Hace ya muchos años, el actual presidente de la república, se convertía en una nueva “industria sin chimeneas”, que fuera creciendo poco a poco hasta lograr sus actuales dimensiones.
Uno de sus pioneros, que pensó sería utilizado fugazmente, fue el inédito reportero de nada, Ricardo Alemán, cuyo nombre era hasta entonces desconocido. En su paso por el “Universal”, a fines de 2005, yo le preguntaría públicamente ¿porque sólo escribía denostando a López Obrador? me contestaría con desparpajo: “por raiting” Después se harían públicas las nóminas de estos textoservidores fieles a los gobiernos prianistas y en especial al dinero. Alemán justificaba porqué hacía esos textos incendiarios descalificando todos los días a quien llegaría a ser el presidente de México más respetado por sus actos y su propia historia.
En virtud del éxito económico alcanzado, pronto se le unirían a éste indigno sujeto toda una “marabunta” de mercenarios: articulistas, analistas políticos, lectores de noticias, conductores de radio, y demás especies, qué, bajo el liderazgo de un par de intelectuales mediocres, repetirían al unísono consignas y actos para ellos preparados. Un pool de empresarios apátridas, desplazados en sus privilegios por el actual gobierno de la cuarta transformación, recogería la estafeta prianista para financiar con recursos multimillonarios propios su proyecto de ataques sistemáticos.
Así, en la inmundicia, nace y se desarrolla, un feroz “reportero” con ambiciones desmedidas, su nombre, Carlos Loret de Mola, individuo que mostrara sus “talentos y virtudes” en Televisa. Esta empresa, cómplice sustancial en los fraudes y adoctrinamiento de vegetación política para nuestro pueblo, permitió y alentó los montajes loretistas por todos conocidos: La renta del tanque de guerra, la inexistente niña Frida Sofía, la falsa recreación en la detención de Israel Vallarta y múltiples engaños que por pequeños que fueran ya no serían aceptados por la racionalidad de los videntes.
Una y otra vez nos preguntamos en este país, sin obtener respuesta del SAT todavía, ¿Cuál es el origen del inmenso patrimonio de Carlos Loret de Mola que no coincide con sus actividades “lícitas” que todos conocemos? Pues centuplica las posibilidades de una persona con puesto semejante.
El pasado jueves 29 de septiembre, en su programa de “Latinus”, el economista Loret de Mola comunicaba con una emoción muy particular, que un grupo de hackers, autodenominados “Guacamaya” había logrado penetrar en archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional y que el habría de difundir miles de documentos comprometedores para el gobierno.
Destacaba con alegría las enfermedades del presidente López Obrador a quien consideraba prácticamente en agonía, el “Culiacanazo” y sus procesos, así como diferencias entre la SEDENA y la SEMAR en protección a los aeropuertos.
Al día siguiente, en la “mañanera”, el presidente López Obrador diría que todo era verdad y se congratulaba por su recomendación: “La vida pública, cada día debe ser más pública”. También aceptaba -como siempre lo hizo- que era hipertenso y contaba con enfermedades menores. Lo sucedido en Culiacán y la decisión de salvar a cientos de personas de una potencial ejecución todos sabemos fue tomada y difundida por el mismo presidente.
La ingenua interpretación del novel “reportero” había quedado en entredicho, pensaba le habían dado diamantes y lo chamaquearon con pedazos de carbón.
Lo que también es cierto, es que ahora Latinus está obligado a difundir la relación de García Luna y el propio Loret de Mola por archivos de la SEDENA. Todos tenemos derecho e interés por conocer esa relación “tóxica”, esperemos noticias al respecto.
Comparar el hackeo de Julián Assange con los “Guacamaya” tiene alguna diferencia, Assange contribuyó con la verdad histórica sobre los excesos de los Estados Unidos: Falsas motivaciones para invadir Kuwait, Iraq, Afganistán, etc., asesinatos de lideres de otros países, cientos de miles de correos de corrupción, colusión con organizaciones terroristas, etc.
El hackeo contra expedientes del ejercito mexicano puede agudizar la inseguridad en México. Sin embargo, también puede darnos luz.
Una vez publicitadas las enfermedades del presidente López Obrador (hipertensión, hipotiroidismo y gota) que son tratadas con fármacos específicos probados, que le permiten llevar una vida normal y no afectan sus capacidades mentales, es el momento de contrastarlas con las que han tenido los expresidentes panistas que destruyeron sus capacidades cognitivas e inteligencia poniendo en riesgo al país de manera escandalosa.
Hay que recordar los mexicanos en su momento pedimos una exhaustiva investigación al respecto que fue grotescamente acallada.
Vicente Fox Quezada (2000-2006) vivía entre la locuacidad y la estupidez. Era hipomaniaco, con trastorno bipolar y conductas de riesgo (Dr. Rafael Salin) Su depresión constante lo llevó a consumir altas dosis de fármacos. Esta circunstancia le impedía trabajar y se convirtió en títere de Martha Sahagún, su esposa, que era una sociópata (Esta mujer trabajó 8 años con Marcial Maciel, el pederasta). Fox nunca mereció el respeto de nadie: “el bufón de la casa presidencial” y “el alto vacío”.
En pocas palabras Fox no estaba capacitado para ser presidente.
Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) ¿Como pudo un presidente iniciar una guerra -selectiva- contra el narcotráfico sabiendo se tendrían miles de muertes inocentes? Bueno, entendía era una forma de legitimarse en una presidencia inmerecida. Pero, había otro factor determinante en sus decisiones, el individuo de marras era alcohólico.
En 2011, Noroña y Jaime Cárdenas sacaron una manta en la cámara de diputados preguntando: ¿tu dejarías que un borracho manejara tu auto? ¿verdad que no? ¿Por qué dejas que maneje tu país? A un lado de la frase estaba una fotografía de Felipe Calderón, en estado de ebriedad.
En septiembre de 2015, el prestigiado Julio Scherer G. presentaba su libro “Calderón de cuerpo entero”, ahí narraba al detalle, los excesos etílicos de aquel que fuera impuesto como presidente de la república. Manuel Espino, quien por su parte presidiera al PAN en la fase de campaña, aceptaría la existencia de los bochornosos episodios alcohólicos ante su presencia y de todos los compañeros del partido. La periodista Olga Wornat, lo confirmaría en su obra “Felipe el oscuro”. Así fue Calderón durante toda su presidencia.
Este peligroso sujeto tampoco estaba capacitado para gobernar.
A raíz del intento de golpeteo por parte de Loret y sus patrocinadores, mucha gente se pregunta ¿Cómo es posible que López Obrador, a pesar de sus enfermedades, trabaje toda la semana en un horario autoimpuesto de 16 horas diarias? La respuesta está en la actitud y honestidad de un personaje que entendió el nivel de compromiso que tenía ante un pueblo que lo había elegido democráticamente con la ilusión y la esperanza de lograr el cambio prometido.
La simpatía que despiertan los esfuerzos del actual presidente de México (incluso en enfermedad) se agudiza ante los ataques infundados, haciendo crecer su respaldo y popularidad.
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