La defensa de la democracia en México ha tomada tal efervescencia que todo, con énfasis en TODO, lo que haga o diga el presidente Andrés Manuel López Obrador es una clara afrenta a los derechos electorales de la oposición (según ellos). Puedo imaginar las toneladas de tela listas para recuperarse de todas las faldas, blusas, camisas, pantalones y demás vestiduras que han rasgado los mexicanos unidos, libres y aliados desde que se anunció el inicio de las discusiones en las Cámaras para promover la Reforma Electoral. No ha pasado un solo día sin que los defensores del INE dejen de referirse al presidente como dictador. Y por irónico que parezca, todos esos días pasados y los que están por venir, estos demócratas de porcelana, gozarán de la suficiente libertad para seguir llamándolo dictador hasta el cansancio.
Por el lado del presidente López Obrador, el tema está resuelto. Ha fijado su postura en cada oportunidad que se le presenta en La Mañanera. A diestra y siniestra maneja la agenda de la reforma. Aunque no debería pero así lo reclama la oposición y cómo dice la frase popular: “al cliente lo que pida”. Toman su turno y esperan a ser atendidos. Siempre inconformes eso sí, con todo lo que se les ofrezca que no sea de su agrado. Ni modo, son otros tiempos. Mejores. Momentos históricos de verdadero debate nacional que prioriza las necesidades de todos aquellos que durante más de 80 años vivieron soñando con que el piso fuera parejo. Hoy ya despertamos y la principal batalla de esta reforma electoral es la reducción de gastos superfluos que nada tienen que ver con la vigilancia de nuestra adorada democracia.
AMLO declaró: “la propuesta de reforma va a buscar reducir los gastos excesivos del actual Instituto Electoral y que no cuesten tanto las elecciones y que al mismo tiempo se garanticen elecciones limpias, libres, que no haya fraude electoral como sucede, como hemos padecido”. ¡Y cómo no estar de acuerdo! Yo no quiero seguir manteniendo los suntuosos estilos de vida de Córdova Vianello y Murayama Rendón. Prefiero que más gente tenga acceso a recursos que les permitan una mejor y más digna alimentación. Democracia alimentaria, esa es la que vale en realidad. Hace unos días mi esposa me relató un suceso que presenció en la tortillería cerca de nuestra casa (y de todos ustedes). Un adulto mayor, vendedor de artesanías, se acercó al mostrador y le ofreció a la encargada un trueque: uno de sus alebrijes por un kilo de tortillas. La mujer se sacó de onda pero amablemente le obsequió un fajo de tortillas recién hechas. Mi esposa le dijo a la joven que gustosamente aportaría un extra del costo de su pedido para que no le faltara cuando hiciera el corte. Los tres sonrieron pactando un buen arreglo. Acto seguido, el vendedor de artesanías hizo un taco de diez tortillas y degustó un riquísimo tentempié mientras Lorenzo y Ciro quizás departían en el Hunan de Las Lomas. ¿Y la democracia, paps?
Y sí, el presidente López Obrador llamó clasistas y racistas a los que convocan a la marcha en defensa del INE pero se los dice de frente, sin escudarse en frasecitas condescendientes como la que pronunció Felipe Calderón en una entrega de apoyos del programa Oportunidades en San Luis Potosí, contra una maestra. Felipe, despojado de su investidura presidencial, le reclamaba a la profesora que de manera tramposa había accedido a ser parte de los beneficiados. Que si ella ganaba ocho mil pesos no era pobre y no merecía estar en el padrón de ayuda. ¡Qué pinche soberbia decir eso, cobrando cómo presidente! Y además, envalentonado por aplausos de algunos de los presentes, remató: “atrás de la raya, que estoy trabajando”. Mal y de malas “El Pequeño” ex presidente.
En fin, marchen gustosos y defiendan la democracia selectiva que tanto les alimenta. Aplaudan a los mantenidos y llenen el Zócalo. Porque hasta eso, el dictador les dejará libre la plazoleta para que la desborden a voluntad. Ya veremos qué se dirá el domingo al anochecer. Y los días siguientes, porque ojo, no todo se aprobará. Yo, por lo pronto, seguiré disfrutando de AMLO y su macaneo electoral.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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