Basta ver qué personajes se encuentran “en defensa” del INE para darse cuenta que la fauna a la que representaba y a la que defendía es la comunidad privilegiada de sexenios anteriores del PRIANISMO. Esa clase, otrora privilegiada, la que no pagaba impuestos, la que recibía subvenciones y presupuesto público indiscriminada y discrecionalmente vía adjudicaciones, concesiones, contratos, influyentismo, con tráfico de influencias, inclusive con partidas secretas, ha develado en forma por demás predecible, obvia y rupestre que su última carta u oportunidad de frenar el avance del movimiento transformador, es mantener ese control sobre los recursos y funciones del organismo electoral.
Intentan, como es su práctica reiterada elaborar un discurso plagado de miedos sembrados en el amplio espectro social, al que azuzan para volver a incrustarle los mismos lugares comunes (la dictadura, Venezuela, Cuba, socialistas, comunistas, son un peligro, bla, bla,bla!!!…) recetados por los propagandistas fracasados de campañas del miedo. Alegan y reclaman un ataque a un Instituto electoral que claramente siempre ha sido fiel de la balanza y del cual históricamente el movimiento encabezado por el actual Presidente de la República ha recibido los más arteros reveses porque llegó al grado de quitarle candidaturas legítimas, especialmente las más prominentes que les aseguraban millones de votos, con una serie de argumentos que rayan en lo ridículo por ser infracciones menores si las comparamos con los grandes eventos antijurídicos, por decirlo románticamente del FOXGATE (amigos de Fox), PEMEXGATE, MONEXGATE, ODERBREGATE, entre otros muchos escándalos que lejos de ser sancionados por el árbitro ciego, fueron en su momento desestimados, minimizados y desechados con una evidente colusión de altas esferas de poder que mantienen en el Consejo General del INE a sus peones a modo.
De esta forma, podemos concluir que la vehemencia y discurso de victimización con el que se martirizan los autodenominados demócratas mexicanos ataviados de ínfulas intelectuales, costosa vestimenta, de elegantes oficinas y frecuentados restaurantes lujosos por los recursos que maman del erario y los cuales en su blindada burbuja democrática jamás han atravesado una ciudad mexicana en transporte público para sensibilizar su podrido discurso y sólo de manera trivial y embustera intentan que la amplia mayoría los mantengan en sus cargos, o les conserven el arbitraje vendido que representan. Continuar con los Woldenbergs, Ugaldes, Córdovas, los Murayamas o muchos otros parásitos hematófagos y serviles de oligarcas neoliberales que buscan seguir teniendo en gobiernos de la República a verdaderos comités gerenciales que dejen hacer y deshacer capitales antisociales.
Ese es el fondo, esa es la verdadera batalla que libramos. Y, sin embargo, ganaremos.
Al diablo su INE.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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