La “soberanía” es un término muy utilizado por distintos actores políticos y gente que participa en política. Es recurrente su uso en retóricos y demagógicos discursos que pronuncian por docenas ante sus afines y adeptos. Resulta para estos sujetos un recurso fácil del que pretenden obtener el sufragio de las mayorías, sin embargo, una cosa es el discurso y la oratoria en el ejercicio diario e inmediato de la política, y otra muy diferente es aplicar en los hechos el verdadero significado y uso de la palabra aludida.
La soberanía es hoy uno de los conceptos que más deben cobrar vigencia y relevancia, porque ante el contexto global actual de crisis económica, post pandemia, escasez alimentaria, de recursos no renovables y conflictos armados, los países deben tener claro que la soberanía de sus pueblos es fundamental para sortear muchos de los embates que se avecinan en materia energética, alimentaria y de su propia estabilidad y supervivencia social.
Hoy más que nunca resulta necesario tener en los liderazgos políticos de cada país a personajes que estén dispuestos a toda costa hacer valer esa soberanía y alejarla de los caprichos del mercado despiadado, porque ante lo que se avecina podría resultar vital optar entre simples dirigentes oportunistas de la política que solo asumen cargos en la administración pública como gerentes de oligarcas y dueños del mercado, en su acepción economicista o elegir entre aquellos que están dispuestos a aplicar el verdadero significado que entraña la palabra SOBERANÍA, puesto que estos últimos serán los encargados de sortear las tormentas futuras, esas que solo podrán afrontarse teniendo un Estado fuerte y con plena SOBERANÍA ENERGÉTICA, ALIMENTARIA, por supuesto la política, pero que sobre todo defienda los intereses nacionales frente a los desajustes y posibles amenazas de intereses extranjeros que pretendan vulnerar esa Soberanía.
Recientemente vimos en países europeos que países por excelencia con políticas proclives a inversión extranjera han nacionalizado sectores e industrias estratégicas, que son un bálsamo y tácito reconocimiento que si se siguen dejando al libre mercado, harán colapsar cualquier economía por muy robusta que ésta sea.
Es por ello muy importante tener claridad en cuanto a que nuestro actual Presidente de la República es un conocedor y estratega geopolítico que con amplia visión y con la realización de hechos, está poniendo por encima el interés nacional para hacernos autosuficientes en cuestiones fundamentales para que el país no tenga en un futuro una peligrosa dependencia de recursos energéticos, alimentarios o económicos que nos pongan de rodillas cuando las crisis futuras estallen una por una como campo minado.
Se han llevado a cabo proyectos ambiciosos y hechos tangibles que este gobierno ha realizado tendientes al desarrollo de infraestructura esencial, como es el caso de la renovación y construcción de refinerías, políticas para el campo que apoyan a productores que serán los encargados de abastecernos alimentariamente, de pescadores, de miles de trabajadores sembrando árboles a lo largo del territorio, las valiosas vías de comunicación pensadas para facilitar el comercio y cadenas de suministro que más temprano que tarde redituarán al territorio mexicano; el avance en la infraestructura médica que dicho sea de paso es un aspecto fundamental en el desarrollo al que aspire cualquier nación.
Esa visión a largo plazo es un requisito indispensable para quien aspire a seguir y darle continuidad a este movimiento transformador desde la presidencia del país, debe ser alguien que esté dispuesto a no tolerar ni someternos nuevamente a una dinámica de pérdida de soberanía, porque hasta donde se sabe, ésta es, el propio poder del pueblo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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