Al momento de escribir esta columnilla, ya se conoce el nombre con que se conocerá a la base ideológica que se está formando a partir del inicio de la Cuarta Transformación de la vida pública de México. El título llama a muchos conceptos y pensamientos que habrán de transformar la filosofía del poder en México.
Se anticipan muchas críticas y descalificaciones, así como apropiaciones a posturas anteriores a la actual, se le tildará de muchas formas, pero la verdad es que los fundamentos sociopolíticos, filosóficos y espirituales, resultan de un profundo análisis de la realidad mexicana, que está hecho a ras de suelo sin usar filtros teóricos, dogmas y si, en cambio, apego al conocimiento del país y a lo lento que pueden ser los procesos transformadores en nuestra cultura,
Los grandes pasos dados por el actual régimen han llegado a la creación de un concepto de que tenderá a convertirse en la corriente de pensamiento que busque, con persistencia y tenacidad, el beneficio cada vez más tangible y vivo de la mayoría del Pueblo Mexicano, sin olvidar a ninguna minoría, por alejada que esté del pensamiento revolucionario que implica el Humanismo Mexicano, pues cambia por completo la concepción del poder y la política y lo modela hacia aquel en el que se debe servir al Pueblo como máxima demanda ética.
La posibilidad de encontrar en la historia de México y en la esencia de todas las culturas que han existido y que actualmente coexisten en el país el profundo sentido humanista, cuyas tradiciones y posiciones están lejos y opuestas a todo individualismo estéril y antigregario que solo defiende y subsiste con la única finalidad del beneficio personal, contra el gran beneficio de la colectividad que forman todas las culturas que viven y comparten un mismo territorio, en este caso, la República Mexicana.
La forma de gobernar y administrar la hacienda pública, los recursos naturales y las capacidades de producción de México, son la sólida base sobre la que se erige ésta concepción que no soslaya los valores y la tradición solidaria de la inmensa mayoría de nosotros, los mexicanos y las mexicanas de a pie, que vivimos día a día con el producto de nuestro trabajo, hoy precarizado porque no hemos sabido defender nuestras organizaciones gremiales y sindicales, ni nos hemos atrevido a crear nuevas y mejores formas de lucha para que este Humanismo Mexicano incluya en sus concepciones la mejora constante de los trabajadores, así tuviera que ser en contra de los mezquinos intereses de la patronal que hoy nos oprime y nos explota.
“El Pueblo que quiera ser libre lo será”, me suena muy cercano a “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos”. Creo que es tiempo de tomarle la palabra al Humanismo Mexicano y hacer nuestra parte organizándonos y tomando las riendas de nuestras organizaciones gremiales y sindicales, y creando las que sean necesarias para ser sujetos actuantes de la transformación que propone la corriente de pensamiento y acción que ha propuesto el Presidente López Obrador en favor de nuestra propia subsistencia.
Los trabajadores y trabajadoras de México estamos viviendo un momento de oportunidad inigualable, hay que aprovecharlo. La coyuntura que se ha abierto nos presenta una posibilidad muy importante si, organizadamente, especialmente entre aquellos gremios cuyos patrones se piensan dueños del destino de las vidas de quienes trabajan para ellos y en los que o no hay sindicatos, o los hay al servicio descarado y amafiado de la patronal.
El Humanismo Mexicano puede representar una apertura y oportunidad inigualable para conseguir que la organización de trabajadores y trabajadoras progrese democráticamente, del mismo modo que puede representarlo para organizaciones comunitarias proletarias para forzar al poder y a la derecha patronal a entregar aquello que en derecho corresponde a quienes producen la riqueza.
La fuerza de trabajo, necesita empezar a ser reconocida como un valor humano que debe ser reivindicado, y no desde el poder público, sino desde el amparo de la organización popular de barrio, de gremio, cuyo poder tendría que estar limitado solamente por la voluntad colectiva de la mayoría de quienes la integren, para partir de ahí a la lucha pacífica por arrancar, de quien haya que hacerlo, todo aquello que por el propio trabajo de las comunidades, es creado como riqueza que detentan quienes no la crearon.
La Cuarta transformación, ha dado a luz al Humanismo Mexicano, es la oportunidad de hacer de esta forma de pensamiento, el instrumento de mejora del proletariado mexicano.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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