La perseverancia en la búsqueda de errores como única actividad política de la oposición, expone un vacío ideológico que arroja no sólo carencia de análisis sino de propuestas que, por lo menos, sustituyan los hechos equivocado del gobierno.
La búsqueda incansable de la equivocación ajena intenta mostrar el encuentro con la estupidez del contrincante, a partir de lo que interpreta en su desatino. Más allá de la ineficiencia que quieren mostrar a partir de la difusión del error ajeno que, real o ficticio, se exhibe como trofeo de caza que la oposición cuelga en las paredes de sus medios todos los días.
El asaltó al sentido común que intenta robar la inteligencia del contrincante acusa en la oposición necesidad de llamar la atención, a partir de la distribución de ese logro en su diaria cacería de estupidez ajena, que señala también la propia, ante el desgaste que esto implica y carencia total de propuestas que les identifique ante la sociedad.
La oposición hace de un supuesto imaginado un hecho consumado concreto, lo difunde profusamente y hasta realizar conferencias sobre fake news y simposium, y hasta se convierten en materias en el plan de estudios de algunas universidades privadas, como si se tratara de algo real. Los ingenuos asisten y hasta pagan por escuchar a farsantes como Schettino, Sarmiento, Curzio, y todo un grupo de personajes autodenominados especialistas en finanzas.
Los señalamientos a la estupidez no pueden repetirse sin señalar al que las difunde como cómplice o un ente que sólo recicla denuncias. A pesar d esto las mentiras parecieran haberlas creído sus iniciadores al intentar consolidar un hecho que nunca existió: la casa gris, el robo del dinero de los trabajadores inscritos al Infonavit, el fraude de la mayoría calificada, la manipulación de las elecciones en los cargos del Poder Judicial.
Poco conocedores de las reacciones de la población ante los medios, la cacería de errores del gobierno, a cargo de la oposición, no sólo cansa a la gente sino que desenmascara lo que quieren hacer aparecer como verdad sin serlo. Su práctica es tan sistematizada que los errores reales del gobierno son vistos como fake news por la población.
La oposición en México se ha dedicado a buscar, en el desacierto del gobierno, su razón de existir. Tratando de atribuirse el derecho de definir lo bueno y lo malo, lo cierto y lo equivocado, con el objetivo de tomar el control de la información, lo cual los reduce a simples críticos sin credibilidad, en lugar de adoptar su papel de políticos conscientes de su papel en la historia.
Pasó el tiempo en el que la información era sinónimo de control social, la proliferación de los medios a través de los cuales la población se da cuenta del diario acontecer del mundo y del país, impiden esta cultura que manipuló generaciones enteras de mexicanos a través de la televisión., adicción que todavía no concluye y que algunas rancias familias continúan preservando para cohesionarse alrededor del televisor, como si se tratara de un muégano cotidiano sin contenido ni sustancia.
El aspiracionismo en decadencia, tiene finalmente como epicentro la obtención del control. Dominar, el control remoto de la televisión lo tiene en sus manos el que manda, decide, además, qué canal sintonizar para informarse y se abroga el derecho a dar una opinión lapidaria sobre ese acontecer, que esa misma persona quiere subrayar como el conflicto del día. No se trata de llegar a la cima sino de tener el poder que implica manejar el control en su más amplio y cotidiano significado, es decir, ser superior al resto de la familia, la comunidad, la colonia, el gremio.
La gran fábrica de información reproduce subcontroles en cada tribu, grupo, comunidad, familia que al multiplicarse preserva costumbres que se vuelven vicios tan arraigados que superan cualquier adicción. De ahí la conservación del aspiracionismo y la aspiración de los conservadores.
Se vive la superioridad como símbolo inequívoco de éxito, aunque sea solo un pequeño logro cotidiano del control de la pareja, de los hijos y a veces, hasta de los vecinos, pero logro al fin y al cabo ante la rutinaria existencia de quienes se repiten a í mimo para no equivocarse. No siempre el que da las órdenes manda.
La oposición en México es una especie de grupo buscador de errores, con cuya difusión cree fortalecerse, cuando en realidad la sociedad los ha rebasado porque saben quiénes son y para qué hacen sus tareas de manipulación que finalmente terminan por separarlos del resto de la sociedad, que desenmascara también los mitos que en su momento manipulación al pueblo.

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