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MÁS ALLÁ DE ARANCELES Y TENSIONES: LA VISIÓN DE SHEINBAUM EN EL G7

junio 19, 2025
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En un mundo convulso, donde las tensiones entre naciones se convierten en amenazas reales y los intereses de las potencias tienden a chocar en lugar de cooperar, la presidenta Claudia Sheinbaum se ha presentado ante el escenario global con una postura clara: dignidad, diálogo y defensa de su pueblo. La participación de México en la Cumbre del G7 de este año no solo es un gesto diplomático; es una señal del nuevo lugar que el país comienza a ocupar en la política internacional.

La 51ª edición del G7, celebrada del 15 al 17 de junio en Kananaskis, Alberta, se dio en medio de una creciente inestabilidad geopolítica. La cumbre fue marcada por la escalada de tensiones en Medio Oriente, particularmente tras los ataques cruzados entre Israel e Irán, que obligaron al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a abandonar abruptamente las sesiones para atender la crisis desde Washington. Este hecho no fue menor, especialmente para México, cuyo gobierno había anticipado una conversación cara a cara con Trump para abordar una serie de temas sensibles, en particular las recientes redadas del ICE contra migrantes mexicanos en suelo estadounidense y la polémica propuesta de gravar las remesas.

Ante la cancelación del encuentro presencial, la presidenta Sheinbaum sostuvo una llamada directa con el presidente estadounidense. Aunque la conversación fue cordial, no hubo avances sustantivos. La presidenta dejó claro que México no aceptará medidas que afecten a su gente y que seguirá defendiendo, en todos los foros, a los millones de mexicanas y mexicanos que viven y trabajan con dignidad en Estados Unidos. Su mensaje fue inequívoco: “Vamos siempre, como somos los mexicanos, firmes, con convicción, pero también con diálogo. Defenderemos a nuestro pueblo aquí y del otro lado de la frontera”.

El G7 no es solo una cumbre de potencias: es el lugar donde se decide buena parte del rumbo económico, tecnológico y ambiental del planeta. Este año, la agenda giró en torno a cinco temas clave: la estabilidad geopolítica, la seguridad energética, la inteligencia artificial, la crisis climática y la gobernanza de las cadenas de suministro. México no es miembro permanente del G7, pero su invitación a participar junto a India, Brasil, Sudáfrica e Indonesia, refleja un cambio de paradigma: las potencias ya no pueden seguir diseñando el mundo sin escuchar al sur global.

Y es precisamente ahí donde Claudia Sheinbaum ha marcado la diferencia. No fue a pedir favores ni a repetir lugares comunes. Fue a proponer. En su intervención, llamó a convocar una Cumbre Internacional por el Bienestar, con participación de gobiernos, organismos multilaterales, academia y pueblos originarios. La propuesta busca reorientar la cooperación global hacia un modelo centrado en las personas, no en los intereses financieros.

Esta visión que retoma el espíritu latinoamericano de justicia social y solidaridad fue bien recibida por varios líderes presentes. La presidenta mexicana recordó que el crecimiento económico no puede seguir siendo evaluado únicamente en función del PIB, sino por indicadores de salud, educación, equidad y sostenibilidad. En un mundo donde la IA amenaza con profundizar las desigualdades, y la crisis climática ya cobra vidas, la agenda de Sheinbaum colocó a México como un actor que no solo exige respeto, sino que también aporta soluciones.

Uno de los momentos más relevantes de su participación fue la reunión con empresarios e inversionistas de Canadá. En ese espacio, la presidenta presentó el Plan México, una estrategia integral que articula infraestructura, energía renovable, semiconductores, agroindustria y educación tecnológica en regiones clave como el sureste mexicano y el Corredor Interoceánico. Con un enfoque territorial, el plan busca atraer inversión extranjera con criterios de justicia social, trabajo digno y respeto al medio ambiente. Los empresarios canadienses , varios de los cuales ya operan en México, mostraron interés en ampliar su presencia en sectores estratégicos bajo este nuevo esquema de colaboración con visión a largo plazo.

Detrás de cada una de sus intervenciones, Sheinbaum llevó un mensaje claro: México ya no es solo un socio comercial, es una nación con voz propia, que apuesta por un nuevo modelo de desarrollo, más justo, más sostenible y más humano. En un escenario donde las potencias discuten los dilemas del poder, la presidenta mexicana habló de cooperación, de dignidad, y de pueblos que merecen vivir bien.

Además, su agenda no se limitó a lo internacional. Desde Tlaxcala, antes de partir al G7, anunció inversiones en hospitales, universidades y medio ambiente. La presidenta demostró que la política exterior no es ajena a la vida cotidiana de la gente, sino una extensión del mismo proyecto de nación: uno que pone en el centro a los más pobres, a los más olvidados, a quienes históricamente han sido excluidos de los beneficios del crecimiento.

Mientras algunos celebran el regreso de la retórica belicista o la imposición de aranceles como estrategia electoral, México ha apostado por la diplomacia de la esperanza. Y esa diplomacia tiene hoy un rostro firme, sereno y decidido: el de Claudia Sheinbaum.

En tiempos de muros, México elige tender puentes. En tiempos de miedo, México ofrece diálogo. Y en tiempos de incertidumbre global, México alza la voz no para imponer, sino para proponer.

La participación de Sheinbaum en el G7 no solo ha fortalecido el perfil internacional de nuestro país; ha dejado claro que otra política exterior es posible. Una política que no se arrodilla ni se aísla, que dialoga sin perder la dignidad, y que entiende que representar a México es hablar con la frente en alto, en nombre de un pueblo generoso, valiente y profundamente humano.

  • La columnista, Mariuma Munira Vadillo Bravo, es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales. Puedes contactarla en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira.
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Tags: columnaCumbre del G7Mariuma Muniraopinión
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