Y pagó los 2 mil 800 millones… y no precisamente con rábanos. Lo hizo de muy mala gana, sin un poquito de vergüenza por no haber pagado en tiempo, sin una disculpa siquiera. Al contrario, arremetió contra quien tuviese enfrente.
El empresario, balconeado públicamente por no pagar impuestos, presumió de haberlo hecho. Como si todos los ciudadanos que pagamos al SAT presumiéramos cada vez que lo hacemos. Pero el ego de Ricardo Salinas Pliego estaba tan molesto, ya por haber tenido que pagar, ya por la balconeada, ya por haber perdido los múltiples amparos con los que pretendía evadir el pago, que despotricó contra Citlali Hernández (por su sobrepeso, cosa que en nada incumbe al empresario), y hasta a David Faitelson le tocó regaño. Por otro asunto, pero se desquitó con él también. El demonio anda suelto.
“Los envidiosos no quieren lo que tú tienes, quieren que tú no lo tengas” es un dicho, anónimo hasta dónde sé, pero es muy posible que haya sido un mexicano quien lo acuñó.
La envidia es un anti-valor muy común en nuestra sociedad y de la que se aprovechan las personas que publican en medios masivos para manipular a las personas. Saben bien que el mexicano de clase media para arriba no soporta ver a personas indígenas o de menor nivel social con lujos. Y si no, que le pregunten a Yanitza Aparicio. Los mass-media conocen esa rabia heredada de tiempos de la Colonia y la usan de manera afilada en sus comunicaciones.
Tal es el caso de Federico Döring, quien desde siempre ha tenido un buen nivel social y económico, pero no soporta ver a José Ramón López (hijo mayor de AMLO) disfrutar de un partido de beisbol, con sus tenis y su reloj. Y no es que él quiera esos objetos, porque seguramente los tiene, el punto es que no quiere que el hijo del presidente los tenga. José Ramón es un adulto que se mantiene solo y, si se da esos gustos lujosos, es su asunto, no de su padre ni de nadie más.
Pero del tweet de Döring se agarraron los comunicólogos –que en esta era lo somos todos al estar tran estrechamente conectados en la Internet– y no faltaron los medios y los periodistas que replicaron con altavoz la gran noticia de que José Ramón López fue a ver el beisbol, usando tenis de marca alemana y un reloj caro. De esos relojes que duran más que una o dos vidas humanas y que se heredan de padres a hijos y a nietos.
Una vez más, en lugar de que nos den gusto los logros de los demás mexicanos, mejor tundirlos a tweets y periodicazos.
Cada quien puede hacer con su dinero, lo que desee.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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