En fechas recientes, el canal de YouTube llamado Chamuco Media transmitió un programa titulado “El canibalismo de la izquierda”, una conversación entre el “monero” Rafael Barajas, mejor conocido como El Fisgón, y el periodista Pedro Miguel.
Ambos son figuras públicas destacadas de la 4T y por eso se habría esperado un nivel de exposición de argumentos que no evidenciara de manera tan cruda la fragilidad de la piel de quienes se creen y se sienten representantes en la tierra de la transformación, de la cual ellos se asumen como exégetas autorizados, o al menos de los pocos que comprenden a cabalidad los laberintos del proceso y por tanto están llamados a poner los puntos sobre las íes.
Ni hablar, qué se le va a hacer si no les queda de otra más que catequizar a la masa de indios remisos que apoyan a la 4T sin comprenderla.
De entrada, el título del programa no abona al diálogo entre posiciones discordantes. Que una crítica o un punto de vista diferente se considere parte de un festín “canibalesco” confiere a quien lo emite la calidad de “caníbal”, un antropófago cuyo perverso propósito es socavar por dentro a la 4T y convertirla -sólo para utilizar los términos dialécticos que proponen los ponentes- en una “cena de negros” que beneficie a la derecha.
De paso, en los términos y las metáforas utilizados en esta forma de diálogo, Barajas y Miguel equivalen a los exploradores blancos, vestidos con sus shorts color caqui y su sarakof, quienes contemplan desde afuera el aberrante banquete de los salvajes sobre quienes debe derramarse la civilización que atesoran los nuevos colonizadores. Cuánta modestia cabe en apenas dos personas.
Para justificar la penosa inclusión en la 4T de personajes como Cuauhtémoc Blanco o Sergio Meyer y cuantos se le parezcan, los expositores refieren que la izquierda buscó alianzas “desde 1979”, afirmó Pedro Miguel. Que la izquierda buscó alianzas es cierto, pero alianzas con organizaciones de izquierda y no con los Yunes y sus similares y conexos. Para ventilar la memoria, recordemos que el PSUM (Partido Socialista Unificado de México) se formó con el PCM (Partido Comunista Mexicano), el PPM (Partido del Pueblo Mexicano), el PSR (Partido Socialista Revolucionario), el MAUS (Movimiento de Acción y Unidad Socialista) y el MAP (Movimiento de Acción Popular). Como sucede en todo lo humano, aparecieron los oportunistas de siempre, pero ese no es el tema.
Se dijo también que Morena recurre a personajes de dudosa procedencia porque carece de cuadros propios para ocupar puestos decisivos. Y en esto también tienen razón Barajas y Miguel. Desde luego, no es lógico suponer que el millón 574 mil 971 personas reportadas por el INEGI como empleados federales en 2023 fueran militantes o ni siquiera simpatizantes de Morena.
Pero que de entre los 2.3 millones de afiliados a Morena el partido no tenga más remedio que echar mano de Óscar Cantón Zetina, antes priista y hoy senador morenista, no habla bien de Morena. Para más señas del personaje citado, su biografía informa que era diputado priista por Tabasco en la LVI Legislatura federal, de 1994 a 1997, cuando los legisladores priistas aprobaron el Fobaproa, que fue la forma que encontraron para convertir en deuda pública lo que había sido despilfarro privado de los banqueros. Con qué cara… con qué cara.
Para el llamado Fisgón, todo el que lanza una crítica es un bot. Y eso sí que no es cierto. El periodista Luis Guillermo Hernández publicó que el sueldo percibido por Renata Turrent, directora de Canal 11, es superior al de la presidenta Claudia Sheinbaum. Quizá Hernández se equivoque en su información, pero de eso a descalificarlo y negarle derecho de réplica a lo dicho de él por el llamado Fisgón debiera haber un trecho largo. Por cierto, Hernández no es ningún bot oculto detrás de complots contra la 4T sino un periodista ampliamente conocido.
El llamado Fisgón atribuye las críticas al resentimiento ocasionado por no haber alcanzado hueso en Morena, aunque sea una modesta regiduría municipal. Y también se equivoca. No todos los que votamos por Morena lo hicimos pensando en abultar la cuenta bancaria o para darnos una vida de sultanes. Sólo que junto con el voto no entregamos la conciencia.
López Obrador insistió repetidamente en que “no se pueden dejar trozos de dignidad en el camino”. Entre otros más, algunos componentes de esa dignidad irrenunciable son el ejercicio de la crítica y la libre expresión de las ideas, sin que eso reduzca a la condición de caníbal a quien las expresa.

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