa idea, esa utopía, empieza a dar luz. A veces rara, a veces titilante y otras muy brillante y casi cegadora pero convencida de que el proceso está en marcha y ya nada lo detiene.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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