El proceso de lecto escritura empieza desde el dibujo, los trazos de rayas y rayones en papeles, libros, paredes, etc. La coordinación fina, esencial para este proceso, nunca ocurre igual en cada ser humano; en muchísimas ocasiones termina hasta la adolescencia.
¿A los docentes nos ha tocado lidiar con adolescentes que no quieren escribir más que en el teclado de la computadora o el teléfono, muchas veces y en todos los casos, la letra es casi ilegible. Después de algunos ejercicios para desarrollar la coordinación fina, que no de caligrafía, la letra mejora y empiezan a no sentir flojera de escribir.
El asunto es que el proceso de cada uno es diferente. Quienes hemos tomado la responsabilidad de formar y educar, tendríamos que evitar masificar y generalizar para respetar y apoyar los procesos individuales.
El seguimiento a cada niño necesita ser así, individualizado; el mismo docente por dos años, se requiere de una entrega pedagógica escrita y presencial con el niño y los padres o los responsables de ellos y ellas al terminar los ciclos de 2 años. Un calendario escolar empatado al calendario normal y una responsabilidad auténtica en comprender el perfil de egreso de cada fase y tener un alto porcentaje de logros por parte de los docentes.
La educación no puede mirar de soslayo el bajo rendimiento académico sin tomar cartas en el asunto y hacerlo de manera integral. Tampoco puede no actuar o asustarse al encontrar a niñas y niños con capacidades sobresalientes. Un programa así existió en los ochenta del siglo pasado, pero el salinismo lo despreció y desapareció, tanto el apoyo especial para quienes tenían más bajo aprovechamiento, como para los sobresalientes.
La detección de el talento de cada persona tendría que ser una prioridad, porque todos tenemos algún talento y generalmente no se desarrolla por la masificación en la educación.
Una asignatura pendiente para la 4t.
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