Así de ese tamaño fue la expresión utilizada por Dante Delgado al ser entrevistado por Ciro Gómez Leyva para referirse a Andrés Manuel López Obrador con motivo de la reciente discusión sobre la guardia nacional. En el terreno de las descalificaciones y la verborrea que acompaña a los personajes políticos aglutinados en “la oposición”, una expresión de esta naturaleza podría ser cualquier cosa al calor del momento, pero no, en lo absoluto queda como una expresión más de un opositor, si se analizan a fondo varios factores, en un futuro cercano constataremos que trae consigo la estrategia de construir una narrativa que haga ver a Andrés como un loco.
Bueno, de entrada, el presidente al menos en el imaginario de la oposición, si que está loco, acabar de esa forma con el régimen de privilegios de los que gozaban los lastres del sistema (políticos, empresarios, intelectuales, periodistas, etc.) no podría darse en una persona cuerda, sino en un desequilibrado mental incapaz de respetar a la oligarquía. Pero más allá de ese imaginario y lo simpático que resulta ver a la desenfrenada y desesperada oposición no hallar la manera de disminuir los adeptos del presidente, vayamos a lo serio: No es un tema menor los alcances que puede tener el uso sistemático de estas expresiones.
Los dirigentes de los partidos analizan una y otra vez los elementos que constituyen su fracaso frente a Andrés. Electoralmente no son competitivos a pesar de las disputas en MORENA (que las hay); políticamente no ven frutos reales que se traduzcan en nuevos adeptos y por si fuera poco, sus alianzas parlamentarias sólo han tenido un par de logros significativos como la Reforma Eléctrica o el regreso a comisiones de la iniciativa de Reforma de la Guardia Nacional. Pero la verdadera alianza, la que realmente les importa que es la electoral, no sólo se tambaleó, prácticamente feneció y ni por donde puedan nuevamente reorganizarse. Pero este escenario no incluye a Dante Delgado precisamente, el veracruzano tiene más que claro el papel que debe jugar desde aquí hasta el 2024 y no es otra cosa que oscilar como una oposición a Andrés Manuel sin mezclarse con la otra oposición, salvo en coyunturas de carácter legislativo. Esta pose no es nada nuevo, de hecho, ha sido una de las principales características del actuar político de Dante Delgado, el ir anteponiendo lo que electoralmente le reditúe e incremente sus prerrogativas como partido, por encima de cualquier proyecto democrático o lo que signifique una alternativa para la sociedad. Por supuesto que es criticable el actuar del senador, pero nadie puede negar que le es efectivo; gobierna tres estados y municipios importantes entre los que destaca Monterrey, eso sin contar su presencia significativa en el congreso federal y en los locales. Es cierto, a Movimiento Ciudadano le reditúa más ir sólo en los procesos electorales dado el crecimiento que le representa, pero el mismo Delgado entiende que en las contiendas electorales de 2023 y 2024, esa realidad comenzará a cambiar en sentido negativo.
Por esa razón Dante se encuentra ante la necesidad de actuar y ganar terreno frente al propio presidente, pero sabe que por la vía del debate abierto o el actuar de sus representantes populares poco obtendrá (de la actuación de los gobernadores de MC mejor ni hablemos). De ahí que peligrosamente comience a utilizar este tipo de expresiones cuyo objetivo es incidir en el imaginario colectivo para hacer ver a AMLO como loco, como un mandatario con desproporción emocional. Pero esta estrategia no sólo es de Dante; sumemos la publicación de Mario Di Constanzo en su cuenta de twitter: “Conozco bien al presidente, lo traté muy de cerca y mucho tiempo y les puedo asegurar que su estado mental no es el de antes”
Tratándose de la oposición y la violencia desproporcionada a la que nos tienen acostumbrados, poco falta para ver un nuevo atentado a la inteligencia de la sociedad y, por muy descabellado que sonara, no asombraría que en los próximos días se vaya incrementando este tipo de señalamientos encaminándolos hacia supuestos “problemas mentales del presidente”. No olvidemos que uno de los principios en los que puede “faltar” el presidente de la nación es el “impedimento mental”.
Por su puesto que un escenario de tal naturaleza jamás se concretaría, pero utilizarlo como parte del discurso político, es de las últimas herramientas que le quedan a personajes tan detestables como Dante Delgado. A pesar de eso, poca mella harán en la opinión pública, está claro que Andrés se perfila para terminar la última etapa de su sexenio con la mayor aprobación de la historia del presidencialismo en México y con una oposición a la que se le acabó el tiempo.
Para acabarla de amolar.
Qué habilidad ha mostrado el Secretario de Gobernación en las últimas semanas, sobre todo cuando se trata de hacer frente a la oposición. No sólo es firme y contundente ante quiénes han querido exhibir fallas en el gobierno, tiene una gracia que genera empatía entre propios y extraños. Quizá por eso, muchos que anteriormente veían a Marcelo Ebrard como el único capaz de generar equilibrios entre las fuerzas políticas, comiencen a ver al responsable de la política interior como una alternativa real para la sucesión. Dicen los “analistas” (videntes del acontecer político) que todo está definido hacia la jefa de gobierno, pero… a más de uno, como que ya le entró la duda.
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