Jalisco, un estado donde las desapariciones se han convertido en un temor cotidiano. Los levantones se dan a cualquier hora y en cualquier sitio.
Casas abandonadas en los grandes corporativos inmobiliarios de Tlajomulco y Zapopan son utilizadas por el crimen organizado para cometer atroces actos inhumanos con gente inocente. Jóvenes que buscaban trabajo, caminaban hacia su facultad o salieron a divertirse.
En este estado, todos los jóvenes son víctimas potenciales, en este estado, se vive con miedo.
Todos conocemos una o varias personas que no volvieron a su hogar; todos eran jóvenes con sueños, con anhelos futuros que mentes perversas hicieron desvanecer.
Sucesos dantescos que nos conmocionan cada vez que salen a la luz se repiten varias veces por año. Esta semana otro hallazgo como tantos, pero mas cruel.
A una hora de Guadalajara, cerca del milenario centro ceremonial “Los Guachimontones” se encuentra el “Rancho Izaguirre”, lugar de entrenamiento y exterminio, donde grupos criminales intentan borrar las evidencias de sus cruentos actos.
En dicho lugar fueron encontrados 3 hornos crematorios, cientos de zapatos y ropa acumulados en grandes montones. Como en Auschwitz.
Eso es lo que podemos ver, pero no podemos ni imaginar los que vivieron quienes ahí fueron victimados.
Jalisco padece esta situación desde hace años, sin que alguien pueda dar solución.
Cuánto mas tenemos que soportar?
Mas jóvenes que no regresan, mas huesos calcinados, mas madres adoloridas?
El gobierno estatal, es parte del problema. Pero, ¿dónde está el gobierno federal? ¿Dónde está el superpolicía Harfuch que daría solución a la inseguridad de la población?
Este campo de exterminio solo es uno de tantos lugares. Los “call center” que reclutan jóvenes que buscan trabajo y son solo disfraz de las mafias, siguen funcionando.
¿No han sido enterados de esto quienes son encargados de la seguridad? ¡No queremos acciones mediáticas, queremos soluciones verdaderas!
¡Ni una víctima más!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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