Para nada resulta extraño que la Coalición Va por México atraviese por una crisis en todos los sentidos, especialmente por una crisis existencial dado que los dirigentes del PAN y del PRI, entiéndase Marko Cortés y Alejandro Moreno, se tambalean frente a su futuro político tras la confusión originada en sus esquemas mentales, existenciales y colectivos, y, si a eso suman la decadencia de su capital político como partidos, no se tiene otra consecuencia más que una visión extremadamente distorsionada de su realidad.
Peor aún, una realidad que a cada día se les distorsiona más a causa de la popularidad de AMLO. El PRD no puede ser considerado en esa crisis existencial, sencillamente dejó de existir desde que se convirtió en un parásito de los otros dos.
Pero ¿a caso el PAN y el PRI creían que la alianza político electoral iba a perdurar más allá del hecho coyuntural que representó la reforma eléctrica o las recientes elecciones? Claramente no, los resultados eran más que previsibles pues si bien podrían obstaculizar la reforma en la cámara como sucedió, en lo electoral sabían que poco iban a lograr en la elección.
Por esa razón los dimes y diretes entre ambos partidos irán en aumento, sobre todo porque la soberbia política y la falta de objetividad los hace creerse necesarios el uno para el otro, o más bien los hace colocarse en una posición en la que se cree que el uno sin el otro no representa mucho. Ambos creen tener las mejores posibilidades de hacerle frente a MORENA y apuestan a estirar la liga para imponer condiciones que les haga definir al candidato presidencial, sin embargo, lo que no alcanzan a comprender es que la ciudadanía lo que busca es una posición más equilibrada que sea capaz de representarla y que hoy, en buena medida no se siente escuchada, mucho menos considerada aún y cuando una parte significativa de esta (significativo no es sinónimo de mayoría) rechaza la figura de López Obrador.
Tan mal le va a la alianza que salen a su auxilio analistas políticos que tratan a toda costa de crear una narrativa de unidad en torno a ella como la única manera de derrotar a MORENA en las urnas, pasaron de los exhortos a Movimiento Ciudadano de sumarse a la coalición a pugnar porque esta prevalezca. Incluso comunicadores o periodistas como Ciro Gómez Leyva utilizan un tono enérgico para referirse a la obvia operación política de Alito para salvar el pellejo y que se relaciona con la iniciativa presentada respecto a la guardia nacional. De hecho, baste revisar la entrevista de la semana pasada que, de entrevista transmutó a regaño por parte de Gómez Leyva al presidente del PRI.
En fin, estando así las cosas lo que sigue es un largo proceso de descalificación entre estos partidos que mutuamente se irán acusando de oponerse a la unidad y en el que irán prevaleciendo los señalamientos de haber acordado en lo oscurito con la fuerza mayoritaria como si eso lograra engañar a la ciudadanía. El ciclo de esta alianza llegó a su fin, por lo tanto notoriamente habrá una reconfiguración que nos llevará lo que resta del año y que les agotará el tiempo para conformar una nueva versión de la alianza para enfrentar las elecciones en Coahuila y el Estado de México. Lo cierto es que mientras para los verdaderos militantes de dichos partidos verán con buenos ojos ir solos bajo la lógica de “mejor solos que mal acompañados” para la oligarquía decimonónica es un retroceso que los seguirá sometiendo a la visión política de Andrés Manuel. Para muestra se puede observar la estrategia de Movimiento Ciudadano que sostiene que ir solo le deja más dividendos que aliado con alguna de estas fuerzas.
En el escenario político falta mucho por ver, pero para la alianza (así como se presentó) dejó de tener futuro, sin embargo esto no representa un buen augurio para la política nacional pues al agotarse un esquema de participación conjunta, le quedará a la oposición bajo las siglas que sea, elevar el nivel de violencia a la que nos tienen acostumbrados y que saben operar muy bien. Tal vez la ventaja sea que dicha violencia no tiene más alcance que las redes sociales pues la presencia territorial de estos partidos es sumamente pobre y poco o nada permeará entre los votantes.
Para acabarla de amolar
El próximo fin de semana MORENA realizará su Tercer Congreso Nacional como parte final del proceso de reorganización interna, AMLO señaló que no asistirá y en lo personal creo que hace bien, sin embargo, es de llamarse la atención quiénes figurarán como invitados especiales, más allá de si fueron electos o no y también quien será el gran ausente y que no es López Obrador sino seguramente un connotado senador. Este es un tema clave puesto que también MORENA enfrentará una etapa de recomposición y de reconfiguración en la que aparecerán nuevos actores que seguramente encontrarán un foro donde abundarán adeptos, casualmente los que emergieron de la verdadera militancia. Lo bueno es que estos se encuentran alejados de los viejos dirigentes que no dejan de tener el ADN del perredismo, lo malo es que se enfrentarán a la resistencia de estos mismos que saben lo que significa las patadas debajo de la mesa. Este tema irá tomando relevancia si se valora que en entidades clave como la CDMX no se anda muy bien que digamos en el terreno partidista; por cierto, ardua labor tiene en la capital la nueva dirigencia. Así que, hablando de ausentes por autoexclusión o invitados especiales, ojo, por ahí cabalgan personajes que están a punto de aparecer de manera contundente en la vida partidista y que cuentan con el respaldo de AMLO.
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