Felipe Calderón me parece el personaje más cínico en la vida política de nuestro país, militarizó al país durante su sexenio y hoy se manifiesta en contra de la presencia de las fuerzas armadas en tareas de seguridad.
Sumergió a la nación entera en un clima de violencia nunca antes visto y hoy habla de la crisis de inseguridad; impulsó una supuesta guerra contra el narco y hoy es parte de las voces que acusan (sin prueba alguna) nexos de AMLO con el cártel de Sinaloa.
Sus políticas económicas afectaron de manera significativa a la población y su gestión resultó incapaz de resolver una sola de las demandas con causa social.Por ejemplo en el sector campesino, de la misma manera en que su antecesor Vicente Fox, hizo todo lo posible por desmantelar el aparato estatal dejando al agro a merced del modelo neoliberal y no sólo mantuvo la continuidad y avance de las empresas transnacionales, terminó por consolidarlas en el marco legal.
Calderón Hinojosa, en su era, tuvo un sello característico: ordenó la vinculación de las empresas privadas con la clase política para beneficiarse en dos planos, el económico y el electoral. La estrategia empleada por Calderón durante su mandato consistió en dividir y corromper al movimiento campesino creando numerosos membretes que acaparaban los recursos destinados para el campo establecidos en programas sociales.
Incluso en la Ciudad de México, aparecían organizaciones pseudo campesinas que se beneficiaban de esos programas sin que jamás llegaran a uno solo de los núcleos agrarios de la capital.Con Calderón la economía popular recibió golpes trascendentales como el famoso “tortillazo” de inicios de su sexenio que no hizo más que evidenciar lo endeble de su gobierno en todas las áreas y cuyo resultado, a pesar de la demagogia empleada y el uso reiterado de un discurso por demás populista, culminó con la legitimización del gobierno federal al alza en los precios de la tortilla, pactando con las empresas acaparadoras de siempre como MINSA, BIMBO y con la complacencia del Consejo Nacional Agropecuario, o sea con los privilegiados, dejando desprotegido y en completa exclusión al campesino de a pie.
De hecho, en aquel entonces, solo la Confederación Nacional Campesina fue reconocida con interlocución con el movimiento campesino. Nada raro tratándose de la huella priísta que siempre transitó en los gobiernos blanquiazules.Para nadie es un secreto que, durante el calderonismo, el “tortillazo” fue el precedente de la crisis alimentaria que vio el encarecimiento de la canasta básica que creció al menos en un 65% y que obligó a Calderón a presentar un plan de liberación de gravámenes para la importación de arroz, maíz, soya, trigo y sorgo a sabiendas que medidas de esa naturaleza, terminarían a la larga agudizando la crisis alimentaria.
No quedó hasta ahí, incluso llegó a implementar burdos programas asistencialistas que sostenían que con 7.8 pesos diarios, una familia de cinco integrantes tendría oportunidad de comer arroz, frijol y totilla ¡Dos veces al día!El caso es que el amasiato de Calderón con las empresas dejó en claro el menosprecio al sector campesino que en la actualidad sigue padeciendo las consecuencias de las políticas neoliberales características de su mandato.
Por esa razón hoy llama la atención el cinismo con el que señala Felipe Calderón las políticas actuales y sí, tiene razón, para mentir se necesita talento, para ser cínico, también. Pero bueno, el cinismo calderonista y la mentira no asombran, lo que asombra es la desmemoria de algunos, pues a pesar de la evidencia que nos otorga la historia, hoy existen organizaciones campesinas que traicionan sus causas y tradiciones para sumarse a movimientos identificados con el PAN.
Felipe Calderón excede de manera inexplicable su nivel de cinismo, sobre todo con las declaraciones recientes del secretario de gobernación sobre una posible investigación o denuncia en La Haya. Salta la duda, o está libre de toda acción que lo vincule con García Luna y sus nexos con el narco o de plano no le queda más remedio que “echarse para adelante” como Alito para no desdibujar sus pretenciones políticas (o las de Margarita) antes de tiempo.
Opto por la segunda con la esperanza de que la justicia llegue para los miles de muertos inocentes durante la guerra contra el narco.
Para acabarla de amolar
Salinas Pliego es todo un fanfarrón al que no le quedó más remedio que pagar en abonos chiquitos para pagar poquito sus impuestos. Este tenaz delincuente fiscal, cuyo origen de su fortuna ha sido más que documentado, arremete de manera grosera contra aquellos que evidenciaron sus mecanismos para evadir al fisco.
Entre expresiones vulgares trata de ocultar la profunda molestia que le ocasiona haber pagado 2 mil 772 millones de pesos (y sigue adeudando otros 31 mil millones).
El caso es que, tanto los simpatizantes de la Cuarta Transformación como los opositores al régimen, deberían de reconocer que este es un triunfo claro con nombre y apellido, mismo que terminó siendo temible en el SAT y que hoy tiene muy nerviosos a varios.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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