Desde hace unos años, justamente en el tiempo aciago en el que un presidente color naranja creyó buena idea “resguardar” en instalaciones rodeadas por malla ciclónica, sin tener siquiera colchones para descansar y si acaso, cubriendo con cobijas térmicas a los hijos de las familias indocumentadas que eran separadas, puesto que los padres retornaban deportados a sus países de origen y los pequeños, al ser nacidos en los Estados Unidos de América permanecían, comencé a ver imágenes que me partían el corazón: niños llorando por sus padres, dormidos sobre el piso de cemento, cenando botanas y encerrados literalmente en algo que a todas luces parecían jaulas.
Recuerdo haber llorado en mi estudio de rabia e impotencia, sin saber qué hacer, hasta que el pensamiento se aclaró y sentí que en el ambiente o en el aire (jamás lo sabré) había un mensaje que necesitaba ser dicho: palabras que revoloteaban desordenadas en espera de ser organizadas en oraciones o acaso, en consignas y el curso de acción se aclaró: era momento de tomar la guitarra y dejar que la música adquiriera forma.
Así, tal como un conjuro, había una entidad pujando por tomar un cuerpo y salir a la superficie, una nueva presencia reclamaba su lugar en este mundo y yo había sido elegido como un medio, junto con mi instrumento en las manos, para darle forma: la música, las palabras y las ideas comenzaron a maridarse y a la letra que salía del corazón, desgarrándome el alma, le siguieron acordes y melodías que dibujaron espirales y ornamentos en el aire, la magia invisible, la danza del ritmo y la melodía fueron diseñando el rostro, extremidades y características únicas de la nueva presencia, hasta que vio su fin, o de menos el principio de su existencia.
“Te tomó la mano una mañana
para llevarte a nuevos horizontes
Sólo quería enseñarte qué es la libertad..”
Era la manera de esbozar la silueta de un padre que sólo desea lo mejor para sus hijos y está dispuesto a dejar hasta la vida para conseguirlo.
“..Tres comidas buenas cada día
un futuro lleno de ilusiones
por primera vez no había fatalidad..”
Era el breve tiempo en que una familia inmigrante sin papeles en regla, pudo disfrutar de las mieles de aquella forma de vida holgada, sustentada en la miseria de los países que expulsan migrantes al por mayor a causa de las condiciones de pobreza y escasas opciones de futuro para sus habitantes originarios, sin ser molestados por los saqueadores que duermen cómodamente sabiendo que sus economías se desarrollan a costa del sudor, el trabajo y los recursos de los países que jamás pueden aspirar a igualarlos, so pena de ser señalados como “dictaduras” y recetados con una buena dosis de “democracia” a bordo de aviones y buques y tanques de guerra.
“…Pero una noche cruel
las lágrimas rodaron por la piel..”
El momento de escuchar y sentir lo impensable.
“…Verás que en una de estas noches
tu manita tierna dormirá en la mía
Y de esta pesadilla en soledad
mi amor te habrá de rescatar..”
Fue la plegaria que sentí atorarse en mi garganta al imaginarme un poder tiránico obstaculizando mirar a mis pequeños dormir, escuchar su respiración, saber que están bien y sin embargo, sin importar el tamaño del desafío, de la terrible impotencia que significaría ser impedido para ver crecer a un pequeño inocente, que no tendría ninguna culpa por haber nacido en circunstancias desafortunadas, obtener fuerza y dejar que la vida se abra paso con su mejor arma: la esperanza.
Da Capo
“Abriremos la puerta una vez más
Y la luz que se cuela por la reja nos dirá
que no hay jaula que pueda
encerrar la voluntad..”
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios