Su negocio más logrado ha sido siempre el silencio. Paradoja mexicana: la información se cobra más cara en tanto menos informe. Cojera nacional: no veo, no oigo, no informo. Infamia familiar: poner en la mesa el pan comprado al costo de la dignidad.
En los tiempos de gloria del PRI -los más oscuros para la sociedad mexicana- el 7 de junio, Día de la Libertad de Prensa, era la oportunidad anual para doblar el testuz ante el presidente en turno. Como si los dueños de medios dijeran: “No somos nada, o sólo somos lo que su buena merced decida que seamos, una mancha en la ropa, un pelo en la sopa, un violín desafinado, un tronco torcido, un perro en el Periférico, una mota de polvo, nada”.
Eso, que fueran nada. Por lo común, el presidente decidía que periódicos y periodistas fueran lo que resultara del cruce de una marioneta con un bufón. La sumisión tasada. La profesión humillada. El decoro sobajado. La decencia ultrajada. La pluma acallada. La prensa vendida. Ah no, para buenos tiempos, los del PRI antes del naufragio.
Ya en el pleno derroche neoliberal, los 52 mil millones de pesos de Peña Nieto (Festín de medios con publicidad oficial: Peña les dio 52 mil millones, https://contralinea.com.mx/interno/semana/festin-de-medios-con-publicidad-oficial-pena-les-dio-52-mil-millones/ ), los 38 mil millones de Calderón (Publicidad de Calderón costó 38 mil millones, https://contralinea.com.mx/medios/publicidad-de-calderon-costo-38-mil-millones/ ) y los 16 mil millones de Fox (Desenfrenado gasto oficial en publicidad, https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Desenfrenado-gasto-oficial-en-publicidad-20130629-0001.html ) compraron un silencio que bajita la mano nos costó 100 mil millones de pesos.
Pongámoslo así: es como si en cada butaca del Estadio Azteca (87,523 localidades), se hubiera dejado un saco con 1 millón 100 mil pesos destinados a la prensa. O así: que en cada butaca se hubieran acomodado 110 fajillas de billetes de 100 pesos. Son muchas fajillas, pero también fue mucha la desvergüenza.
Nómina gorda pagada en lo oscurito. Caudal de corrupción disfrazada de nota informativa. Entumecimiento del sistema límbico. Los agudos comentaristas, los acuciosos investigadores, los tenaces defensores de la democracia, los inclementes reporteros que hoy acosan al presidente, las revistas “independientes” que hoy anuncian tremebundas catástrofes en su portada, nada vieron.
Nada de la concesión de medio país a empresas extranjeras. Del robo de la Presidencia por Felipe el Breve en 2006. Del derrame financiero a la campaña peñista de 2012. Del drenaje de recursos del Conacyt a empresas privadas. Del Fobaproa. Del “huachicol” con el que andaban los autos en todo el país. El sobrecito amarillo que los hacía reír también les nublaba la vista.
En la coyuntura del arribo de la 4T al gobierno se comenzó a ver a esos medios anquilosados como lo que eran: dinosaurios del pleistoceno atrapados en el lodazal periodístico del que ya no saldrán y en donde agonizarán un rato más hasta que encuentren su destino.
Modorros por décadas de privilegios financieros no vieron venir el desastre y no supieron, no han sabido y todavía no saben cómo superar el rechazo público. Con su proverbial caradura, cuando les cierran el noticiero por falta de anunciantes acusan al presidente de ejercer la censura: un paso más de que da el gliptodonte para acabar de hundirse en el charco de brea del que no saldrá.
Su agonía trajo buenas noticias. Emergió un grupo de informadores verdaderamente independientes que aun con sus limitaciones financieras, técnicas y quizá hasta personales hacen la cobertura informática del cambio que se percibe en el país. Se trata de proyectos que abrieron opciones para las audiencias y de audiencias que encontraron opciones en esos proyectos.
La crítica parasitaria grita que estos periodistas están financiados por el régimen. Pero, ¿qué van a saber de honestidad si no tienen más perspectiva para juzgar que su propia experiencia, donde ellos sólo son los pajecitos de los poderosos?
Su acusación es falsa. Los recursos provienen del público que los escucha. En muchos casos, los colaboradores de esas páginas participan por el sólo gusto de manifestar su opinión y no reciben pago a cambio. Habrá algún periodista que ceda a la tentación del dinero porque los santos están en el santoral y no en la vida diaria. Pero esa no será la suerte de todos.
Hay que mencionar algunos de esos nombres. Son Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, en Los Periodistas, y en Sin Embargo. Vicente Serrano y Toño Ruiz en Sin Censura. Zeltzin Juárez, Hans Salazar, Amir Ibrahim y Manuel Pedrero, en Los Reporteros Mx. Erick Gutiérrez y Gateau 2008 en Sin Línea Mx. Los Chamucos: El Fisgón, Hernández y Rapé. Más una lista nutrida –aunque incompleta- de periodistas, reporteros, medios y comentaristas: Meme Yamel, Jorge Gómez Naredo, Revolución 3.0, Revista Polemón, Malthus Gamba, Juncal Solano, etcétera, a los que deben sumarse los valiosos equipos editoriales y los colaboradores de esas páginas.
Cuando un servidor público le insinuó a un ama de casa que le debía una gratificación por el trámite, ésta, despectiva, le respondió: “Ay, eso ya ni se usa”. Pasó de moda la dádiva. Así de lejana se ve la corrupción a sólo cuatro años de iniciada la 4T. Así de triste, solitario y final se ve el periodismo servil.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios