A nivel mundial, cada día 20,000 niñas y adolescentes menores de 18 años de edad dan a luz en países en desarrollo. Esto equivale a 7.3 millones de partos cada año. En nuestro país cada día aproximadamente 1,000 adolescentes quedan embarazadas, lo que representa más de 350 mil al año, de esos embarazos, unos 9 mil ocurren en niñas menores de 14 años.
Prevenir el embarazo adolescente es un reto mayúsculo para nuestro país, debido a que México ocupa el primer lugar en el tema, entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.
Este reto de la prevención en nuestra población adolescente es de mayor relevancia toda vez que cuando una niña queda embarazada, su vida cambia radicalmente. Su panorama futuro se ve amenazado, existen grandes posibilidades de que no termine la escuela y que su perspectiva de trabajo se dificulte; se expone a enfrentar repercusiones en la salud de ella y de sus hijos, se convierte en una persona altamente vulnerable frente a la pobreza y la exclusión, obstaculizándose su desarrollo humano.
El objetivo general de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes en nuestro país (ENAPEA), es reducir el número de embarazos en adolescentes para el año 2030, con absoluto respeto a los Derechos Humanos, particularmente los derechos sexuales y reproductivos. Sus dos grandes metas son: a) Disminuir a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años y, b) Reducir en un 50% la tasa especifica de fecundidad de las adolescentes de 15 a 19 años (TEF15-19).
El reto ante los objetivos nación planteados en este tema son mayúsculos toda vez que de los 32 estados que conforman el país, ninguno ha logrado erradicar el embarazo infantil y adolescente. De hecho, 14 estados se encuentran arriba de la media nacional en embarazo adolescente de 15.1% de acuerdo a la estadística de natalidad del INEGI 2020.
Si bien hay una tendencia a la baja desde 2011 en todo México, hay estados como Guerrero que se mantiene tres puntos porcentuales por encima de la media nacional (18.2%), seguido de Chihuahua (17.6%), Puebla (17.3%), Tlaxcala (17.3%), Coahuila (17.2%) y Durango (17.2%), de acuerdo con las estadísticas de nacimientos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El impacto de la pandemia repercutió estos últimos años en nuestro país pues el cierre de escuelas y el confinamiento provocaron que los embarazos en adolescentes aumentaran por lo menos 30%. El total de partos de madres adolescentes en 2021 fue de 373 mil 661; es decir más de mil por día. De estas cifras 8 mil 876 de los nacimientos fueron por madres menores de 14 años, muchos de ellos producto del confinamiento, de acuerdo a datos del mes de abril de 2022 del Consejo Nacional de Población.
Por su parte la investigadora del Colegio de México Laura Flamand, una de las autoras del informe Embarazo temprano en México: Panorama de estrategias públicas y análisis de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes en nuestro país (ENAPEA), resalta cómo este problema del embarazo adolescente no atraviesa a todas las mexicanas por igual, señala que: “Hay una relación estrecha y compleja entre este embarazo con la desigualdad y la violencia de género”, declara Flamand que esta problemática es 5,1 veces más frecuente entre las mujeres pobres, 1,6 veces más probable entre las niñas indígenas y se da 1,7 veces más en las zonas rurales que en las ciudades.
Los tres niveles de Gobierno en nuestro país tienen entre sus deberes el garantizar el ejercicio de los derechos sexuales de manera igualitaria entre todos los grupos poblacionales y en todo el territorio nacional, procurando informar y orientar a nuestros adolescentes sobre los métodos anticonceptivos, a través de la Secretaría de Salud; con base en sus atribuciones y de manera coordinada con las dependencias y entidades del sector, instrumentar acciones necesarias en materia de educación sexual y planificación familiar, a fin de reducir el alto índice de niñas y adolescentes embarazadas.
Se deben impulsar políticas en materia educativa para reducir el embarazo adolescente, por ejemplo, becas que garanticen la permanencia en las escuelas, programas para empoderar a las niñas; en materia de empleo se pueden fortalecer alianzas con los sectores que ofrecen distintos apoyos o bolsas de trabajo para los alumnos y alumnas; se debe trabajar en materia de acciones para prevenir la violencia; agilizar la actuación del Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), diseñado para la alineación, diseño e implementación transversal de la política pública con perspectiva de Derechos Humanos de la infancia y adolescencia en los órganos, entidades, mecanismos, instancias, servicios, leyes, normas, políticas y presupuestos a nivel nacional, estatal y municipal para respetar, proteger, promover, restituir y restablecer los Derechos de las niñas, niños y adolescentes; así como reparar el daño ante la posible vulneración de los mismos.
- La columnista es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales, Subdirectora Ejecutiva en la Unidad de Desarrollo Comercial del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, ex Secretaria de la Mujer Oaxaqueña, contáctala en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira
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